ORACIÓN POR CADA
PRIMER
SÁBADO DEL MES
Reparación Sabatina en
honra del Corazón de María
¡Oh Inmaculado Corazón de
María, traspasado de dolor por las injurias con que los pecadores ultrajan
vuestro santísimo Nombre y vuestras excelsas prerrogativas! Aquí tenéis
postrado a vuestros pies, un indigno hijo vuestro, que, agobiado por el peso de
sus propias culpas, viene arrepentido y lloroso, y con ánimo de resarcir las
injurias que, a modo de penetrantes flechas dirigen contra Vos hombres
insolentes y malvados. Deseo reparar con este acto de amor y rendimiento, que
hago delante de vuestro amantísimo Corazón, todas las blasfemias que se lanzan
contra vuestro augusto Nombre, todos los agravios que se infieren a vuestras
excelsas prerrogativas y todas las ingratitudes con que los hombres
corresponden a vuestro maternal amor e inagotable misericordia. Aceptad, oh
Corazón Inmaculado esta pequeña demostración de mi filial cariño y justo
reconocimiento, junto con el firme propósito que hago de seros fiel en
adelante, de salir por vuestra honra cuando la vea ultrajada y de propagar
vuestro culto y vuestras glorias. Concededme, oh Corazón amabilísimo, que viva
y crezca incesantemente en vuestro santo amor, hasta verlo consumado en la
gloria. Amén.
ACTO SOLEMNE DE CONSAGRACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
DEL PAPA PÍO XII
¡Oh Reina del Santísimo
Rosario, auxilio de los cristianos, refugio del género humano, vencedora de
todas las batallas de Dios! Ante vuestro Trono nos postramos suplicantes,
seguros de impetrar misericordia y de alcanzar gracia y oportuno auxilio y
defensa en las presentes calamidades, no por nuestros méritos, de los que no
presumimos, sino únicamente por la inmensa bondad de vuestro maternal Corazón.
En esta hora trágica de la
historia humana, a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, nos entregamos y nos
consagramos, no sólo en unión con la santa Iglesia, cuerpo místico de vuestro
Hijo Jesús, que sufre y sangra en tantas partes y de tantos modos atribulada,
sino también con todo el Mundo dilacerado por atroces discordias, abrasado en
un incendio de odio, víctima de sus propias iniquidades.
[…]
Finalmente, así como
fueron consagrados al Corazón de vuestro Hijo Jesús la Iglesia y todo el género
humano, para que, puestas en Él todas las esperanzas, fuese para ellos señal y
prenda de victoria y de salvación; de igual manera, oh Madre nuestra y Reina
del Mundo, también nos consagramos para siempre a Vos, a vuestro Inmaculado
Corazón, para que vuestro amor y patrocinio aceleren el triunfo del Reino de
Dios, y todas las gentes, pacificadas entre sí y con Dios, os proclamen
bienaventurada y entonen con Vos, de un extremo a otro de la tierra, el eterno Magníficat
de gloria, de amor, de reconocimiento al Corazón de Jesús, el único donde
pueden hallar la Verdad, la Vida y la Paz. Amén.
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