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martes, 24 de marzo de 2020

La Anunciación del Señor



Solemnidad de la Anunciación del Señor

Fecha: 25 de marzo

Hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Elogio: solemnidad de la Anunciación del Señor. Cuando en la ciudad de Nazaret el ángel del Señor anunció a María: «Concebirás y darás a luz un hijo, y se llamará Hijo del Altísimo», María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y así, llegada la plenitud de los tiempos, el que desde antes de los siglos era el Unigénito Hijo de Dios, por nosotros los hombres y por nuestra salvación, por obra del Espíritu Santo se encarnó en María, la Virgen, y se hizo hombre.

Refieren a este santo: Natividad de la bienaventurada Virgen María

Significado teológico de esta celebración
Esta gran fiesta tomó su nombre de la buena nueva anunciada por el arcángel Gabriel a la Santísima Virgen María, referente a la Encarnación del Hijo de Dios. Era el propósito divino dar al mundo un Salvador, al pecador una víctima de propiciación, al virtuoso un modelo, a esta doncella -que debía permanecer virgen- un Hijo, y al Hijo de Dios una nueva naturaleza, una naturaleza humana capaz de sufrir el dolor y la muerte, a fin de que Él pudiera satisfacer la justicia de Dios por nuestras transgresiones. El Espíritu Santo, que para la Virgen estaba en el lugar del esposo, no se contentó con hacer que su cuerpo fuera capaz de dar la vida al Dios Hombre, sino que enriqueció su alma con la plenitud de la gracia, de suerte que pudiera haber una especie de proporción entre la causa y el efecto y, para que ella pudiera ser la criatura más cualificada para cooperar en este misterio de santidad; por lo tanto, el ángel se dirigió a ella, diciéndole: «Dios te salve María, llena eres de gracia». Si María no hubiese estado profundamente arraigada en la humildad, esta forma de salutación y el significado del gran designio para el que se pedía su cooperación, fácilmente la habrían envanecido, pero en su humildad, ella sabía que la gloria de cualquier gracia que poseyera pertenecía a Dios. Su modestia había sugerido una duda, pero una vez que ésta fue disipada, sin más investigación, dio su asentimiento para esa su misión celestial. «He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra». El mundo no iba a tener un Salvador hasta que ella hubiese dado su consentimiento a la propuesta del ángel. Lo dio y he aquí el poder y la eficacia de su ¡Fiat! (hágase). En ese momento, el misterio de amor y misericordia prometido al género humano miles de años atrás, predicho por tantos profetas, deseado por tantos santos, se realizó sobre la tierra. En ese instante, el Verbo de Dios quedó para siempre unido a la raza humana: el alma de Jesucristo, producida de la nada, empezó a gozar de Dios y a conocer todas las cosas, pasadas, presentes y futuras; en ese momento Dios comenzó a tener un adorador infinito y el mundo un mediador omnipotente y, para la realización de este gran misterio, solamente María es escogida para cooperar con su libre consentimiento.

Historia de la celebración litúrgica de la Anunciación
Hay razones para creer que, de entre todos los grandes misterios de la vida de Nuestra Señora, la Anunciación haya sido el primero en ser honrado litúrgicamente y que, habiéndose identificado, como quiera que fuese, la fecha de ese evento, con el día 25 de marzo, llegó a ser el punto de partida de todo lo que podría llamarse ciclo de Navidad. Si Nuestro Señor se encarnó el 25 de marzo, era natural suponer que naciera el 25 de diciembre; su circuncisión seguiría el 1° de enero y su presentación en el templo y la purificación de su Madre, el 2 de febrero, cuarenta días después de aquél en que los pastores se reunieron en Belén, alrededor del pesebre. Más aún, ya que el día de Anunciación era «el sexto mes para Isabel, la que se decía estéril», el nacimiento de san Juan Bautista se produciría tan sólo una semana antes de terminar junio. Lo que sabemos de cierto es que ya, en los primeros años del siglo tercero, Tertuliano (Adv. Judaeos, c. VIII) establece definitivamente que nuestro Salvador murió en la cruz el 25 de marzo. Más aún, esta tradición, si puede ser llamada así, está confirmada por otros escritores antiguos, sobre todo por Hipólito en la primera mitad del mismo siglo tercero quien, no solamente en su comentario sobre Daniel indica este mismo día como el de la Pasión del Señor, sino que en su crónica señala para el 25 de marzo «el nacimiento de Cristo», así como su crucifixión. San Agustín está de acuerdo en esto, ya que en su obra De Trinitate (4:5) declara que Jesús fue «ejecutado el 25 de marzo, el mismo día del año que aquél en que fue concebido» («Octavo enim kalendas aprilis conceptus creditur quo et passus»).

Al mismo tiempo, no se debe suponer que este reconocimiento de un día en particular en el calendario como el verdadero aniversario de la visita del ángel a María, implique necesariamente que una celebración litúrgica haya sido ya instituida para conmemorarlo. Aparte de la Natividad, la Resurrección de Nuestro Señor y la fiesta de Pentecostés, el calendario primitivo de la Iglesia sólo parece haber honrado formalmente el nacimiento para el cielo de sus mártires. Pero todos los grandes episodios en la historia de la Redención del hombre llegan paulatinamente a ser honrados por separado, mediante un ofrecimiento especial del santo sacrificio, con formularios de oración apropiados para la ocasión. Desgraciadamente, la literatura de la Iglesia primitiva abunda en documentos apócrifos, a menudo atribuidos, sin comprobación, a escritores cuyos nombres son famosos en la historia de la Iglesia. Hay también discursos y libros que han sido interpolados con material extraño o que, en el proceso de traducción a otras lenguas, han tomado un colorido que corresponde, no al original, sino al país o período en que se hizo la traducción. Todo esto debe necesariamente exigir grandísima precaución al sacar deducciones de alusiones literarias que no pueden ser citadas con seguridad. Aunque a San Gregorio Taumaturgo, que vivió en el siglo III, se le atribuyen no menos de seis sermones que tienen por tema la Anunciación, no hay una base sólida para creer que todos ellos sean auténticos, mucho menos para suponer que algunas de esas fiestas fueran celebradas en tal fecha. Pero antes del año 400, se construyó una iglesia en Nazaret para conmemorar la Anunciación y, la construcción de una iglesia puede tomarse como una buena prueba de alguna celebración litúrgica de la ocasión que expresamente conmemora.

Tal solemnidad habría sido adoptada de una manera semejante, en el curso del tiempo, en otras localidades y, probablemente se difundió, poco a poco, en todo el mundo cristiano. Parece haber una indicación de esto en un sermón de san Proclo de Constantinopla, antes del año 446, pero un ejemplo más satisfactorio se encuentra en un discurso de san Abramio, obispo de Éfeso, alrededor de un siglo después. Como la tradición oriental se opuso siempre a la celebración de algún día en particular de la liturgia eucarística durante la Cuaresma, exceptuando el domingo (en algunos países, también el sábado), se tuvo por costumbre no celebrar ninguna fiesta durante el gran ayuno. Esto debe haber impedido el reconocimiento general de la Anunciación, y de hecho, descubrimos que el Concilio in Trullo, en 692, define la regla de que las fiestas litúrgicas no se celebraran en los días entre semana durante la Cuaresma, con la sola excepción de la fiesta de la Anunciación, el 25 de marzo. Por el discurso de san Abramio, arriba mencionado, sabemos que ya previamente hubo una conmemoración de este misterio (la que por supuesto debe ser considerada tanto fiesta de Nuestro Señor como de su Madre) el domingo anterior a Navidad. La celebración de esta fiesta, en marzo, entre los griegos, está claramente comprobada alrededor del año 641 por el Chronicon Paschale.

En Occidente, la historia parece haber sido muy semejante. Lo expuesto acerca de la fecha generalmente aceptada y que coincide con la celebración de las solemnidades de la Semana Santa o, en todo caso, con los ayunos de la Cuaresma, fue siempre un obstáculo para la celebración de una fiesta en marzo. Sabemos por San Gregorio de Tours, que en el Siglo VI se celebraba en las Galias una fiesta de Nuestra Señora -su finalidad especial no se menciona- «a mediados de enero». El «Hieronymianum» de Auxerre (c. 595), aparentemente indica con más precisión el 18 de enero, pero se refiere expresamente a su muerte. La elección de esta fecha parece haber estado determinada por el deseo de evitar la posibilidad de coincidencia con el día más cercano en el que pudiera caer el domingo de Septuagésima y esto, por lo tanto, apunta a una celebración litúrgica que era más que una mera iniciación del martirologio. En Milán, en Aquilea y en Ravena, así como entre los muchos recuerdos que nos restan del primitivo rito mozárabe en España, encontramos indicios de una conmemoración durante el Adviento, enfatizándose la relación especial de Nuestra Señora al misterio de la Encarnación; mientras que en los decretos del Concilio de Toledo, en 656, encontramos una declaración precisa sobre el asunto. Esta promulgación deplora la entonces prevalente diversidad de usos respecto a la fecha en que se celebraba la fiesta de la Madre de Dios; señala la dificultad de observarla en el día preciso en que el ángel se le apareció para anunciarle la concepción de su Divino Hijo, debido a la posibilidad de que la fiesta ocurriera durante la semana de Pasión y determina que, en el futuro, debería celebrarse el 18 de diciembre, exactamente una semana antes de Navidad [esta institución es la de la solemnidad de la Expectación del Parto, o «Virgen de la O», n de ETF]. Los estatutos de Sonado, obispo de Reinas (c. 625), nos dan a conocer que «la Anunciación de la Santísima María» era guardada como día de fiesta, con abstención de trabajos serviles, pero es imposible decir si la fiesta caía el 18 de enero o el 18 de marzo. Sin embargo, parece haberse reconocido generalmente que el día correcto era el 25 de marzo y es casi seguro que la fiesta se celebraba, a pesar de la Cuaresma, en marzo, como lo hacían los griegos, cuando bajo el reinado del Papa San Sergio, al final del Siglo VII, encontramos que la Anunciación, junto con otras tres fiestas de Nuestra Señora, se celebraba litúrgicamente en Roma. De aquí en adelante, la fiesta, reconocida en los sacramentarios de Gelasio y Gregorio, fue gradualmente aceptada en todo el Occidente, como parte de la tradición romana.

Ver el artículo del abad Cabrol sobre Annociatlon en DAC., vol. I, cc. 2241-2255; S. Vailhé, Echos d'Orient, vol. IX (1906), pp. 138-145, también la misma publicación, vol. XXII (1923), pp. 129-152; M. Jugie, en Byzantinische Zeitschrift, vol. XIV (1913)] pp. 37-59, y en Analecta Bollandiana, vol. XLIII (1925), pp. 86-95; y K. A. Kellner, Heortology (1908). En la fecha de la Crucifixión y su identificación con el día de la concepción del Señor, cf. también el admirable artículo de C. H. Turner sobre Chronology of the New Testament en Hastings, Dictionary of the Bible.

Imágenes:
-Miniaturista Inglés: Salterio de San Albano, 1120, Iluminación en pergamino, 18 x 14 cm, iglesia de San Gotardo de Hildesheim.
-Escultor románico español: Anunciación, c. 1205, piedra, Santo Domingo de Silos.
-Maestro español desconocido: Anunciación, c. 1430, madera, 140 x 169 cm, Museu Nacional d'Art de Catalunya, Barcelona.

 Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: https://www.eltestigofiel.org/index.php?idu=sn_990



sábado, 14 de marzo de 2020

NOVENA EXTRAORDINARIA A MARÍA AUXILIADORA CONTRA LA PANDEMIA




Convocan novena extraordinaria a María Auxiliadora contra el coronavirus

Frente a la emergencia por el nuevo coronavirus, el Rector Mayor de los Salesianos P. Ángel Fernández Artime, invitó a orar a María Auxiliadora con una novena extraordinaria.

El nuevo coronavirus COVID-19 que genera una neumonía fuerte, ha afectado hasta el momento a más de 125 mil personas, con más de cuatro mil muertos y 66 mil recuperados.

Según informa la Organización Mundial de la Salud (OMS), la enfermedad tiene una tasa de mortalidad del 2% al 4% en China, y del 0.7% fuera del país, siendo las personas más vulnerables al virus las mayores de 80 años o que padecen enfermedades como diabetes, asma o hipertensión.

El P. Fernández pide a todos “los salesianos, a los miembros de la Familia Salesiana y a los jóvenes a renovar su plena y total confianza en María Auxiliadora”, e imitar el ejemplo de San Juan Bosco en las circunstancias actuales.

La Novena Extraordinaria, que se celebrará del 15 al 23 de marzo, concluirá el 24 de este mes, en el día de la conmemoración mensual de la advocación mariana, donde se rezará una oración de ofrecimiento.


A continuación, el texto de la novena y la consagración a María Auxiliadora.

Rezar durante nueve días consecutivos:
- Tres Padres Nuestros, Ave María, Gloria al Santísimo Sacramento con una jaculatoria:
Sea alabado y reverenciado en todo momento el Santísimo y Divinísimo Sacramento.

- Se reza tres veces la “Salve Regina” con la jaculatoria:
María, Auxilio de los Cristianos, ruega por nosotros.

Oración:

Acuérdate,
¡oh piadosísima, Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que
han acudido a tu protección,
implorando tu auxilio
haya sido abandonado de Ti.

Animado con esta confianza,
a Ti también yo acudo,
y me atrevo a implorarte
a pesar del peso de mis pecados.

¡Oh, Madre del Verbo!,
no desatiendas mis súplicas,
antes bien acógelas benignamente. Amén


Oración para la liberación del Coronavirus

Dios todopoderoso y eterno, de quien todo el universo recibe energía, existencia y vida, venimos a ti para invocar tu misericordia, pues aún hoy experimentamos la fragilidad de la condición humana en la experiencia de una nueva epidemia viral.

Creemos que Tú diriges el curso de la historia de la humanidad y que tu amor puede cambiar nuestro destino para mejor, sea cual sea nuestra condición humana. Por eso te confiamos a los enfermos y a sus familias. Por el Misterio Pascual de tu Hijo, dale la salvación y el alivio a su cuerpo y a su espíritu.

Ayuda a cada miembro de la sociedad a llevar a cabo su tarea, fortaleciendo el espíritu de solidaridad mutua. Apoya a los médicos y a los trabajadores de la salud, a los educadores y a los trabajadores sociales en el desempeño de su servicio.

Tú que eres el consuelo en la fatiga y el apoyo en la debilidad, por la intercesión de la Santísima Virgen María y todos los santos quita todo mal de nosotros.

Libéranos de la epidemia que nos golpea para que podamos volver tranquilamente a nuestras ocupaciones habituales y te alabemos y agradezcamos con un corazón renovado.

En ti confiamos y a ti te elevamos nuestra súplica, a través de Cristo nuestro Señor. Amén


CONSAGRACIÓN DEL MUNDO A MARÍA AUXILIADORA (24 de marzo)

¡Oh Santísima e Inmaculada Virgen María, tiernísima Madre nuestra y poderoso Auxilio de los Cristianos! Nosotros nos consagramos enteramente a tu dulce amor y a tu santo servicio. Te consagramos la mente con sus pensamientos, el corazón con sus afectos, el cuerpo con sus sentidos y con todas sus fuerzas, y prometemos obrar siempre para la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas.

Tú, pues, ¡oh, Virgen incomparable! que fuiste siempre Auxilio del Pueblo Cristiano, continúa, por piedad, siéndolo especialmente en estos días. Humilla a los enemigos de nuestra religión y frustra sus perversas intenciones. Ilumina y fortifica a los obispos y sacerdotes y tenlos siempre unidos y obedientes al Papa, maestro infalible; preserva de la irreligión y del vicio a la incauta juventud; promueve las vocaciones y aumenta el número de los ministros, a fin de que, por medio de ellos, el reino de Jesucristo se conserve entre nosotros y se extienda hasta los últimos confines de la tierra.

Te suplicamos ¡oh, dulcísima Madre! que no apartes nunca tu piadosa mirada de la incauta juventud expuesta a tantos peligros, de los pobres pecadores y moribundos y de las almas del Purgatorio: sé para todos ¡oh María! dulce Esperanza, Madre de Misericordia y Puerta del Cielo.

Te suplicamos, gran Madre de Dios, que nos enseñes a imitar tus virtudes, particularmente la angelical modestia, la humildad profunda y la ardiente caridad, a fin de que, por cuanto es posible, con tu presencia, con nuestras palabras y con nuestro ejemplo, representemos, en medio del mundo, a tu Hijo, Jesús, logremos que te conozcan y amen y podamos, llegar a salvar muchas almas.

Haz, ¡oh, María Auxiliadora! que todos permanezcamos reunidos bajo tu maternal manto; haz que en las tentaciones te invoquemos con toda confianza; y en fin, el pensamiento de que eres tan buena, tan amable y tan amada, el recuerdo del amor que tienes a tus devotos, nos aliente de tal modo, que salgamos victoriosos contra el enemigo de nuestra alma, en la vida y en la muerte, para que podamos formarte una corona en el Paraíso. Así sea.



martes, 10 de marzo de 2020

ORACIONES EN LATÍN





ORACIONES EN LATÍN

SIGNVM SANCTAE CRUCIS
Per signum Sanctae (†) Crucis, de inimicis (†) nostris, libera nos, (†) Domine Deus noster. In nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti. Amen.

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Veni, Creátor
Veni, Creátor Spíritus, mentes tuórum vísita, imple supérna grátia, quæ tu creásti péctora.
Qui díceris Paráclitus, altíssimi donum Dei, fons vivus, ignis, cáritas, et spiritális únctio.
Tu septifórmis múnere, dígitus patérnæ déxteræ, tu rite promíssum Patris, sermóne ditans gúttura.
Accénde lumen sénsibus, infúnde amórem córdibus, infírma nostri córporis virtúte firmans pérpeti.
Hostem repéllas lóngius pacémque dones prótinus; ductóre sic te prævio vitémus omne nóxium.
Per te sciámus da Patrem noscámus atque Fílium, teque utriúsque Spíritum credámus omni témpore.
Deo Patri sit glória, et Fílio, qui a mórtuis surréxit, ac Paráclito, in sæculórum sǽcula. Amen.
V/: Emitte Spíritum tuum et creabúntur.
R/: Et renovábis fáciem terrae.    
Oremus
Deus, qui corda fidelium Sancti Spíritus illustratione docuisti, da nobis in eodum Spíritu recta sápere, et de ejus semper consolatione gaudere.
Per Chrístum Dóminum nostrum. Amen.
-
Ven, Espíritu Creador, visita las almas de tus fieles y llena con tu divina gracia, los corazones que Tú creaste.
Tú, a quien llamamos Paráclito, don de Dios Altísimo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete dones; Tú, dedo de la diestra del Padre; Tú, fiel promesa del Padre, que inspiras nuestras palabras.
Ilumina nuestros sentidos, infunde tu amor en nuestros corazones y, con tu perpetuo auxilio, fortalece la debilidad de nuestro cuerpo.
Aleja de nosotros al enemigo, y danos pronto la paz; sé Tú nuestro guía, para que evitemos todo mal.
Por ti conozcamos al Padre, y también al Hijo; y creamos en ti, su Espíritu, por los siglos de los siglos.
Gloria a Dios Padre, y al Hijo que resucitó de entre los muertos, y al Espíritu Consolador, por los siglos de los siglos. Amén.

G/: Envía, Señor, tu Espíritu para darnos nueva vida.
T/: Y se renovará la faz de la tierra.

Oremos
Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus fieles con las luces del Espíritu Santo, concédenos juzgar y seguir rectamente según el mismo Espíritu y gozar siempre de sus consolaciones.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

PATER NOSTER
Pater noster, qui es in caelis, sanctificetur nomen tuum. Adveniat regnum tuum. Fiat voluntas tua, sicut in caelo et in terra. Panem nostrum quotidianum da nobis hodie, et dimitte nobis debita nostra sicut et nos dimittimus debitoribus nostris. Et ne nos inducas in tentationem, sed libera nos a malo. Amen.

Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada día dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. Amén.

AVE MARIA
Ave María, gratia plena, Dominus tecum. Benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui, Iesus. Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc, et in hora mortis nostrae. Amen.

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

GLORIA PATRI seu DOXOLOGIA MINOR
Gloria Patri, et Filio, et Spiritui Sancto. Sicut erat in principio, et nunc, et semper, et in saecula saeculorum. Amen.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

CREDO seu SYMBOLVM APOSTOLORVM
Credo in Deum Patrem omnipotentem, Creatorem caeli et terrae. Et in Iesum Christum, Filium eius unicum, Dominum nostrum, qui conceptus est de Spiritu Sancto, natus ex Maria Virgine, passus sub Pontio Pilato, crucifixus, mortuus, et sepultus, descendit ad inferos, tertia die resurrexit a mortuis, ascendit ad caelos, sedet ad dexteram Dei Patris omnipotentis, inde venturus est iudicare vivos et mortuos. Credo in Spiritum Sanctum, sanctam Ecclesiam catholicam, sanctorum communionem, remissionem peccatorum, carnis resurrectionem, vitam aeternam. Amen.

Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo. su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida perdurable. Amén.

SALVE REGINA

Salve Regina, mater misericordiae, vita, dulcedo, et spes nostra, salve. Ad te clamamus exsules filii Hevae. Ad te suspiramus, gementes et flentes in hac lacrimarum valle. Eia, ergo, advocata nostra, illos tuos misericordes oculos ad nos converte. Et Iesum, benedictum fructum ventris tui, nobis post hoc exsilium ostende. O clemens, O pia, O dulcis Virgo Maria.
V. Ora pro nobis, Sancta Dei Genitrix.
R. Ut digni efficiamur promissionibus Christi.

Dios te salve, reina y madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorandoen este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

SVB TVVM PRAESIDIVM
Sub tuum praesidium confugimus, Sancta Dei Genetrix. Nostras deprecationes ne despicias in necessitatibus, sed a periculis cunctis libera nos semper, Virgo gloriosa et benedicta. Amen.

Domina nostra, Mediatrix nostra, Advocata nostra: tuo Filio nos reconcilia, tuo Filio nos commenda, tuo Filio nos repraesenta.

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies nuestras súplicas en las necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Amén.

Señora nuestra, Medianera nuestra, Abogada nuestra: reconcílianos con tu Hijo, encomiéndanos a tu Hijo, preséntanos ante tu Hijo.

MEMORARE
Memorare, O piissima Virgo Maria,a saeculo non esse auditum, quemquam ad tua currentem praesidia, tua implorantem auxilia, tua petentem suffragia, esse derelictum.Ego tali animatus confidentia, ad te, Virgo Virginum, Mater, curro, ad te venio, coram te gemens peccator assisto. Noli, Mater Verbi, verba mea despicere; sed audi propitia et exaudi. Amen.

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Vos acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vos. Oh madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.
    
Alma Redemptoris Mater
Del Adviento al Bautismo del Señor

Alma Redemptoris Mater,
quae pérvia caeli porta manes,
et Stella maris,
succurre cadenti súrgere qui curat pópulo:
tu quae genuisti, natura mirante,
tuum sanctum Genitorem:
Virgo prius ac postérius,
Gabrielis ab ore sumens illud Ave,
peccatorum miserere.

Augusta Madre del Redentor
Del Adviento al Bautismo del Señor
Augusta Madre del Redentor, que del Cielo siempre Puerta abierta eres, y estrella del mar, socorre a tu pueblo caído, que anhela resucitar; tú que generaste, con maravilla de la naturaleza, a tu santo Creador, Virgen antes y después, que de la boca de Gabriel acogiste aquel saludo, ten piedad de los pecadores.

+ + +
    
Ave Regina Caelorum
Del Bautismo del Señor al miércoles Santo

Ave, Regina caelorum,
Ave, Dómina Angelorum:
Salve radix, salve porta,
ex qua mundo lux est orta:
Gaude Virgo gloriosa,
super omnes speciosa:
Vale, o valde decora,
et pro nobis Christum exora.

Salve Reina del Cielo
Del Bautismo del Señor al miércoles Santo
Salve, Reina del cielo, salve, Señora de los ángeles; salve, Raíz, salve, oh Puerta, de la cual la luz del mundo surgió; alégrate, Virgen gloriosa, graciosa entre todas las mujeres, salve, oh toda bella, y por nosotros a Cristo implora.

+ + +
    
Regina Caeli
De la Vigilia Pascual al Sábado después de Pentecostés

Regina caeli laetare, alleluia:
Quia quem meruisti portare, alleluia:
Resurrexit, sicut dixit, alleluia:
Ora pro nobis Deum, alleluia.

V/: Gaude et letaere Virgo Sacrata, alleluia.
R/: Quia surrexit Dóminus vere, alleluia.

Reina del Cielo
Alégrate, Reina del Cielo, aleluya.
Porque Aquél que mereciste llevar en tu seno, aleluya.
Ha resucitado según lo predijo, aleluya.
Ruega por nosotros a Dios, aleluya.

G/: Gózate y alégrate Virgen María, aleluya.
T/: Porque verdaderamente el Señor ha resucitado, aleluya.

AD SANCTVM IOSEPH
Virginum custos et pater, sancte Joseph, cujus fideli custodiae ipsa Innocentia Christus Jesus et Virgo virginum Maria commisa fuit; te per hoc utrumque carissimum pignus Jesum et Mariam obsecro et obtestor, ut me, ab omni immunditia praeservatum, mente incontaminata, puro corde et casto corpore Jesu et Mariae semper facias castissime famulari. Amen.

Fac nos innocuam, Ioseph, decurrere vitam. Sitque tuo Semper tuta patrocinio.

Oh custodio y padre de vírgenes San José, a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María. Por estas dos queridísimas prendas, Jesús y María, te ruego y te suplico me alcances que, preservado de toda impureza, sirva siempre con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

Haz, oh José, que nuestra vida transcurra tranquila y que siempre sea segura bajo tu patrocinio.

AD SACRAM FAMILIAM
Iesu, Maria, Ioseph, vobis cor et animam meam dono.
Iesu, Maria, Ioseph, adstate mihi in extremo agone.
Iesu, Maria, Ioseph, in pace vobiscum dormiam et requiescam.

¡Jesús, José y María, Os doy el corazón y el alma mía!
¡Jesús, José y María, asistidme en vida y en mi última agonía!
¡Jesús, José y María, expire en paz con Vos el alma mía!

AD SANCTVM MICHAËLEM
Sancte Michaël Archangele, defende nos in proelio ut non pereamus in tremendo iudicio.

Oh San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla para que no perezcamos en el tremendo juicio.

AD SANCTVM ANGELVM CVSTODEM
Angele Dei, qui custos es mei, Me tibi commissum pietate superna: (hodie, hac nocte) illumina, custodi, rege, et guberna. Amen.

Ángel de Dios, que eres mi custodio: ya que la piedad de lo Alto me ha confiado a ti, ilumíname, guárdame, guíame, gobiérname.

AD OMNES ANGELOS ET SANCTOS
Omnes beatorum Spirituum ordines: orate pro nobis.
Omnes Sancti et Sanctae Dei: intercedite pro nobis.

Todos los órdenes de los bienaventurados espíritus: rogad por nosotros.
Todos los Santos y Santas de Dios: intercede por nosotros.

BENEDICTIO MENSAE
Benedic, Domine, nos (+) et haec (+) tua dona quae de tua largitate sumus sumpturi. Per Christum Dominum nostrum. Amen.

Iube, Domine benedicere.

(Ad prandium:) Mensae caelestis participes faciat nos, Rex aeternae gloriae. Amen.
(Ad coenam:) Ad cenam vitae aeternae perducat nos, Rex aeternae gloriae. Amen.

Bendícenos (+), Señor, y bendice (+) estos dones con los cuales seremos alimentados por tu largueza.

Manda, Señor, bendecirme

(A la comida:) Que el Rey de la gloria eterna nos haga partícipes de la mesa celestial. Amén.
(A la cena:) Que el Rey de la eterna gloria nos conduzca a la cena de la vida eterna. Amén.

PRO PAPA
Oremus pro Pontifice nostro Benedicto. Dominus conservet eum, et vivificet eum, et beatum faciat eum in terra, et non tradat eum in animam inimicorum eius.

V. Tú es Petrus.
R. Et super hanc petram aedificabo Ecclesiam meam.

Oremus. Deus, omnium fidelium pastor et rector, famulum tuum N., quem pastorem Ecclesiae tuae praeesse voluisti, propitius respice: da ei, quaesumus, verbo et exemplo, quibus praeest, proficere: ut ad vitam, una cum grege sibi credito, perveniat sempiternam. Per Christum, Dominum nostrum. R. Amen.

Roguemos por nuestro Pontífice Benedicto. El Señor le conserve y le guarde, le haga feliz en la tierra y no permita que caiga en manos de sus enemigos.

V. Tú eres Pedro.
R. Y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.

Oremos. Oh Dios, pastor y guía de todos los fieles, mira propicio a tu siervo Benedicto, a quien has querido hacer pastor y jefe de tu Iglesia; haz que con su ejemplo y su palabra aproveche a los que preside, y que en unión con la grey que te has dignado confiarle, consiga la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén.

PRO AGONIZANTIBVS
O Clementissime Iesu, amator animarum, obsecro te per agoniam Cordis tui sanctissimi et per dolores Matris tuae immaculatae lava in sanguine tuo peccatores totius mundi nunc positos in agonia et hodie (seu hac nocte) morituros. Amen.

Cor Iesu in agonia factum, miserere morientium.
Cor Mariae dolorossisimum, esto solacium omnibus agonizantibus.

Oh, clementísimo Jesús, Amador de las almas, suplícote por la Agonía de tu Corazón Santísimo, y por los Dolores de tu Madre Inmaculada, que laves en tu Sangre Preciosa,a todos los pecadores que estén agonizantes y hayan de morir en el día de hoy (o en esta noche).

Corazón agonizante de Jesús, tened misericordia de los moribundos.
Corazón dolorido de María, sed consuelo de todos los agonizantes.

PRO ANIMABVS DEFVNCTORVM
De profundis clamavi ad te, Domine; Domine exaudi vocem meam.
Fiant aures tuae intendentes in vocem deprecationis meae.
Si iniquitates observaveris,Domine, Domine, quis sustinebit?
Quis apud te propitiatio est, et propter legem tuam, sustinui te, Domine.
Sustinuit anima mea in verbo eius; speravit anima mea in Domino.
A custodia matutina usque ad noctem, sperat Israel in Domino.
Quia apud Dominum misericordia, et copiosa apud eum redemptio.
Et ipse redimet Israel ex omnibus iniquitatibus eius.

V. Requiem æternam dona eis, Domine.
R. Et lux perpetua luceat eis.
V. Requiescant in pace.
R. Amen.

Desde lo más profundo, yo clamo a ti, Señor, oye mi llamada.
Inclina tus piadosos oídos hacia mí y acoge mis súplicas.
Porque, si miras todos los pecados e injusticias cometidos, quién, Señor, podrá permanecer delante de Ti?
Por muy grandes que sean nuestros pecados la gracia de Dios es mucho mayor;Su mano nunca deja de ayudar por muy grande que sea el daño.Él solo es el buen pastor que redimirá a Israel de todos sus pecados.

V. Dadles, Señor, el descanso eterno.
R. Y que la luz perpetua les alumbre.
V. Que descansen en paz.
R. Amén.

Anima Christi
Anima Christi, sanctifica me.
Corpus Christi, salve me.
Sanguis Christi, inebria me.
Aqua lateris Christi, lava me.
Passio Christi, conforta me.
O bone Iesu, exaudi me.
Intra tua vulnera absconde me.
Ne permittas me separari a te.
Ab hoste maligno defende me.
In hora mortis meae voca me.
Et iube me venire ad te,
ut cum Sanctis tuis laudem te
in saecula saeculorum.
Amen.

Oración a San Miguel Arcángel en latín
Sancte Michael Archangele, defende nos in proelio, contra nequitiam et insidias diaboli esto praesidium.

Imperet illi Deus, supplices deprecamur: tuque, Princeps militiae coelestis, Satanam aliosque spiritus malignos, qui ad perditionem animarum pervagantur in mundo, divina virtute, in infernum detrude. Amen.
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.




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