Los siete dolores de María
Textos:
D. Alfonso Crespo. Composición: Comisión de Espiritualidad de la Archicofradía
Pontificia, Real, Ilustre y Venerable Archicofradía Sacramental de Culto y
Procesión del Stmº Cristo de la Expiración y María Stmª de los Dolores Coronada
Fuente:
https://www.expiracion.org/
Los Siete Dolores de María
HIMNO
DE
¡Ay dolor, dolor, dolor,
por mi hijo y mi Señor!
Yo soy aquella María
del linaje de David:
¡Oíd, hermano, oíd
la gran desventura mía!
A mí me dijo Gabriel
que el Señor era conmigo,
y me dejó sin abrigo
más amarga que la hiel.
Díjome que era bendita
entre todas las nacidas,
y soy de las doloridas
la más triste y afligida.
Decid, hombres que corréis
por la vía mundanal,
decidme si visto habéis
igual dolor que mi mal.
Y vosotras que tenéis
padres, hijos y maridos,
ayudadme con mis gemidos,
si es que mejor no podéis.
Llore conmigo la gente,
alegres y atribulados,
por lavar los pecados
mataron a un Inocente.
¡Mataron a mi Señor,
mi redentor verdadero!
¡Cuitada!, ¿cómo no muero
con tan extremo dolor?
Señora, santa María,
déjame llorar contigo,
pues muere Dios y mi amigo,
y muerta esta mi alegría.
PRIMER DOLOR
LA
PROFECÍA DE SIMEÓN EN LA PRESENTACIÓN AL TEMPLO
«… Mi primer dolor, hijos,
comenzó en Jerusalén. Fuimos como judíos observantes a cumplir la Ley:
presentar al primogénito en el Templo. Y al entrar en el primer atrio, se nos
acerca un venerable anciano, que toma al Niño en sus brazos ante la inquietud
de José y mía. Pero la calidez de su voz nos tranquiliza. Sus palabras
comienzan con una alabanza, llamando a mi Hijo luz de las naciones y gloria de
Israel.
Pero susurra también
palabras proféticas: este Niño será signo de contradicción; y a ti, mujer, una
espada te atravesará el alma (Lc 2,34) El vaticinio quedó prendido en mi
corazón. Y todo lo entendí cuando tuve a mi Hijo muerto en el regazo, con el
alma partida de dolor.
Oración:
María Stmª de los Dolores,
te presentamos el sufrimiento de todas las madres ante el futuro incierto de
sus hijos.
Dios te salve, María
SEGUNDO DOLOR
LA
HUÍDA A EGIPTO
El segundo dolor, es fruto
de la huida a Egipto. Dios, todopoderoso, tiene que defender a su Hijo de la
ira de Herodes. Y tras el anuncio del ángel al justo José (cf. Mt 2,13), comenzamos
una huida hacia la tierra desconocida de Egipto. José y yo hablamos del Dios
poderoso, pero sólo contemplamos la debilidad de un Niño. Y oímos los gritos desgarrados
de las madres de los Inocentes, que como un eco nos perseguía en el desierto. Y
mi corazón de madre, se desgarraba. El camino de Egipto fue un camino de dolor
y madurez en la fe. ¡Es difícil, a veces, entender los planes de Dios! pero el
amor hace que las dudas se desvanezcan con la fuerza de la fe. Fue el amor el
que nos hizo soportar el dolor de ser emigrantes en tierra extraña: nuestra
seguridad la pusimos en las manos de Dios.
Oración:
María Stmª de los Dolores,
te presentamos el sufrimiento de todas las familias que tienen que huir de su
tierra por causa del hambre y de la guerra.
Dios te salve, María
TERCER DOLOR
JESÚS
PERDIDO EN EL TEMPLO
El tercer dolor, fue también
en el Templo. De nuevo, subimos a cumplir la Ley, y entonces Jesús, ya un
adolescente crecido, se nos pierde. Le buscamos desandado el camino con las prisas
y las alas del cariño. Y le encontramos en medio de sabios y doctores. Y como
Madre le reclamo: ¿por qué nos has hecho esto, Hijo mío? José y yo te andamos buscando.
Y mi hijo responde con palabras misteriosas: ¿no sabíais que tenía que ocuparme
de las cosas de mi Padre? (Lc 2,48-49). Me sentí incomprendida en mi dolor,
pero al mirarle descubrí el Misterio: yo buscaba a mi hijo y encontré al Hijo
de Dios. Y así, mi Hijo se convirtió también en mi Maestro.
Oración:
María Stmª de los Dolores,
te presentamos el sufrimiento de todas las madres que han perdido o están lejos
de sus hijos por causa del trabajo, las guerras y los secuestros.
Dios te salve, María
CUARTO DOLOR
MARÍA
ENCUENTRA A JESÚS CON LA CRUZ CAMINO DEL CALVARIO
El cuarto dolor, es un dolor
compartido con las buenas mujeres de Jerusalén, que lloran contemplando al que
carga con la Cruz en la calle de la Amargura camino del Calvario. Yo voy
detrás, como siempre va el discípulo, aliviando con mi amor su sufrimiento,
como queriendo traspasar de corazón a corazón tanto dolor. Lloro con las
mujeres sencillas, que son madres, y recibo también la burla de los espectadores
del horrible espectáculo. No fue largo el camino, pero fue un dolor interminable.
Y recordaba las palabras de Isaías: Tomó sobre sí nuestros pecados y cargó con
nuestros dolores... en sus heridas hemos sido curados (Is 53,4-5). Desde entonces,
hijos, la llaman la Vía Dolorosa y en mi corazón tengo grabadas cada una de sus
espinas.
Oración:
María Stmª de los Dolores,
te presentamos el sufrimiento de todas las madres que están a los pies de sus
hijos enfermos.
Dios te salve, María
QUINTO DOLOR
CRUCIFIXIÓN
Y AGONÍA DE JESÚS
El quinto dolor, fue en el
monte Calvario. Allí llegamos, pie con pie y mirada con mirada, el Hijo junto a
la Madre. Su rostro desfigurado. Y comenzó el escarnio: le desnudaron, y la
túnica que tejí con tanto mimo fue sorteada. No me entregaron nada. No me hacía
falta. Los golpes de los clavos resonaban en mi corazón, y dolían más que la espada
que en él había clavada: los dolores de un hijo, como el eco, se multiplican en
el corazón de la madre. Y oí sus últimas palabras: Padre en tus manos encomiendo
mi espíritu (Lc 23,46) Y descansé al pensar: ¡está en buenas manos! Y a los
pies de la Cruz, recibí la mejor herencia: Ahí tienes a tu hijo, susurró con el
último aliento, entregándome en el discípulo amigo a los hijos dispersos del
pecado. Era otro parto: en la Cruz todos los hombres fueron alumbrados a la
Vida eterna, eran salvados.
Oración:
María Stmª de los Dolores,
te acogemos como Madre nuestra y te presentamos el sufrimiento de todos los
hijos huérfanos que hay en el mundo.
Dios te salve, María
SEXTO DOLOR
MARÍA
RECIBE EL CUERPO DE JESÚS
En el sexto dolor, Estuve a
punto de desvanecerme, al recibirlo, descolgado de la cruz, en el regazo. Fue
Juan, el amigo y confidente de mi Hijo quien sostuvo mis brazos, las santas
mujeres enjugaban mis lágrimas, mientras yo acariciaba con mis manos el rostro
del Hijo muerto, contemplándolo con la secreta esperanza de creer que era sólo
un desmayo. Le acuné como en Belén y recordé las palabras de la nana. Ahora, le
tenía joven, hermoso, en mi regazo, porque ni el dolor ni la cruz, ni las espinas
ni los salivazos, pudieron desdibujar aquel semblante que aún llevo grabado en
mis entrañas. Todos mirábamos al que traspasaron (Jn 19,36). El silencio
cortante del descendimiento, terminó entre sollozos.
Oración:
María Stmª de los Dolores,
ponemos en tu maternal regazo a toda la Iglesia, Cuerpo místico de tu Hijo, que
peregrina en la tierra.
Dios te salve, María
SÉPTIMO DOLOR
MARÍA
EN EL SEPULCRO DE JESÚS
El séptimo dolor, es la
consecuencia final de esta catástrofe: en un sepulcro nuevo le dejamos; un
discípulo oculto, José de Arimatea, brindó este aposento. Y se corrió la losa y
quedó la Luz encerrada en la noche: ¡nunca la tierra tuvo al sol tan dentro!
Quedé en la más profunda soledad... Comenzaban los días más largos. ¡Sin poder contemplar
a mi Hijo, para qué me sirve la mirada! Y recordé el salmo, que invitaba: Tu
rostro buscaré, Señor (Sal 26,8). Mi corazón decía que no puede el dolor vencer
al amor, que el amor siempre resucita y calma. Y tras el Amor corrí; en la noche
busqué la Aurora, sabiendo que vendría la madrugada de Pascua».
Oración:
María Stmª de los Dolores,
te rogamos por todos los difuntos de nuestra cofradía y te presentamos el dolor
de todas las familias que en esta pandemia no pueden despedirse de sus
fallecidos.
Dios te salve, María
STABAT MATER DOLOROSA
La Madre piadosa estaba
junto a la Cruz y lloraba,
mientras el Hijo pendía.
Cuya alma triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.
Oh, cuán triste y afligida
se vio la Madre escogida,
de tantos tormentos llena.
Cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena.
Hazme contigo llorar
y de veras lastimar
de su pena mientras vivo.
Porque acompañar deseo
en la Cruz, donde le veo
tu corazón compasivo.
Virgen de vírgenes santas,
llore yo con ansias tantas
que el llanto dulce me sea.
Porque tu pasión y muerte
tenga en mi alma de suerte
que siempre sus penas vea.
Oración
Final
¡Oh María Santísima de los
Dolores! Tú que permaneciste fiel a tu Hijo al pie de la Cruz, concédenos que
seamos fieles a las últimas enseñanzas que nuestro Maestro y Señor nos impartió,
antes de expirar.
Que perdonemos de corazón,
como el perdonó a sus verdugos; que juzguemos a los pecadores con entrañas de
misericordia, prontos a la clemencia; que en nuestras tribulaciones y caídas acudamos
confiadísimos a Ti.
Te pedimos, ¡oh Virgen de
los Dolores! que nos acompañes en la hora de la muerte para recoger nuestro
espíritu purificado por el dolor y la penitencia, y conducirlo al Padre para
que goce de su Divina Presencia.
Amén.
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