CONSAGRACIÓN A MARÍA DE SAN JUAN PABLO II
Un vibrante vídeo sobre el papa polaco y la Virgen con la oración que elevó al consagrar el mundo al Inmaculado Corazón de María el 1984
La relación del papa Juan Pablo II con la Virgen María, a la que dedicó su lema Totus tuus, centra este último vídeo de la serie del papa polaco realizada con motivo de su canonización por la productora Fulton Sheen.
El vídeo incluye la oración de consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María, que él elevó el 25 de marzo de 1984 en Roma en unión a los obispos del mundo:
Oh, Madre de los individuos y de los pueblos,
Tú que conoces todos sus sufrimientos y sus esperanzas,
Tú que tienes el conocimiento materno de todas las batallas entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad
que afligen al mundo moderno,
acepta nuestra súplica que dirigimos a tu corazón
movidos por el Espíritu Santo,
nos dirigimos directamente a tu corazón:
abraza con amor de Madre este mundo nuestro que te confiamos y consagramos,
llenos de preocupación por el destino terrenal y eterno
de los individuos y de los pueblos.
¡Oh, pura, Inmaculada, de la escasez y de la guerra,
de la destrucción incalculable, libéranos.
De los pecados contra la vida humana desde su inicio, libéranos.
Del odio, libéranos.
De toda clase de injusticia en la vida social, nacional e internacional, libéranos.
De la facilidad para incumplir los mandamientos de Dios, libéranos.
De los intentos de ofuscar en los corazones humanos la verdad de Dios, libéranos.
De la pérdida de sentido del bien y del mal, libéranos.
De los pecados contra el Espíritu Santo, libéranos, libéranos.
Oh, Madre de los individuos y de los pueblos,
Tú que conoces todos sus sufrimientos y sus esperanzas,
Tú que tienes el conocimiento materno de todas las batallas entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad
que afligen al mundo moderno,
acepta nuestra súplica que dirigimos a tu corazón
movidos por el Espíritu Santo,
nos dirigimos directamente a tu corazón:
abraza con amor de Madre este mundo nuestro que te confiamos y consagramos,
llenos de preocupación por el destino terrenal y eterno
de los individuos y de los pueblos.
¡Oh, pura, Inmaculada, de la escasez y de la guerra,
de la destrucción incalculable, libéranos.
De los pecados contra la vida humana desde su inicio, libéranos.
Del odio, libéranos.
De toda clase de injusticia en la vida social, nacional e internacional, libéranos.
De la facilidad para incumplir los mandamientos de Dios, libéranos.
De los intentos de ofuscar en los corazones humanos la verdad de Dios, libéranos.
De la pérdida de sentido del bien y del mal, libéranos.
De los pecados contra el Espíritu Santo, libéranos, libéranos.
Oh, Madre de Cristo, permite que sea revelado
el infinito poder salvador de la Redención;
que eso detenga el mal.
¡Que tu Inmaculado Corazón revele para todos la luz de la esperanza!
Amén.
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