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sábado, 13 de abril de 2019

AVE MARIS STELLA



Promesas a Los Que Cantan "Ave Maris Stella"


 Promesas a quienes recen Ave Maris Stella

  Durante un levantamiento en Roma, un gentío llegó a la casa donde se hospedaba Santa Brígida. En seguida, la cabeza del bando habló violentamente de quemar viva a la santa. En ese instante, Santa Brígida recurrió a Nuestro Señor, preguntándole si ella debía huir y refugiarse en un lugar más seguro. 

Jesucristo la aconsejó diciendo que se quedara en ese mismo sitio. Jesús le dijo así: "No importa la premeditada acción que preparan de conspirar contra tu vida. Mi poder quebrantará la malicia de tus enemigos. Si Mis enemigos me crucificaron, es que Yo lo he permitido."

 Luego, Nuestra Santísima Madre añadió: "Reúnanse en grupo, y cantad el Himno, "AVE MARIS STELLA"; y yo os guardaré de todo peligro." (Este título significa: "SALVE, ESTRELLA DEL MAR")

Aquí les vamos a mostrar dos versiones, ambas son traducciones de latín realizada por distintas personas, ambas son válidas.



    AVE STELLA MARIS
(Salve, Estrella del mar)

Salve, Estrella del mar
Santa Madre de Dios
Y siempre Virgen,
Feliz puerta del cielo.

Cambiaste el nombre de Eva
Con el saludo de Gabriel
Estableciéndonos
en la perfecta paz.

Desata los nudos de los pecados,
Da luz a los ciegos,
Aleja nuestros males
Y alcánzanos los vienes.

Muestra tu esencia de Madre,
Y que reciba de ti,   
aquel que por nosotros,
deseo ser hijo tuyo.

¡Oh, Virgen hermosa! humilde,
Haz que ya sin culpa,
Permanezcamos humildes y castos.

Pureza de vida hoy danos,
Para un camino seguro;
Alegres y viendo a Jesús.

La Gloria y honor a Dios Padre,
Y a Cristo y al Espíritu Santo,
Los tres un mismo honor.
Amén.


Himno Ave Maris Stella Nº 1
(Salve, Estrella del mar)



Salve, del mar estrella,
Salve, madre sagrada
De Dios y siempre virgen.
Puerta del cielo santa.

Tomando de Gabriel

El Ave, Virgen alma,
Mudando el nombre de Eva,
Paces divinas trata.

La vista restituye,

Las cadenas desata,
Todos los males quita,
Todos los bienes causa.

Muéstrate madre, y llegue

Por ti nuestra esperanza
A quien, por darnos vida,
Nació de tus entrañas.

Entre todas piadosa,

Virgen, en nuestras almas,
Libres de culpa, infunde
Virtud humilde y casta.

Vida nos presta pura,

Camino firme allana;
Que quien a Jesús llega,
Eterno gozo alcanza.

Al Padre, al Hijo, al Santo

Espíritu alabanza;
Una a los tres les demos,
Y siempre eternas gracias.

Ave María Purísima, sin pecado concebida.


Ave María Purísima, sin pecado concebida.


Ave María Purísima, sin pecado concebida. 





Himno Ave Maris Stella Nº 2
(Salve, Estrella del mar)

Salve, Estrella de mar 
Gran Portal del cielo, 
Eres siempre Virgen 
Madre del Señor. 

Pronunciando el Ave 

La boca de Gabriel, 
Cambia de Eva el nombre, 
Y nos fundó en la paz. 

Desliga a los cautivos. 

Alumbra a los ciegos. 
Despide nuestros males. 
Danos dicha plena. 

Muéstrate ser Madre, 

Y ofrece nuestras preces 
Al Verbo Encarnado, 
En tu Seno Virginal. 

Virgen escogida, 

Madre más benigna, 
Presérvanos sin culpa, 
Virtuosos y apacibles. 

Pedimos vida pura. 

El camino asegura. 
Y ver a Jesucristo, 
En gozo sempiterno. 

Gloria a Dios Padre; 

Gloria a Dios Hijo; 
Y al Santo Espíritu, 
Dios, Uno y Trino. 
Amén. 

Ave María Purísima, sin pecado concebida.

Ave María Purísima, sin pecado concebida.

Ave María Purísima, sin pecado concebida. 


Segundo sermón de San Bernardo: 
"El ángel fue enviado"

  «Oh tú, quienquiera que seas, que sabes que estás expuesto a los peligros del tempestuoso mar de este mundo más que lo que gozas de la seguridad de la tierra firme, no alejes tus ojos del esplendor de esta Estrella, de María Estrella del Mar, a menos que desees ser devorado por la tempestad.

Si los vientos de las tentaciones surgen, si eres arrojado a las rocas de las tribulaciones, mira esta Estrella, llama a María.

Si eres arrojado aquí y allá en las oleadas del orgullo, de la ambición, de las calumnias, de la envidia, levanta la mirada hacia esta Estrella, llama a María.

Si tú, aterrorizado por la magnitud de tus crímenes, perplejo ante el impuro estado de tu conciencia, y sacudido por el temor de tu Juez, empiezas a ser engullido por el abismo de la tristeza o el hoyo de la desesperanza, piensa en María; en todos tus peligros, en todas tus dificultades, en todas tus dudas piensa en María, llama a María. No serás confundido si la sigues, no desesperarás si le rezas, no te equivocarás si piensas en ella».

«Alza tus pensamientos y juzga con qué afecto quiere Él que honremos a María que ha llenado su alma con la plenitud de su bondad, de modo que toda esperanza, toda gracia, toda protección del pecado que recibamos la reconozcamos como viniendo a través de sus manos». «Veneremos a María con todo nuestro corazón y todas nuestras oblaciones, pues esa es la voluntad de quien ha hecho que recibamos todo por medio de María». «Hijos míos, ella es la escalera para los pecadores, ella es Mí mayor confianza, ella es todo el fundamento de mi esperanza».

Santo Tomás en su ensayo sobre la Salutación Angélica dice:


  Ella es bendita entre todas las mujeres porque ella sola ha quitado la maldición de Adán, ha traído bendiciones a la humanidad, y ha abierto las puertas del Paraíso. Por eso es llamada María, nombre que significa “Estrella del Mar”, pues así como marineros conducen sus naves a puerto mirando las estrellas, así los Cristianos son llevados a la gloria por la intercesión de María».


San Buenaventura escribe en su Pharetra:


 «Oh Santísima Virgen, así como todo el que te odia y es olvidado por ti necesariamente perecerá, así todo el que te ama y es amado por ti necesariamente será salvado».

El mismo Santo en su Vida de San Francisco habla así de la confianza de éste en la Bienaventurada Virgen:

 «Amó a la Madre de nuestro Señor Jesucristo con un amor inefable, por ella nuestro Señor Jesucristo llegó a ser nuestro hermano, y por ella obtuvimos misericordia. Junto a Cristo colocó toda su confianza en ella, la miró como abogada propia y de su Orden y en su honor ayunó devotamente desde la fiesta de San Pedro y San Pablo hasta la Asunción».

 Con estos santos juntaremos el nombre del Papa Inocencio III, quien fue eminentemente distinguido por su devoción a la Virgen, y no sólo celebró sus grandezas en sus sermones, sino que construyó un monasterio en su honor, y lo que es más admirable, en una exhortación que dirigió a su grey para que confíen en ella, usó palabras cuya veracidad fue luego ejemplificada en su propia persona. Así habló en su segundo sermón sobre la Asunción:

 «Que el hombre que está sentado en la oscuridad del pecado mire la luna, que invoque a María para que ella interceda ante su Hijo, y le obtenga la compunción de corazón. Pues ¿quién que la haya alguna vez llamado en su desgracia no ha sido escuchado?».


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