HIMNO AKATHISTOS
Introducción
Por ti, oh Madre de Dios,
vencedora en la lucha, entonamos los tuyos este canto de triunfo y también
damos gracias al que te ha protegido de ser presa del mal; pero Tú, fuerte como
nadie, nos librarás de todos los peligros, y así aclamaremos:
¡Salve, Virgen y Esposa!
¡Salve, Virgen y Esposa!
:.:.:-1-:.:.:
Un arcángel excelso fue
enviado del cielo a decir «Dios te salve» a María. Contemplándote, oh Dios,
hecho hombre por virtud de su angélico anuncio, extasiado quedó ante la
Virgen, y así le cantaba:
Salve, por ti resplandece la
dicha;
Salve, por ti se eclipsa la
pena.
Salve, levantas a Adán, el
caído;
Salve, rescatas el llanto de
Eva.
Salve, oh cima encumbrada a
la mente del hombre;
Salve, abismo insondable a
los ojos del ángel.
Salve, tú eres de veras el
trono del Rey;
Salve, tú llevas en ti al
que todo sostiene.
Salve, lucero que el Sol nos
anuncia;
Salve, regazo del Dios que
se encarna.
Salve, por ti la creación
se renueva; Salve, por ti el Creador nace niño.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
¡Salve, Virgen y Esposa!
:.:.:-2-:.:.:
Conociendo Santa María que
es Virgen intacta que era a Dios consagrada, al arcángel Gabriel le decía: «Tu
mensaje es arcano a mi oído y difícil resulta a mi alma; insinúas de Virgen el
parto, exclamando:
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
:.:.:-3-:.:.:
Deseaba la Virgen María
comprender el misterio y al heraldo divino pregunta: «¿Podrá́ dar a la luz
criatura una Virgen? Responde, te ruego». Reverente Gabriel contestaba, y así́
le cantaba:
Salve, tú guía al eterno
consejo;
Salve, tú prenda de arcano
misterio.
Salve, milagro primero de
Cristo;
Salve, compendio de todos
los dogmas.
Salve, celeste escalera que
Dios ha bajado;
Salve, oh puente que llevas
los hombres al cielo.
Salve, de angélicos coros
solemne portento;
Salve, de turba infernal
lastimero flagelo.
Salve, inefable, la Luz
alumbraste;
Salve, a ninguno dijiste el
secreto.
Salve, del docto rebasas la
ciencia;
Salve, del fiel iluminas la mente.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
¡Salve, Virgen y Esposa!
:.:.:-4-:.:.:
El Poder del Altísimo la cubrió́
con su sombra e hizo Madre a la Esposa Inviolada. Aquel seno por Dios fecundado
germinó como fértil arada para todo el que busca la gracia y salvación Cantando:
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
:.:.:-5-:.:.:
Con el Dios Nino en su seno,
presurosa María, a su prima Isabel visitaba. El pequeño en el seno materno exultó
al oír el saludo, y con saltos, cual cantos de gozo, a la Madre aclamaba:
Salve, oh tallo del verde
Retoño;
Salve, oh rama del Fruto
incorrupto.
Salve, al pío Arador tú
cultivas;
Salve, tú plantas quien
planta la vida.
Salve, oh campo fecundo de
gracias copiosas;
Salve, oh mesa repleta de
dones divinos.
Salve, un Prado germinas de
toda delicia;
Salve, al alma preparas
Asilo seguro.
Salve, incienso de grata
plegaria;
Salve, ofrenda que el mundo
concilia.
Salve, clemencia de Dios
para el hombre;
Salve, del hombre con Dios
confianza.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
¡Salve, Virgen y Esposa!
:.:.:-6-:.:.:
Con la mente en tumulto y el
alma agitada inundado de dudas, no alcanza a salir de su gran desconcierto el
prudente José́ se debate. Sin embargo, sabiéndote pura, imagina que hubo
esponsales secretos, oh Purísima. Pero al ver que eras Madre por obra del
Espíritu Santo, exclamó:
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
:.:.:-7-:.:.:
Los pastores oyeron los angélicos
coros que al Señor hecho hombre cantaban. Para ver al Pastor van corriendo; un
Cordero inocente contempla que del pecho materno se nutre, y a la Virgen le
cantan:
Salve, Nutriz del Pastor y
Cordero;
Salve, aprisco de fieles
rebaños.
Salve, barrera a las fieras
hostiles;
Salve, ingreso que da al
Paraíso.
Salve, por ti con la tierra
– exultan los cielos;
Salve, por ti con los cielos
– se alegra la tierra.
Salve, de Apóstoles boca –
que nunca enmudece;
Salve, de Mártires fuerza –
que nadie somete.
Salve, de fe inconcuso
cimiento;
Salve, fulgente estandarte
de gracia.
Salve, por ti es despojado
el averno;
Salve, por ti revestimos la
gloria.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
¡Salve, Virgen y Esposa!
:.:.:-8-:.:.:
Observando la estrella que
hacia Dios los guiaba, sus fulgores siguieron los magos. Era antorcha segura en
su ruta; los condujo ante el Rey Poderoso. Al llegar hasta el Inalcanzable, le
cantan:
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
:.:.:-9-:.:.:
Contemplaron los magos entre
brazos maternos al que al hombre plasmó con sus manos. Comprendieron que era El
su Señor, a pesar de su forma de esclavo; presurosos le ofrecen sus dones y a
la Madre proclaman:
Salve, oh Madre del Sol sin
ocaso;
Salve, aurora del místico
Día.
Salve, tú apagas hogueras de
errores;
Salve, Dios Trino al
creyente revelas.
Salve, derribas del trono –
al tirano enemigo;
Salve, nos muestras a Cristo
– el Señor y el Amigo.
Salve, nos has liberado – de
bárbaros ritos;
Salve, nos has redimido – de
acciones de barro.
Salve, destruyes el culto
del fuego;
Salve, extingues las llamas
del vicio.
Salve, camino a la santa
templanza;
Salve, alegría de todas las
gentes.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
¡Salve, Virgen y Esposa!
:.:.:-10-:.:.:
De regreso para Babilonia, se
hicieron los magos heraldos, portadores de Dios. Así se cumplió el vaticinio, y
a todos hablaban, oh Cristo, de Ti, sin pensar en Herodes, el necio, incapaz de
cantar:
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
:.:.:-11-:.:.:
Irradiando en Egipto la
verdad luminosa, del error disipaste la sombra: a tu paso, oh Señor, sacudidos
por fuerza divina cayeron los ídolos; y los hombres, salvados de ellos, a la
Madre de Dios aclamaban:
Salve, levantas al género
humano;
Salve, humillas a todo el
infierno.
Salve, conculcas engaños y
errores;
Salve, impugnas del ídolo el
fraude.
Salve, oh mar que sumerge –
al cruel enemigo;
Salve, oh roca que das de
beber – a sedientos de Vida.
Salve, columna de fuego –
que guía en tinieblas;
Salve, amplísima nube – que
cubres el mundo.
Salve, nos diste el Maná
verdadero;
Salve, nos sirves Manjar de
delicias.
Salve, oh tierra por Dios
prometida;
Salve, en ti fluyen la miel
y la leche.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
¡Salve, Virgen y Esposa!
:.:.:-12-:.:.:
Pronto ya para irse de este
mundo cambiante, engañoso, Simeón te acogió como Niño en sus brazos, pero en Ti
descubrió al Absoluto, a Dios, y admiró estupefacto la oculta sapiencia, exclamando:
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
:.:.:-13-:.:.:
Una nueva creación exhibió
el Creador al mostrarse a nosotros, que de Él procedimos: germinó en un seno de
Virgen, y al salir, lo dejó como antes, intacto; para que, viendo el prodigio, a
la Madre cantáramos:
Salve, azucena de intacta
belleza;
Salve, corona de noble
firmeza.
Salve, la suerte futura
revelas;
Salve, la angélica vida
desvelas.
Salve, frutal exquisito –
que nutre a los fieles;
Salve, ramaje frondoso – que
a todos cobija.
Salve, llevaste en el seno –
quien guía al errante;
Salve, al mundo entregaste –
quien libra al esclavo.
Salve, plegaria ante el Juez
verdadero;
Salve, perdón del que tuerce
el sendero.
Salve, atavío que cubre al
desnudo;
Salve, del hombre supremo
deseo.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
¡Salve, Virgen y Esposa!
:.:.:-14-:.:.:
Por tal parto admirable
elevados, nos sentimos salir de este mundo y lo ojos indagan al Cielo. Para eso
aparece en la tierra, humilde, en humana presencia, el Altísimo: para guiar a
la cima a aquellos que alegres lo aclaman:
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
:.:.:-15-:.:.:
Todo entero quedó en esta
tierra, sin dejar de estar siempre en el Cielo el Verbo de Dios. Él no está
circunscripto. No hubo un cambio de sitio sino que fue un abajarse divino.
Nació de la Virgen repleta de Dios. Por eso Ella escucha estas cosas:
Salve, mansión que contiene
el Inmenso;
Salve, dintel del augusto
Misterio.
Salve, de incrédulo equívoco
anuncio;
Salve, del fiel inequívoco
orgullo.
Salve, carroza del Santo –
que portan querubes;
Salve, sitial del que adoran
– sin fin serafines.
Salve, tú sólo has unido –
dos cosas opuestas:
Salve, tú sola a la vez –
eres Virgen y Madre.
Salve, por ti fue borrada la
culpa;
Salve, por ti Dios abrió el
Paraíso.
Salve, tú llave del Reino de
Cristo;
Salve, esperanza de bienes
eternos.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
¡Salve, Virgen y Esposa!
:.:.:-16-:.:.:
En el mundo celeste se
asombraron los ángeles por el acto sublime de tu Encarnación divina: que ese
Dios tan excelso se haya hecho accesible, humano, para andar con nosotros y por
todos oírse aclamar:
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
:.:.:-17-:.:.:
Oradores brillantes como el
pez enmudecieron ante Ti, Gestadora de Dios; no son por nada capaces de decir
en qué forma Tú siempre eres Virgen aún después de ser Madre. Más nosotros,
admirando el misterio cantamos con fe:
Salve, sagrario de arcana
Sapiencia;
Salve, despensa de la
Providencia.
Salve, por ti se confunden
los sabios;
Salve, por ti el orador
enmudece.
Salve, por ti se aturden –
sutiles doctores;
Salve, por ti desfallecen –
autores de mitos;
Salve, disuelves enredos –
de agudos sofistas;
Salve, rellenas las redes –
de los Pescadores.
Salve, levantas de honda
ignorancia;
Salve, nos llenas de ciencia
superna.
Salve, navío del que ama
salvarse;
Salve, oh puerto en el mar
de la vida.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
¡Salve, Virgen y Esposa!
:.:.:-18-:.:.:
Por salvar lo creado el
Artífice Santo del cosmos hasta aquí descendió por bondad. Como Dios, era
nuestro Pastor; pero quiso, al venir a nosotros, hacerse Cordero: como humano
llamó a los humanos, como Dios nos escucha decirle:
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
:.:.:-19-:.:.:
Madre Virgen Tú eres fuerza
de la vírgenes y de cuantos acuden a Ti: tal te hizo el Señor de la Tierra y el
Cielo, ¡oh Purísima! al tomar de Ti carne en tu Seno; y enseña a que en tu
honor oh Purísima, todos cantemos:
Salve, columna de sacra
pureza;
Salve, umbral de la vida
perfecta.
Salve, tú inicias la nueva
progenie;
Salve, dispensas bondades
divinas.
Salve, de nuevo engendraste
– al nacido en deshonra;
Salve, talento infundiste –
al hombre insensato.
Salve, anulaste a Satán –
seductor de las almas;
Salve, nos diste al Señor –
sembrador de los castos.
Salve, regazo de nupcias
divinas;
Salve, unión de los fieles
con Cristo.
Salve, de vírgenes Madre y
Maestra;
Salve, al Esposo conduces
las almas.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
¡Salve, Virgen y Esposa!
:.:.:-20-:.:.:
Se hace vano, oh Señor, el
intento de igualar en un canto la riqueza de todas tus gracias. Aunque
hiciéramos himnos numerosos cual granos de arena, Rey Santo, más serían los
dones que diste al que canta:
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
:.:.:-21-:.:.:
A María los ojos contemplan
como antorcha encendida para el que anda en las sombras. Ella en todos enciende
la llama divina y guía a la ciencia del Verbo, brillado en las mentes; y así,
todos, con himnos la ensalzan:
Salve, oh rayo del Sol
verdadero;
Salve, destello de Luz sin
ocaso.
Salve, fulgor que iluminas
las mentes;
Salve, cual trueno enemigos
aterras.
Salve, surgieron de ti –
luminosos misterios;
Salve, brotaron en ti –
caudalosos arroyos.
Salve, figura eres tú – de
salubre piscina;
Salve, tú limpias las
manchas – de nuestros pecados.
Salve, oh fuente que lavas
las almas;
Salve, oh copa que vierte
alegría.
Salve, fragancia de ungüento
de Cristo;
Salve, oh Vida del sacro
Banquete.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
¡Salve, Virgen y Esposa!
:.:.:-22-:.:.:
Al querer perdonarnos la
deuda que de antiguo pesaba, a los hombres llegó el Redentor; se dignó acudir
en persona y vivir con nosotros, indignos de gracia. Hizo trizas la antigua
sentencia y todos lo aclaman:
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
:.:.:-23-:.:.:
Con un himno a tu parto la
creación te celebra como Templo viviente, ¡Oh Madre de Dios! El Señor, el que
todo en su mano contiene, hizo escala en tu seno; te hizo toda santa y
gloriosa, y nos mueve a cantarte:
Salve, oh tienda del Verbo
divino;
Salve, más grande que el
gran Santuario.
Salve, oh Arca que Espíritu
dora;
Salve, tesoro inexhausto de
vida.
Salve, diadema preciosa – de
reyes devotos;
Salve, orgullo glorioso – de
sacros ministros.
Salve, firmísimo alcázar –
de toda la Iglesia;
Salve, muralla invencible –
de todo el Imperio.
Salve, por ti enarbolamos
trofeos;
Salve, por ti sucumbió el
adversario.
Salve, remedio eficaz de mi
carne;
Salve, inmortal salvación de
mi alma.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
¡Salve, Virgen y Esposa!
:.:.:-24-:.:.:
Madre digna de laudes, Gestadora
del Verbo, el más Santo entre todos los Santos. Nuestra ofrenda recibe en el
canto; y a todos líbranos del eterno castigo, a quienes cantamos:
¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!
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