SANTO ROSARIO MEDITADO
DESDE
EL CORAZÓN DE LA MADRE
MISTERIOS DOLOROSOS
(Martes
y viernes)
Por
la santificación de los sacerdotes y la unidad de las familias
Pbro.
Gustavo Elizondo Alanís
Ejemplar
gratuito
El
autor autoriza que este escrito se pueda reproducir libremente, respetando el
original, y se distribuya gratuitamente para fomentar entre las personas la
oración del Santo Rosario por la santificación de los sacerdotes y la unidad de
las familias.
AGRADECIMIENTO
A
Mons. Francisco Javier Chavolla Ramos, obispo de Toluca, por el apoyo que
presta para la difusión de la oración por la santidad y la conversión de los
sacerdotes, quien me animó y aconsejó convenientemente para la publicación de
este escrito.
A
las mujeres con corazón de madre, que han entregado su vida a Dios, como Madres
Espirituales en La Compañía de María, Madre de los sacerdotes, quienes rezan
con especial devoción el Santo Rosario, meditando los misterios desde el
corazón de la Madre, ofreciendo su vida ordinaria, sus oraciones y sacrificios,
haciendo obras de misericordia, en favor de la conversión y santidad de todos
los sacerdotes. Y especialmente a María Beatriz Arce de Blanco, fundadora de La
Compañía de María, sin cuya colaboración no hubiera sido posible la publicación
de este escrito.
MISTERIOS DOLOROSOS
(Martes
y viernes)
OFRECIMIENTO
Señor, te ofrecemos este
Rosario en compañía de nuestra Madre Santísima, como ofrenda para la conversión
y santidad del Santo Padre, los Cardenales, los Obispos, los Sacerdotes, los
Diáconos y los Seminaristas. Te pedimos por
la disposición de su corazón, para recibir al Espíritu Santo y todos los
dones y gracias que ellos no saben pedir, y que necesitan para llegar a ti. Te pedimos
también por las necesidades y la unión de nuestras familias. Amén.
ORACIÓN
Santísima Trinidad, Padre,
Hijo y Espíritu Santo, yo te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo
Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos
los sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él es ofendido.
Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón
de María, te pido la conversión de los pecadores.
Dios
mío,
yo creo, adoro, espero y te amo; te pido perdón por todos los que no creen, no
adoran, no esperan y no te aman (se repite 3 veces).
¡Oh
Jesús! Es por tu amor, por la conversión de los pobres
pecadores y en reparación por los ultrajes cometidos contra el Corazón
Inmaculado de Nuestra Madre Santísima. Amén.
PRIMER MISTERIO
LA
ORACIÓN DE JESÚS EN EL HUERTO
Y comenzó a afligirse y a
sentir angustia. Y les dijo: “Mi alma está triste hasta la muerte. Quédense
aquí y velen” (Mc 14, 34). Jesús oró, y lloró, y sudó, y en su sudor había
sangre. Y sufría mucho, pero asentía como aceptándolo todo.
Unidos en el Inmaculado
Corazón de la Madre, escuchemos sus palabras de dolor, y reparemos con actos de
amor, los actos de desamor cometidos contra el Sagrado Corazón de Jesús:
Hijos míos:
La tentación estaba siempre
a su alrededor, y podía haber renunciado, y podía haberse negado. Porque todo
le fue mostrado, y yo también pude verlo.
Vi el mundo destruido y a
los hombres muertos.
Vi lloridos y gemidos, y
rechinar de dientes.
Vi ríos de sangre mezclados
con lava.
Vi odio, vi dolor, vi desolación.
Y vi a Dios llorar y a su
obra destruida.
Y vi a Dios ser traicionado,
y burlado, y juzgado.
Y lo vi entregarse, y
sufrir, y morir, para recuperar la vida, y con Él, recuperar a todos los
hombres.
Y lo vi quedarse solo,
porque sus amigos lo habían abandonado. Y entonces entendí para qué nací: para
dar vida, para entregarme con el Hijo de mi vientre, que se entregaba Él mismo
como hombre y como Dios, para recuperar la vida de todos los hombres, para
acompañarlo y protegerlo con mi oración para apartarlo de toda tentación, y
ayudarlo a perseverar en su misión de salvación. Y dije sí. Y sentí una espada
clavarse en mi alma.
V. Padre
nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga
a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
R. Danos
hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos
del mal. Amén.
V. Dios
te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita
Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa
María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte. Amén.
AL TERMINAR CADA DECENA
V/. Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. Como
era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
V/. María,
Madre de gracia, Madre de misericordia.
R/. En
la vida y en la muerte ampáranos gran Señora.
¡Oh
Jesús mío!, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego
del infierno, lleva al cielo a todas las almas y socorre especialmente a las
más necesitadas de tu divina misericordia.
V/. Sagrado
Corazón de Jesús.
R/. En
ti confío.
V/. Inmaculado
Corazón de María.
R/. Inunda
a toda la humanidad con las gracias de tu llama de amor.
V/. Señor
San José.
R/. Ruega
por nosotros y protege a nuestras familias.
SEGUNDO MISTERIO
LA
FLAGELACIÓN DEL SEÑOR
Entonces los soldados del
procurador condujeron a Jesús al pretorio y se reunieron alrededor de Él (Mt
27, 27). Y Jesús fue azotado. Todo su cuerpo herido y flagelado. Acompañemos a
María, contemplando en el cuerpo de Jesús la culpa asumida por los pecados de los
hombres y, compadeciendo sus sufrimientos, pidamos la gracia de la fortaleza de
su corazón de madre:
Hijos míos:
Entonces Juan fue a
buscarme. Y, aunque no podíamos verlo, compartí con Él cada golpe, cada herida,
cada dolor, que pude soportar porque el Espíritu Santo estaba conmigo.
V. Padre
nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga
a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
R. Danos
hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos
del mal. Amén.
V. Dios
te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita
Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa
María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte. Amén.
AL TERMINAR CADA DECENA
V/. Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. Como
era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
V/. María,
Madre de gracia, Madre de misericordia.
R/. En
la vida y en la muerte ampáranos gran Señora.
¡Oh
Jesús mío!, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego
del infierno, lleva al cielo a todas las almas y socorre especialmente a las
más necesitadas de tu divina misericordia.
V/. Sagrado
Corazón de Jesús.
R/. En
ti confío.
V/. Inmaculado
Corazón de María.
R/. Inunda
a toda la humanidad con las gracias de tu llama de amor.
V/. Señor
San José.
R/. Ruega
por nosotros y protege a nuestras familias.
TERCER MISTERIO
LA
CORONACIÓN DE ESPINAS
Le desnudaron, le cubrieron
con una túnica roja, y le pusieron en la cabeza una corona de espinas que
habían trenzado, y en la mano derecha una caña (Mt 27, 28). Y Jesús fue
coronado de espinas, y burlado, y escupido, y golpeado en el rostro. Y fue
juzgado, y fue entregado para ser crucificado. Y calló, y soportó, y ofreció, y
aceptó. Compartamos con la Madre de Dios los mismos sentimientos de su corazón,
al contemplar el rostro hermoso y desfigurado del Rey de reyes y Señor de señores,
mientras el pueblo grita a una sola voz: ¡crucifícalo!:
Hijos míos:
Cuando pude acercarme tanto
para encontrarme con Él, sentí la espada clavarse más en mi alma al ver su
rostro desfigurado y la corona de la burla en su cabeza.
V. Padre
nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga
a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
R. Danos
hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos
del mal. Amén.
V. Dios
te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita
Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa
María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte. Amén.
AL TERMINAR CADA DECENA
V/. Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. Como
era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
V/. María,
Madre de gracia, Madre de misericordia.
R/. En
la vida y en la muerte ampáranos gran Señora.
¡Oh
Jesús mío!, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego
del infierno, lleva al cielo a todas las almas y socorre especialmente a las
más necesitadas de tu divina misericordia.
V/. Sagrado
Corazón de Jesús.
R/. En
ti confío.
V/. Inmaculado
Corazón de María.
R/. Inunda
a toda la humanidad con las gracias de tu llama de amor.
V/. Señor
San José.
R/. Ruega
por nosotros y protege a nuestras familias.
CUARTO MISTERIO
JESÚS
CON LA CRUZ A CUESTAS CAMINO DEL CALVARIO
Jesús volviéndose a ellas,
les dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloren por mí, lloren más bien por ustedes
mismas y por sus hijos” (Lc 23, 28).
Y Jesús caminó entre burlas
y tormentos, cargando en su hombro el peso de nuestros pecados, para ser
crucificado con ellos, para pagar nuestras culpas, para redimirnos, para
rescatarnos, para salvarnos.
Participemos en ese
encuentro de amor de la Madre con el Hijo, bajo el peso de la cruz, en el que
ella le confirma su presencia, su apoyo y su compañía, animándolo a resistir,
para cumplir su misión de salvación:
Hijos míos:
Yo lo vi cargar el peso en
su hombro y en su espalda. La sangre escurría hasta sus pies.
Y entonces entendí que nací
para Él, para acompañarlo, para compadecer y ofrecer y compartir con Él.
Y sentí un amor tan grande
por los hombres, que entendí que estaba compartiendo el deseo de Él. Y entonces
lo animé a seguir, a no renunciar. Y lo aparté de toda tentación con mi oración
suplicante. Y mi presencia le dio fuerza, porque el Espíritu Santo estaba
conmigo.
V. Padre
nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga
a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
R. Danos
hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos
del mal. Amén.
V. Dios
te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita
Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa
María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte. Amén.
AL TERMINAR CADA DECENA
V/. Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. Como
era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
V/. María,
Madre de gracia, Madre de misericordia.
R/. En
la vida y en la muerte ampáranos gran Señora.
¡Oh
Jesús mío!, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego
del infierno, lleva al cielo a todas las almas y socorre especialmente a las
más necesitadas de tu divina misericordia.
V/. Sagrado
Corazón de Jesús.
R/. En
ti confío.
V/. Inmaculado
Corazón de María.
R/. Inunda
a toda la humanidad con las gracias de tu llama de amor.
V/. Señor
San José.
R/. Ruega
por nosotros y protege a nuestras familias.
QUINTO MISTERIO
LA
CRUCIFIXIÓN Y MUERTE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Y le condujeron al lugar del
Gólgota, que significa “lugar de la calavera” (Mc 15, 22).
Y llegó y entregó la Cruz, y
se entregó con ella para ser crucificado. Y ahí estaba María. Un hombre la
acompañaba. Los dos lloraban, pero ella resistía con la mirada firme en los
ojos de Jesús.
Y lo clavaron y lo levantaron,
y estaba vestido de sangre. Contemplemos el corazón de la Madre, traspasado de
dolor, y meditemos con ella este misterio de amor:
Hijos
míos:
Había mucha gente y había
mucho ruido. Pero pude verlo todo. Lo desnudaron, y le clavaron las manos y le
clavaron los pies sin piedad. Lo maltrataron como si no fuera humano, mucho
menos Dios.
Lo levantaron como si fuera
de trapo. Lo colocaron en medio de dos hombres como si fuera un malhechor, como
si toda su bondad estuviera cubierta por un velo. Pero ellos eran los ciegos,
porque no veían y no sabían lo que hacían. Y entendí que nací para estar ahí,
para acompañarlo, para ayudarlo a cumplir con la misión para la que su Padre lo
había enviado.
A mi lado estaba Juan, que sufría
mucho, y yo lo consolaba. Entonces Él habló y me entregó con él, haciéndome
Madre. Y se entregó conmigo haciéndolos a todos hermanos, para hacerlos hijos de
Dios. Y entendí que para esto nací, y para esto nació Él. Y dije sí. Y en esta
entrega Él lo entregó todo, hasta su espíritu. Y se fue.
(Hacemos un momento de silencio)
Y entonces sentí una espada
atravesar mi alma. Pero tuve la fuerza para ir a buscar a mis hijos, a los que
Él llamó primero, a sus amigos, porque el Espíritu Santo estaba conmigo.
V. Padre
nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga
a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
R. Danos
hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos
del mal. Amén.
V. Dios
te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita
Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa
María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte. Amén.
AL TERMINAR CADA DECENA
V/. Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. Como
era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
V/. María,
Madre de gracia, Madre de misericordia.
R/. En
la vida y en la muerte ampáranos gran Señora.
¡Oh
Jesús mío!, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego
del infierno, lleva al cielo a todas las almas y socorre especialmente a las
más necesitadas de tu divina misericordia.
V/. Sagrado
Corazón de Jesús.
R/. En
ti confío.
V/. Inmaculado
Corazón de María.
R/. Inunda
a toda la humanidad con las gracias de tu llama de amor.
V/. Señor
San José.
R/. Ruega
por nosotros y protege a nuestras familias.
AL TERMINAR EL ÚLTIMO MISTERIO
Señor mío y Dios mío, te
ofrecemos este Padre nuestro y tres Avemarías por las intenciones del Papa,
para obtener la Indulgencia Plenaria a favor de las almas de los sacerdotes en
el Purgatorio. Perdona a los que se han alejado de ti, y por amor a ti,
renunciamos a todo afecto al pecado, aun el venial.
Padre nuestro…
Dios
te salve, María Santísima, hija de Dios Padre, Virgen purísima
antes del parto, en tus manos encomendamos nuestra fe para que la ilumines,
llena eres de gracia…
Dios
te salve, María Santísima, Madre de Dios Hijo, Virgen purísima en
el parto, en tus manos encomendamos nuestra esperanza para que la aumentes,
llena eres de gracia…
Dios
te salve, María Santísima, esposa de Dios Espíritu Santo, Virgen
purísima después del parto, en tus manos encomendamos nuestra caridad para que
la inflames, las necesidades de tu obra y las nuestras para que las remedies,
las almas de toda la humanidad para que las salves, llena eres de gracia…
Dios
te salve, María Santísima, templo, trono y sagrario de la
Santísima Trinidad, Virgen concebida sin la culpa original, alcánzanos, Virgen
pura, la perseverancia final.
SALVE
Dios te salve, Reina y
Madre, Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas. Ea pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros
esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de
Tu vientre. ¡Oh clemente, oh
piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa
Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas y divinas gracias
de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
LETANÍAS
Al Inmaculado Corazón de María
1.Señor, ten piedad...
2.Cristo, ten piedad...
3.Señor, ten piedad...
4.Cristo, óyenos.
5.Cristo, escúchanos
6.Dios Padre celestial,
Ten misericordia de nosotros.
7.Dios Hijo Redentor del
mundo,
Ten misericordia de nosotros.
8.Dios Espíritu Santo,
Ten misericordia de nosotros.
9.Santa Trinidad, un solo
Dios,
Ten misericordia de nosotros.
(La respuesta será: ruega por nosotros)
10.Santa María, Corazón
Inmaculado de María,
11.Corazón de María, lleno
de gracia
12.Corazón de María, vaso
del amor más puro
13.Corazón de María,
consagrado íntegro a Dios
14.Corazón de María,
preservado de todo pecado
15.Corazón de María, morada
de la Santísima Trinidad
16.Corazón de María, delicia
del Padre en la Creación
17.Corazón de María,
instrumento del Hijo en la Redención
18.Corazón de María, la
esposa del Espíritu Santo
19.Corazón de María, abismo
y prodigio de humildad
20.Corazón de María,
medianero de todas las gracias
21.Corazón de María,
latiendo al unísono con el Corazón de Jesús
22.Corazón de María, gozando
siempre de la visión beatífica
23.Corazón de María,
holocausto del amor divino
24.Corazón de María, abogado
ante la justicia divina
25.Corazón de María,
traspasado de una espada
26.Corazón de María,
coronado de espinas por nuestros pecados
27.Corazón de María,
agonizando en la Pasión de tu Hijo
28.Corazón de María,
exultando en la resurrección de tu Hijo
29.Corazón de María,
triunfando eternamente con Jesús
30.Corazón de María,
fortaleza de los cristianos
31.Corazón de María, refugio
de los perseguidos
32.Corazón de María,
esperanza de los pecadores
33.Corazón de María,
consuelo de los moribundos
34.Corazón de María, alivio
de los que sufren
35.Corazón de María, lazo de
unión con Cristo
36.Corazón de María, camino
seguro al Cielo
37.Corazón de María, prenda
de paz y santidad
38.Corazón de María,
vencedora de las herejías
39.Corazón de María, de la
Reina de Cielos y Tierra
40.Corazón de María, de la
Madre de Dios y de la Iglesia
41.Corazón de María, que por
fin triunfarás
Cordero de Dios que quitas
el pecado del mundo,
Perdónanos Señor
Cordero de Dios que quitas
el pecado del mundo,
Escúchanos Señor
Cordero de Dios que quitas
el pecado del mundo,
Ten misericordia de nosotros.
- Ruega por nosotros Santa
Madre de Dios para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor
Jesucristo
Oremos
Tú que nos has preparado en
el Corazón Inmaculado de María una digna morada de tu Hijo Jesucristo,
concédenos la gracia de vivir siempre conformes a sus enseñanzas y de cumplir
sus deseos. Por Cristo tu Hijo, Nuestro Señor. Amén.
ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL
San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la lucha, sé nuestro amparo contra la perversidad y las
asechanzas del demonio, que Dios manifieste su poder sobre él, es nuestra
humilde súplica. Y tú, ¡oh Príncipe de la milicia celestial! con la fuerza que
Dios te ha conferido, arroja al infierno a satanás y a los demás espíritus
malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas.
Amén.
ORACIÓN POR EL PAPA
Padre eterno, por el
sacrificio de tu amadísimo Hijo y el dolor del Corazón Inmaculado de María,
dígnate mirar a este humilde sacerdote, que por amor se entrega en sacrificio
para la salvación de tu Santa Iglesia.
Que sus blancas vestiduras
lo revistan con tu Espíritu Santo y lo fortalezcan, para cumplir la misión que
tu amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, le ha encomendado.
Que por su silencio sean
silenciados los gritos y llantos de tantos y por su palabra sean consolados y
guiados a la verdad todos los que lo escuchan.
Que por su cansancio sean
redimidas todas las almas que dirigen el rumbo de la humanidad perdida y sean
encontradas las almas de tantos que claman tu perdón.
Que por su diaria entrega
sea derramada tu misericordia en el agua y la sangre que emana de cada corazón
unido al de Cristo, en cada donación de amor de mártires y santos del mundo que
con él se donan para cantar tu gloria.
Padre, Dios Padre, por tu
Hijo, Dios Hijo y por tu Espíritu, Dios Espíritu Santo, sean escuchadas las
plegarias de su santidad el Papa, y tornes a él tu amor y misericordia con tu
eterna bondad y benevolencia.
Que tu compasión lo consuele
y lo restablezca y tu protección permanezca en él y en su perseverancia en amor
y santidad. Te lo pedimos, ofreciéndote con tu Hijo entregarnos en las manos
Inmaculadas de María, para unirnos en comunión y oración. Amén.
ORACIÓN POR LOS SACERDOTES
Madre Inmaculada, siempre
Virgen María. Madre de la gracia, Madre de todas las gracias. Madre de todos
los hombres, Madre de Dios.
Te acompaño y contigo
ofrezco a tu Hijo, inmolado en la cruz, y junto con Él a todos los sacerdotes y
las vidas consagradas, para que este sacrificio purifique y redima a las almas
de todos los pecadores, y que, por la pasión y resurrección de tu Hijo, sean transformadas
por el Espíritu Santo, y llevadas al Padre, para su mayor gloria.
Te pido, Madre mía, tu
especial protección, para el Papa, los obispos y sacerdotes, fieles
representantes de tu Hijo, y para todas las almas que por él han sido llamadas
a la vida consagrada. Derrama sobre ellos todas tus gracias, para que, habiendo
renunciado a los placeres de este mundo, para entregarse totalmente al servicio
de tu Hijo, sean santos en esta vida, practicando la perfección de las virtudes
diarias.
Que perseveren en esa
santidad y, unidos al amor del Sagrado Corazón de Jesús, alcancen con él y con todas
las almas la vida eterna. Te pido que consigas para ellos los dones, frutos y
carismas del Espíritu Santo, para que fortalezcan su entrega diaria y su fe. Te
doy gracias por tu amor maternal, y por tu constante presencia en todas las
Santas Misas y en todo momento. Me ofrezco enteramente a ti, con toda mi
voluntad y mi amor por ellos. Amén.
ORACIÓN A SAN JOSÉ POR LAS VOCACIONES SACERDOTALES
¡Oh San José!, fiel, casto y
justo esposo de María, Madre de Nuestro Señor Jesucristo, dígnate concedernos
tu poderosa intercesión, para que Dios Padre envíe más obreros a su mies,
verdaderas y santas vocaciones al sacerdocio.
Custodia las vocaciones de
los que han sido llamados a vivir en el mundo sin ser de este mundo, para que
sepan renunciar a los placeres y pasiones del mundo, para servir en total
pobreza, castidad y obediencia a la voluntad de Dios, y sean configurados con
Cristo, y por Él, con Él y en Él, sean unidos a la Santísima Trinidad por los
lazos indisolubles del Espíritu.
Consíguenos para ellos, por
tus méritos y tu ejemplo, los dones y gracias que necesitan para que ejerzan un
ministerio santo, cumpliendo en virtud y perfección las promesas de pobreza,
castidad y obediencia, que en conciencia y libre voluntad hicieron a Dios el
día de su ordenación, cuando al ser desposados con la Santa Iglesia se
comprometieron a servirla en total fidelidad y entrega.
Te pedimos, ¡oh benigno y
sapientísimo protector!, que custodies los corazones de nuestros seminaristas y
sacerdotes, para que sean preservados en la inocencia, en la pureza y en el
celo apostólico del amor, y sean íntegros, virtuosos y santos.
Imploramos a ti, San José, esposo
de nuestra Madre Santísima, virgen, inmaculada y pura, que acojas y adoptes a
cada vocación como a tu hijo Jesús, y lo dirijas y lo enseñes a construir su
cruz, con su trabajo y su esfuerzo diario, renunciando a sí mismo, para
abrazarla y seguir a Jesús, para con él ser Cristo, y conducir a todas las
almas a Dios, en la esperanza de la gloria en su resurrección. Amén.
DULCE MADRE
Dulce Madre, no te alejes,
tu vista de mí no apartes, ven conmigo a todas partes, y nunca solo me dejes.
Ya que me proteges tanto,
como verdadera Madre, haz que me bendiga el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo.
Amén.
ORACIÓN PARA PEDIR LA COMPAÑÍA DE MARÍA
PARA CADA SACERDOTE
Señor mío y Padre mío: Yo te
amo con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente, con todas mis
fuerzas. Y con ese amor te pido la compañía de María para cada sacerdote. Te lo
pido con insistencia y con fe, por los méritos de su maternidad divina y los
del sacrificio único y eterno de tu amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
ANGELUS
V/. El
Ángel del Señor anunció a María.
R/. Y
concibió por obra del Espíritu Santo.
Dios
te salve, María...
V/. He
aquí la esclava del Señor.
R/. Hágase
en mí según tu palabra.
Dios
te salve, María...
V/. Y el
Verbo se hizo carne.
R/. Y
habitó entre nosotros.
Dios
te salve, María...
V/. Ruega
por nosotros, santa Madre de Dios.
R/. Para
que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oremos:
Te rogamos, Señor, que
derrames tu gracia en nuestras almas, para que, los que por el anuncio del
ángel hemos conocido el misterio de la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo,
por su pasión y su Cruz seamos llevados a la gloria de la Resurrección. Por el
mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
REGINA CAELI
Benedicto
XIV estableció, en 1742, que durante el tiempo Pascual (de la Resurrección
hasta Pentecostés) se sustituyera el rezo del Ángelus por la antífona “Regina
Caeli”.
V/. Reina
del cielo alégrate; aleluya.
R/. Porque
el Señor a quien has merecido llevar; aleluya.
V/. Ha
resucitado según su palabra; aleluya.
R/. Ruega
al Señor por nosotros; aleluya.
V/. Gózate
y alégrate, Virgen María; aleluya.
R/. Porque
verdaderamente ha resucitado el Señor; aleluya.
Oremos:
Oh Dios, que, por la
resurrección de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de
alegría, concédenos por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a los
gozos eternos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
¡Todo por amor de Dios!
‘LA COMPAÑÍA DE MARÍA, MADRE DE LOS SACERDOTES
Es un grupo de laicos, en
donde mujeres con corazón de madre, con vocación a la Maternidad Espiritual, a
imagen de Santa María, y también varones, con vocación de Custodios, a imagen
de San José, ofrecen sus oraciones y los que haceres de su vida ordinaria por
la santidad de los sacerdotes (Cf. Código de Derecho Canónico, cc. 214 y 215).
No hay comentarios:
Publicar un comentario