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jueves, 20 de diciembre de 2018

NOVENA DE ACCIÓN DE GRACIAS VIRGEN DE POMPEYA


Páginas: 1. Súplicas a la Virgen del Rosario de Pompeya| 2. Novena del Rosario: origen y práctica | 3. Novena de Petición Misterios: gozosos | 4. Novena de Petición Misterios: Dolorosos | 5. Novena del Petición Misterios: Gloriosos | 6Novenas del beato Bartolo Longo | 7. Novena Para casos difíciles | 8. Novena De acción de gracias | 9. Novena de Acción de gracias Misterios Dolorosos | 10. Novena de Acción de Gracias Misterios Gloriosos | 11. Novena de Acción de Gracias Misterios Gozosos | 


NOVENA DE ACCIÓN DE GRACIAS A LA SANTÍSIMA VIRGEN DE POMPEYA POR LOS BENEFICIOS RECIBIDOS

Por el Beato Bartolo Longo

 

V. Oh Dios, venid en mi ayuda.

R. Señor, apresuraos a socorredme.

 

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Así sea.

 

I. Heme aquí a tus plantas, ¡oh Madre Inmaculada de Jesús!, que gozas al ser llamada Reina del Rosario del Valle de Pompeya.

Con regocijo de mi corazón, y con el ánimo henchido de la más viva gratitud, vuelvo a Ti, mi generosa Bienhechora, mi dulce Señora, Soberana de mi corazón, pues te has mostrado como verdadera Madre mía, Madre que inmensamente me ama.

Yo te supliqué, con gemidos y lágrimas, y Tú me consolaste; yo me hallaba en duros aprietos, y Tú me devolviste la paz.

 Dolores y congojas mortales oprimían mi corazón, y Tú, oh Madre, desde tu trono de Pompeya con una piadosa mirada me tranquilizaste.

¡Ah! quién se dirigió a Ti con confianza y no fue escuchado ¡Oh, sí todo el mundo conociera cuán buena y compasiva eres con quien sufre, todas las criaturas acudirían a Ti!

Seas pues para siempre bendita, oh Virgen soberana de Pompeya; bendita para siempre de mí y de todos, de los hombres y de los ángeles, en la tierra y en el cielo. Así sea.

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra.

Dios te salve.

A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

 

II. Doy gracias a Dios y a Ti, Madre mía, por los nuevos beneficios que por tu piedad y misericordia me han sido concedidos.

¿Qué hubiera sido de mí si Tú hubieras rechazado mis suspiros y lágrimas?

Por mí te tributen gracias los ángeles del Paraíso, y los coros de los apóstoles, de los mártires, de las vírgenes y de los confesores; por mí te den gracias también tantos pecadores por Ti salvados, que ahora gozan en el cielo de la visión de tu inmortal belleza.

 ¡Ojalá conmigo te amaran las criaturas todas, y el mundo entero se hiciera eco de mis agradecimientos! Por tantos favores recibidos, ¿qué podría yo devolverte, oh Reina, llena de piedad y magnificencia?

 La vida que me queda yo la consagro a Ti, para propagar por doquiera tu culto, oh Virgen del Rosario de Pompeya, por cuya merced el Señor me visitó con, su gracia.

Promoveré la devoción de tu Rosario, narraré a todos la misericordia que me alcanzaste, predicaré siempre lo buena que fuiste conmigo para que los indignos y pecadores, como yo, acudan a Ti con confianza.

Dios Te salve, Reina, Madre de misericordia…

 

III. ¿Con qué nombres te saludaré, candorosa paloma de paz? ¿Con qué título te invocaré, cuando los doctores te llamaron: "Señora de lo criado, Puerta de la vida, Templo de Dios, Alcázar de luz, Gloria de los cielos, Santa entre los santos, Paraíso del Altísimo?".

Tú eres la tesorera de las gracias, la omnipotencia suplicante; diré más, la misericordia de Dios, que se derrama abundantemente sobre los desdichados.

Pero sé también que es dulce a tu corazón el ser llamada Reina del Rosario del Valle de Pompeya; y llamándote así, siento la dulzura de tu místico nombre ¡oh Rosa del Paraíso, trasplantada al Valle de lágrimas para suavizar las penas de los tristes desterrados hijos de Eva!.

Tú eres la rubicunda Rosa de caridad, más fragante que todos los aromas del Libano, que en tu valle con perfume de celestial suavidad elevas los corazones de los pecadores a Dios.

 Tú la Rosa de eterna frescura que, regada por las aguas celestiales, echaste raíces en un terreno asolado por una lluvia de fuego.

Tú la Rosa de Inmaculada belleza que del sitio de desolación hiciste jardín ameno de las delicias del Señor.

¡Ensalzado sea Dios, que ha hecho tan admirable tu nombre! ¡Bendecid pueblos, el nombre de la Virgen de Pompeya, pues rebosa la tierra de su misericordia!

Dios Te salve, Reina, Madre de misericordia…

 

IV. Sumergido por la tempestad, desde el fondo del abismo levanté mis ojos a Ti ¡oh nueva estrella de esperanza, aparecida en nuestros días sobre el Valle de las ruinas!

Desde la más intensa amargura, levanté mi voz a Ti, Reina del Rosario de Pompeya, y experimenté el poder de este título, de Ti tan querido.

Dios te salve, clamaré siempre, salve oh Madre de Piedad, mar inmenso de gracias, océano de bondad y compasión!

Las nuevas glorias de tu Rosario, las recientes victorias de tu corona, ¿quién dignamente podrá cantarlas?

Al mundo insensato que se arranca de los brazos de Jesús para entregarse en los de Luzbel, Tú le proporcionaste la salvación en aquel mismo Valle, donde Satanás devoraba a las almas.

Tú hallaste triunfadora las ruinas de los templos paganos, y sobre sus escombros asentaste la grada de tu excelso trono.

Tú, trocaste las playas de muerte en Valle de resurrección y de vida, y sobre la tierra que dominaba tu enemigo, edificaste la ciudadela de refugio, a donde se acogen los pueblos para hallar su amparo y salud.

 Allí tus hijos, dispersos por el mundo te levantaron un trono, como monumento de tus portentos y trofeo de tus misericordias.

 Desde aquel Trono me llamaste a mí también para admitirme entre los hijos de tu predilección; sobre mí, pobrecillo, se detuvo la mirada de tu clemencia.

 ¡Benditas sean por eternidad de eternidades tus obras oh Señora; y benditos para siempre todos los prodigios que obraste en el Valle del exterminio y de la desolación!

Dios Te salve, Reina, Madre de misericordia…

 

V. Todas las lenguas ensalcen tus glorias, ¡oh Señora!, y el tenue crepúsculo vespertino transmita a la clara aurora los dulces acordes de nuestras bendiciones.

Todas las gentes Te llamen venturosa, y venturosa repitan las riberas del mar y la inmensidad de los cielos. Tres veces bienaventurada te llamaré con los Ángeles, Arcángeles y Principados; tres veces bienaventurada con las Potestades angelicales, con las Virtudes de los ciclos, con las Dominaciones soberanas.

Dichosísima te pregonaré con los tronos, los Querubines y los Serafines.

¡Oh Soberana y Salvadora mía! No dejes de fijar tu mirada compasiva sobre mi familia, mi Patria y toda la Iglesia.

Particularmente te suplico no me niegues la mayor de las gracias, esto es, la de que mi fragilidad no me aparte nunca jamás de Ti.

Haz en fin, que todos los que cooperamos a la grandeza de tu Santuario de Pompeya, seamos del número de los escogidos.

¡Oh Santo Rosario de mi Madre, te estrecho contra mi pecho y con reverencia te beso! (aquí besa cada uno su rosario), Tú eres vía para llegar a todas las virtudes; tesoro de méritos para el paraíso; prenda de predestinación; inquebrantable cadena que sujeta al enemigo; manantial de paz para los que te honran en vida augurio de la victoria para los que te besan en la hora de la muerte!

En aquella hora postrera yo te espero, oh Madre mía; tu presencia será la señal de mi salvación, y tu Rosario me franqueará las puertas del cielo. Así sea.

Dios Te salve, Reina, Madre de misericordia…


V. Ruega por nosotros, Reina del Santísimo Rosario.

R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

 

ORACIÓN.

¡Oh Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo! que nos habéis enseñado a acudir a Vos con confianza y llamaros Padre Nuestro que estás en los cielos; ¡ah! bondadoso Señor, de quien es propio el usar siempre de misericordia y perdonar, por la intercesión de la Virgen Inmaculada, oíd propicio a los que nos gloriamos del título de hijos del Rosario; mirad con agrado nuestro humilde tributo de acción de gracias por los dones recibidos; y el trono que levantasteis en el Santuario de Pompeya, volvedlo cada día más glorioso e imperecedero; por los merecimientos de Nuestro Señor Jesucristo Así sea.


NOVENA PARA CASOS DIFICILES VIRGEN DEL ROSARIO DE POMPEYA




NOVENA EN HONOR DE NTRA. SEÑORA DEL ROSARIO DE POMPEYA PARA ALCANZAR LAS GRACIAS EN LOS CASOS MÁS DIFÍCILES Y DESESPERADOS

Por el Beato Bartolo Longo


¡Oh Santa Catalina de Siena, mi protectora y maestra! Tú que proteges a tus devotos cuando rezan el Rosario de María, asísteme en este instante, y dígnate rezar conmigo la Novena en honor de la Reina del Rosario, que ha colocado el trono de sus favores en el Valle de Pompeya, para que por tu intercesión obtenga yo la gracia que deseo. Así sea. 

Luego se dice:

V. Dios, venid en mi ayuda.
R. Señor apresuraos a socorrerme.

V. Gloria al Padre y al hijo y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre y por todos los siglos de los siglos. Así sea.

I. ¡Oh Virgen Inmaculada y Reina del Santo Rosario! en estos tiempos en que, apagada la fe en las almas, domina la impiedad, has querido levantar tu trono de Reina y Madre sobre la antigua Pompeya, morada de muertos paganos y desde aquel lugar, donde eran adorados los ídolos y demonios, Tú hoy, cual Madre de la divina gracia, derramas por doquiera los tesoros de las celestiales misericordias; ¡ah! desde aquel trono donde reinas vuelve, también a mí, oh María, esos tus ojos benignos, y ten piedad de mi, que tanto necesito de tu socorro. Muéstrate también conmigo cual te mostraste con tantos otros, verdadera Madre de misericordia, "Monstra te esse Matrem", mientras de todo corazón Te saludo e invoco por mi Soberana y por Reina del Santísimo Rosario. 

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra.

Dios te salve.

A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.


II. Mi alma rendida al pie de tu trono, oh grande y gloriosa Señora, te venera entre los gemidos y angustias que sobremanera la oprimen. En medio de las penas y agitaciones en que me hallo, levanto confiado los ojos hacia Ti, que te dignaste elegir para tu morada las campiñas de pobres y desamparados labriegos; y que frente a la ciudad y anfiteatro de deleites paganos, en donde reinan el silencio y las ruinas, cual Señora de las Victorias elevaste tu poderosa voz llamando de todas partes de Italia y del mundo católico a tus devotos hijos para que te levantasen un templo. ¡Oh! apiádate finalmente de está alma que yace aletargada bajo el polvo y las sombras de la muerte! Ten piedad de mi, ¡oh! Señora; ten piedad de mí que me hallo abrumado de miserias y humillaciones. Tú que eres exterminio de los demonios defiéndeme de los enemigos que me asedian. Tú que eres el Auxilio de los cristianos, sácame de las tribulaciones en que me hallo sumido. Tú que eres nuestra vida, triunfa de la muerte que amenaza mi alma en los peligros a que se halla expuesta. Devuélveme la paz, la tranquilidad, el amor, la salud. Así sea. 

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,....


III. ¡Ay!... el oír que tantos han sido colmados de favores sólo porque a Ti acudieron con fe, me infunde nuevo aliento y valor para llamarte en mi socorro. Tú prometiste a Santo Domingo que el que deseara gracias las obtendría con tu Rosario; y yo con el Rosario en la mano, te llamo, oh Madre, al cumplimiento de tus maternales promesas. Aún más: Tú misma, oh Madre, has obrado continuos prodigios para excitar a tus hijos a que te levantaran un templo en Pompeya. Tú, pues, quieres enjugar nuestras lágrimas y aliviar nuestros afanes; y yo con el corazón en los labios, con fe viva te llamo e invoco: ¡Madre mía! ¡Madre querida! ¡Madre bella!... ¡Madre dulcísima, ayúdame! Madre y Reina del Santo Rosario, no tardes más en tender hacía mí tu poderosa mano y salvarme; porque la tardanza, como ves, me llevaría a la ruina.


 Dios te salve, Reina y Madre de misericordia...

IV. ¿Y a quién he de acudir yo sino a Ti, que eres el alivio de los miserables, el refugio de los desamparados, el consuelo de los afligidos? ¡Ah, si; lo confieso: abrumada miserablemente mi alma bajo el enorme peso de las culpas, no merece más que el infierno y es indigna de recibir tus favores! Mas, ¿no eres Tú la esperanza de quién desespera, la poderosa Medianera entre Dios y el hombre, la Abogada ante el trono del Altísimo, el Refugio de los pecadores? ¡Ah, basta que digas una sola palabra en mi favor a tu divino Hijo, para que El te escuche! Pídele, pues, oh Madre, la gracia que tanto necesito… (se pide la gracia que se desea). Sólo Tú puedes obtenérmela. Tú que eres mi única esperanza, mi consuelo, mi alegría, mi vida. Así lo espero, así sea. 

Dios Te salve, Reina, Madre de misericordia…

V. ¡Oh Virgen y Reina del Santo Rosario! Tú que eres la Hija del Padre celestial, la Madre del Hijo divino, la Esposa del Espíritu Santo; Tú que todo lo puedes ante la Trinidad Santísima, debes obtenerme esta gracia para mi tan necesaria, a no ser que sea de obstáculo para mi eterna salvación... (aquí se especifica la gracia que se desea). Te la pido por la Concepción Inmaculada, por tu divina Maternidad, por tus gozos, por tus dolores, por tus triunfos. Te la pido por el Corazón de tu amoroso Jesús, por aquellos nueve meses que lo llevaste en tu seno, por los trabajos y sinsabores de su vida, por su acerba Pasión y Muerte de Cruz, por su santísimo Nombre y por su sangre preciosísima. Te la pido, finalmente, por tu dulcísimo Corazón, por tu glorioso Nombre, ¡oh María! que eres Estrella del mar, Señora poderosísima, Puerta del paraíso y Madre de todas las gracias. En Ti confío.., todo lo espero de Ti: Tú me has de salvar. Así sea. 

Dios Te salve, Reina, Madre de misericordia…

V. Hazme digno de alabarte, oh Virgen Sagrada.
R. Dame fortaleza contra tus enemigos.

V. Ruega por nosotros, Reina del Santísimo Rosario.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

ORACIÓN. Oh Dios, cuyo Hijo Unigénito con su vida, muerte y resurrección nos adquirió el premio de la salvación eterna, concédenos, os suplicamos, que meditando estos misterios en el Santísimo Rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos las virtudes que contienen y alcancemos los bienes que prometen. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Así sea.

BIOGRAFÍA Y NOVENAS DEL BEATO BARTOLO LONGO


Páginas: 1. Súplicas a la Virgen del Rosario de Pompeya| 2. Novena del Rosario: origen y práctica | 3. Novena de Petición Misterios: gozosos | 4. Novena de Petición Misterios: Dolorosos | 5. Novena del Petición Misterios: Gloriosos | 6Novenas del beato Bartolo Longo | 7. Novena Para casos difíciles | 8. Novena De acción de gracias | 9. Novena de Acción de gracias Misterios Dolorosos | 10. Novena de Acción de Gracias Misterios Gloriosos | 11. Novena de Acción de Gracias Misterios Gozosos | 

NOVENAS DEL BEATO BARTOLO LONGO


[Estampa del beato Bartolo Longo]
Beato Bartolo Longo (1841 - 1926)
Laico y abogado, construyo en 1876
el Santuario de Nª Sra. de Pompeya
En el mes de Julio de 1879, el abogado Bartolomé Longo, consumido por ílectifo, acordó acceder a los numerosos pedidos de componer una fórmula de plegaria para Nuestra Señora de Pompeya, dictando como su último trabajo y testamento, una Novena para alcanzar de la Virgen las gracias en los casos más desesperados; y cuando la enfermedad se lo permitía, casi sin fuerzas, se arrastraba hasta llegar a la capilla provisional, y ante la imagen taumaturga iba corrigiendo su trabajo, bañándolo en lágrimas que brotan de sus ojos.
El 15 de agosto, día en que en nombre del Papa, fue colocada sobre la sagrada cabeza de la Virgen la riquísima corona de oro y piedras preciosas, el ilustre abogado se encontraba peor que nunca, postrado en el lecho. Perdidas las esperanzas de curación, suplicó que, como último remedio, llevaran la milagrosa imagen a su cuarto. Los que le rodeaban decían con befa que si sanaba, entonces creerían en los milagros de la Virgen. El se dirigió a Santa Catalina de Siena, diciendo con confianza: ¡Querida Santa! yo he escrito de Vos en los Quince Sábados, que os quejáis desde el Cielo por los pocos que acuden a Vos para recibir gracias como si en el Cielo hubiera disminuido el poder que acá en la tierra os concedió el Señor. Y. ¿cómo mis lectores darán fe a mis palabras, si yo que las escribí no soy el primero en recibir la gracia? Y ¿cómo creerán en los milagros de la Virgen de Pompeya si ella deja morir, a aquél que los publica y promueve la edificación de su templo?
Hacia la media noche abrió los ojos, habiendo desaparecido la fiebre juntamente con el dolor agudo de la nuca y espalda, y los primeros rayos del naciente día hirieron agradablemente sus pupilas, que desde mucho tiempo no podían soportar la luz. Y el historiador de las maravillas de Pompeya, el instrumento de los designios de María, vivió y vive sosteniendo el enorme peso de las obras de Pompeya, y de la publicación de dos periódicos.
La Stma. Virgen se dignó aceptar el humilde trabajo que en honor suyo hiciera el Abogado, y apareciéndose a la hija del Comendador Agrelli, después de curarla de una grave enfermedad, la dijo: Cada vez que desees alguna gracia hazme tres novenas rezando los quince misterios del Rosario y otras tres novenas en acción de gracias.
Miles y miles de personas, no solamente en Europa, sino en América, África y hasta en la China e Indias, consiguieron después por este medio innumerables dones y milagros, como así consta en documentos dignos de fe y certificados médicos, que pueden leerse en el periódico Il Rosario e la Nuova Pompei.
Desde 1879 hasta 1893, es decir, en los primeros catorce años, se publicaron dos millones y medio de ejemplares, llegando en el día a 344 las ediciones hechas. La rapidez de esta difusión ¿no es una prueba evidente de su eficacia?
El año 1889 escribió también el mismo Abogado la novena en acción de gracias, la que cuatro años después, o sea en 1893, ya había llegado a cuarenta ediciones de 10.000 ejemplares cada una.
¡He aquí por lo menos 40.000 gracias concedidas en cuatro años por la Stma.


MISTERIOS GLORIOSOS-NOVENA DE PETICIÓN VIRGEN DEL ROSARIO DE POMPEYA



NUESTRA SEÑORA
DEL ROSARIO DE POMPEYA

Páginas: 1. Súplicas a la Virgen del Rosario de Pompeya| 2. Novena del Rosario: origen y práctica | 3. Novena de Petición Misterios: gozosos | 4. Novena de Petición Misterios: Dolorosos | 5. Novena del Petición Misterios: Gloriosos | 6Novenas del beato Bartolo Longo | 7. Novena Para casos difíciles | 8. Novena De acción de gracias | 9. Novena de Acción de gracias Misterios Dolorosos | 10. Novena de Acción de Gracias Misterios Gloriosos | 11. Novena de Acción de Gracias Misterios Gozosos | 

 

ORACIÓN QUE SE HARÁ

ANTES DE LA MEDITACIÓN

 

Dios te salve María. ¡Reina del Santo Rosario! Madre mía, salve. A tus pies humildemente postrado me hallo para ofrendarte una corona de flores rosas teñidas con el color rojo de la pasión en memoria de las alegrías, fruto de los sufrimientos de tu Hijo Divino. Cada flor te recordará un misterio; cada diez flores van con mi petición para una gracia particular.

¡Oh Excelsa Reina, Dispensadora de las gracias de Dios y Madre de todos los que a ti acuden. Vos no podéis menospreciar esta ofrenda, con la cual van unidas mis peticiones. Al recibir estas ofrendas, recibe, asimismo mis peticiones; de tus grandes misericordias, espero la gracia y favores que con confianza te pido.

Cuánto te pido, lo recibiré. ¡Demuestra que eres mi Madre!

 

Credo. Padre Nuestro. Tres Avemarías. Gloria.

 

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor. Que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo; nació de Santa María Virgen.

Padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado. Descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos. Subió a los cielos; está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.

Creo en el Espíritu Santo. La Santa Iglesia Católica; la comunión de los Santos. El perdón de los pecados. La resurrección de la carne. La vida perdurable. Amén.

 

Padre nuestro

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

 

Ave María

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


Gloria

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.



I. LA RESURRECCIÓN 

Oh gloriosa Madre Virgen María. Medito ahora el Misterio de la Resurrección de Nuestro Señor que es cuando en la mañana del tercer día después de su muerte y sepultura salió de ella y se te presentó, llenando así de indecible alegría tu corazón; se apareció a las santas mujeres, y a sus discípulos quienes al reconocerle le adoraron.

Yo, humildemente te ofrezco:
 1 Padrenuestro, 10 avemarías, 1 gloria.


Padre nuestro
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. 
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

Ave María
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Gloria
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.


Uno a estas diez rosas mi petición para poseer la virtud de la Fe y reverentemente deposito a tus plantas estas flores espirituales.

II. LA ASCENSIÓN 

Oh gloriosa Madre, Virgen María. Medito ahora el Misterio de la Ascensión que es cuando, cuarenta días después de su Resurrección, fue al monte Olivo acompañado de Ti y de sus Discípulos quienes le adoraron por última vez, prometiéndole El que estaría con ellos hasta la consumación de los siglos. Entonces, extendiendo sus manos sobre sus discípulos, y después de bendecirles, a la vista de todos, subió a los cielos.

Yo, humildemente te ofrezco: 
1 Padrenuestro, 10 avemarías, 1 gloria.


Padre nuestro
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. 
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

Ave María
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Gloria
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Uno a estas diez rosas mi petición para poseer la virtud de la Esperanza y reverentemente deposito a tus plantas estas flores espirituales.
III. LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO 

Oh gloriosa Madre, Virgen María. Medito ahora el Misterio de la Venida del Espíritu Santo, cuando los Apóstoles reunidos contigo en una casa en Jerusalén, descendió el Espíritu Santo en formas de lenguas de fuego, inflamando los corazones de los apóstoles con el divino amor, infundiéndoles la sabiduría, dándoles el don de poseer todos los lenguajes, y llenándote con la plenitud de SU gracia, te inspiró para que oraras por los apóstoles y los primeros Cristianos.

Yo, humildemente te ofrezco: 
1 Padrenuestro, 10 avemarías, 1 gloria.


Padre nuestro
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. 
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

Ave María
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Gloria
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Uno a estas diez rosas mi petición para poseer la virtud de la Caridad y reverentemente deposito a tus plantas estas flores espirituales.
IV. LA ASUNCIÓN A LOS CIELOS
DE NUESTRA SANTÍSIMA MADRE 

Oh gloriosa Madre, Virgen María. Medito ahora el Misterio de Tu Asunción a los Cielos, cuando con el intenso deseo de unirte a tu Divino Hijo en los cielos, tu alma, separándose del cuerpo; subió hasta su Dios quién por el amor infinito que tenía a Su Madre cuyo virginal cuerpo fue SU primer tabernáculo en la tierra, lo llevó a los cielos y allí en medio de los ángeles y santos, lo unió a Tu alma bendita.

Yo, humildemente te ofrezco: 
1 Padrenuestro, 10 avemarías, 1 gloria.

Padre nuestro
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. 
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

Ave María
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Gloria
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Uno a estas diez rosas mi petición para poseer la virtud de Unirme a Jesús en Pensamientos y en Sentimientos y reverentemente deposito a tus plantas estas flores espirituales.
V. LA CORONACIÓN DE NUESTRA SANTÍSIMA MADRE EN LOS CIELOS COMO REINA DE TODO LO CREADO 

Oh gloriosa Madre, Virgen María. Medito ahora el Misterio de Tu Coronación en los cielos. Cuando llegastes a los cielos te pusieron tres Coronas. El Dios Padre te coronó como Reina del Cielo; el Dios Hijo te coronó como la más amada de entre todas las criaturas y de entre todas las mujeres y el Espíritu Santo te coronó como su Esposa Inmaculada; la más perfecta adoradora de la Beatísima Trinidad, ruega por nuestra causa como nuestra más poderosa y misericordiosa Madre.

Yo, humildemente te ofrezco: 
1 Padrenuestro, 10 avemarías, 1 gloria.

Padre nuestro
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. 
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

Ave María
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Gloria
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Uno a estas diez rosas mi petición para poseer la virtud de Unirme Contigo y reverentemente deposito a sus plantas estas flores espirituales.
Hágase aquí la comunión espiritual.

COMUNIÓN ESPIRITUAL
(Qué se hará después de una parte del Rosario,
o sea después de las 50 avemarías).

JESÚS mío, que estás real y verdaderamente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. No pudiéndote recibir bajo las especies sacramentales, Te suplico con un corazón lleno de amor y deseos hacia Ti, que vengas a mi alma por medio del Corazón Inmaculado de María, Tu Madre, y que té quedes con nosotros para siempre:

Tu conmigo
Yo contigo
En esta vida
Y en la venidera
Por medio de María.

Oración
Dulce Madre, Virgen María, Te ofrezco esta comunión espiritual como la cinta que enlaza las flores espirituales depositadas a tus plantas.
¡Oh Madre mía! Mira compasiva estas ofrendas y con Tu intercesión, consígueme esta gracia… (pídase la gracia que se desea.) Avemaría...

Oración Final
O Dios, que por medio de la vida, muerte y resurrección de Tu Unigénito Hijo nos distes la vida eterna te suplicamos nos concedas, Señor, que nosotros los que meditamos los Misterios del Santo Rosario de la Benditísima Virgen podamos imitar cuantos dichos Misterios contienen y prometen obtener. Por Jesucristo, Nuestro Señor, Amén.
  • Que la asistencia divina quede siempre en nosotros.
  • Que descansen en paz las almas de los que ya murieron, por las misericordias de Dios. Amén.
  • Oh Santísima Virgen María. Unida a la de tu Divino Hijo, danos la bendición para este día (o noche).
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


MISTERIOS DOLOROSOS-NOVENA DE PETICIÓN VIRGEN ROSARIO DE POMPEYA

NUESTRA SEÑORA
DEL ROSARIO DE POMPEYA


Páginas: 1. Súplicas a la Virgen del Rosario de Pompeya| 2. Novena del Rosario: origen y práctica | 3. Novena de Petición Misterios: gozosos | 4. Novena de Petición Misterios: Dolorosos | 5. Novena del Petición Misterios: Gloriosos | 6Novenas del beato Bartolo Longo | 7. Novena Para casos difíciles | 8. Novena De acción de gracias | 9. Novena de Acción de gracias Misterios Dolorosos | 10. Novena de Acción de Gracias Misterios Gloriosos | 11. Novena de Acción de Gracias Misterios Gozosos | 



 NOVENA DE PETICIÓN:

MISTERIOS DOLOROSOS



ORACIÓN QUE SE HARÁ
ANTES DE LA MEDITACIÓN

¡Dios te salve María, Reina del Santo Rosario! ¡Madre mía, salve!, a tus pies humildemente postrado me hallo para ofrendarte una corona de flores. Rosas de color rojo como la sangre, en memoria de los dolores que sufristeis junto a tu Hijo divino -cada flor te recordará un misterio; cada diez flores van con mi petición para una gracia particular.

¡Oh Excelsa Reina! Dispensadora de las gracias de Dios y Madre de todos los que a ti acuden. Vos no podéis menospreciar esta ofrenda, con la cual van unidas mis peticiones. Al recibir estas ofrendas, recibe, asimismo mis peticiones; de tus grandes misericordias espero la gracia y favores que con confianza te pido...
Cuánto te pido, lo recibiré. ¡Demuestra que eres mi Madre!

Credo. Padre Nuestro. Tres Avemarías. Gloria. 


Credo de los Apóstoles

Creo en Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.

Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.

Que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo; nació de Santa María Virgen.

Padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado.

Descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos.

Subió a los cielos; está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso.

Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.

Creo en el Espíritu Santo.

La Santa Iglesia Católica; la comunión de los Santos.

El perdón de los pecados.

La resurrección de la carne.

La vida perdurable. Amén.

 

Padre nuestro

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. 

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

 

Ave María

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

 

Gloria

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 

Como era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.


I. LA AGONÍA EN EL HUERTO 

Oh afligida Madre, Virgen María. Yo medito ahora el misterio de la Oración de Nuestro Señor en el huerto de Getsemaní, donde sudó sangre. Al contemplar Jesús los pecados del mundo que el demonio le demostró para tentarle a no seguir el sacrificio que estaba próximo a hacer, infundiéndose en su alma el temor por cuanto veía, y cuando todo su bendito cuerpo sudó sangre ante la visión de las torturas y muerte que Él tendría, tus sufrimientos, oh Madre querida, los futuros padecimientos de su Iglesia, y los que El mismo sufriría en el Santísimo Sacramento, Él lloró y exclamó: "Oh Padre, aleja de mí este cáliz, si es posible", pero inmediatamente, conformándose con la voluntad de Su Padre, El, de nuevo exclamó: "No se haga mi voluntad, sino la Tuya".

Yo, humildemente te ofrezco: 
1 Padrenuestro, 10 avemarías, 1 gloria.

Uno a estas diez rosas mi petición para poseer la virtud de Conformidad con la Voluntad de Dios y reverentemente deposito a tus plantas estas flores espirituales.
II. LA FLAGELACIÓN 

Oh afligida Madre, Virgen María. Medito ahora el Misterio de la flagelación de Nuestro Señor. Obedeciendo las órdenes de Pilatos, los sicarios arrancaron las vestiduras de TU Hijo, le ataron a la columna infligiéndole crueles azotes de la cabeza a los pies, lacerando así todo su bendito cuerpo hasta dejarle completamente débil.

Yo, humildemente te ofrezco:
 1 Padrenuestro, 10 avemarías, 1 gloria.

Uno a estas diez rosas mi petición para poseer la virtud del Sufrimiento y reverentemente deposito a tus plantas estas flores espirituales.
III. LA CORONA DE ESPINAS 

Oh afligida Madre, Virgen María. Medito ahora el Misterio de la Corona de Espinas de Nuestro Señor. La soldadesca buscó agudas espinas y tejiendo con ellas una corona la ciñeron sobre las sienes de Nuestro Señor. No terminó aquí la crueldad. Volvieron a azotarle y a golpearle para que las espinas penetraran e hirieran cada vez más su bendita cabeza. Luego, en medio de las mofas y burlas despiadadas, los sicarios se arrodillaban ante el Señor vociferando: ¡Salve, Rey de los Judíos!.

Yo, humildemente te ofrezco: 
1 Padrenuestro, 10 avemarías, 1 gloria.

Uno a estas diez rosas mi petición para poseer la virtud de la Humildad y reverentemente deposito a tus plantas estas flores espirituales.
IV. CON LA CRUZ A CUESTAS 

Oh afligida Madre, Virgen María. Medito ahora el Misterio de la Cruz a cuestas, que es cuando tu Divino Hijo cargando sobre sus hombros la pesada Cruz, débil pero sufrido, entre los desprecios de las turbas y no obstante haber caído en tierra repetidas veces, llegó hasta el Calvario con sus verdugos.

Yo, humildemente te ofrezco: 
1 Padrenuestro, 10 avemarías, 1 gloria.

Uno a estas diez rosas mi petición para poseer la virtud de la Paciencia en la Adversidad y reverentemente deposito a tus plantas estas flores espirituales.
V. LA CRUCIFIXIÓN 

Oh afligida Madre, Virgen María. Medito ahora el Misterio de la Crucifixión. Después de despojarle a tu Divino Hijo de sus sagradas vestiduras, le clavaron en la Cruz donde expiró después de tres horas de agonía, y durante este tiempo, oraba ante su Padre implorando perdón para sus enemigos.

Yo, humildemente te ofrezco:
 1 Padrenuestro, 10 avemarías, 1 gloria.

Uno a estas diez rosas mi petición para poseer la virtud de Amar a mis Enemigos y reverentemente deposito a tus plantas estas flores espirituales.

Hágase aquí la comunión espiritual




COMUNIÓN ESPIRITUAL
(Qué se hará después de una parte del Rosario, o sea después de las 50 avemarías).

JESÚS mío, que estás real y verdaderamente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. No pudiéndote recibir bajo las especies sacramentales, Te suplico con un corazón lleno de amor y deseos hacia Ti, que vengas a mi alma por medio del Corazón Inmaculado de María, Tu Madre, y que te quedes con nosotros para siempre:

Tú conmigo
Yo contigo
En esta vida
Y en la venidera
Por medio de María.

Oración
Dulce Madre, Virgen María, Te ofrezco esta comunión espiritual como la cinta que enlaza las flores espirituales depositadas a tus plantas.
¡Oh Madre mía! Mira compasiva estas ofrendas y con Tu intercesión, consígueme esta gracia… 
(Pídase la gracia que se desea.)  Avemaría....


Oración Final
OH Dios, que por medio de la vida, muerte y resurrección de Tu Unigénito Hijo nos distes la vida eterna te suplicamos nos concedas, Señor, que nosotros los que meditamos los Misterios del Santo Rosario de la Benditísima Virgen podamos imitar cuantos dichos Misterios contienen y prometen obtener. Por Jesucristo, Nuestro Señor, Amén.


        Que la asistencia divina quede siempre en nosotros.

        Que descansen en paz las almas de los que ya murieron, por las misericordias de Dios. Amén.

        Oh Santísima Virgen María. Unida a la de tu Divino Hijo, danos la bendición para este día (o noche).

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.




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