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miércoles, 18 de agosto de 2021

BAUTISMO DE DESEO Y EMERGENCIA MODO DE HACERLO

BAUTISMO DE DESEO Y EMERGENCIA



MODO DE HACERLO

 

Vosotros sí podéis Bautizar a estos niños. Escucha: 

1. Una oración de Bautismo de deseo y emergencia, con agua bendita y diciendo nombres además… que vale para los nacidos ya muertos.

(Señal +)


1º: Reza un CREDO;


Credo de los Apóstoles

2º: Después, toma agua bendita y la rocías por todas partes, diciendo: “A TODOS VOSOTROS NACIDOS MUERTOS DE DÍA Y DE NOCHE, Y A TODOS LOS QUE VAIS A NACER MUERTOS, Y TAMBIÉN A TODOS LOS QUE SOIS MATADOS EN EL SENO DE VUESTRAS MADRES Y VAIS A SER MATADOS, A FIN DE QUE ALCANCÉIS POR MEDIO DE JESUCRISTO LA VIDA ETERNA… (se dice un nombre de pila o muchos, según los que se quieran bautizar; María, José, Pilar, etc.);


3º: YO OS BAUTIZO EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO (a la vez que se hace con la mano la Cruz +, como bendición)

Dios hará que el agua bautismal caiga sobre las cabezas de los bautizados y les dará a cada uno su nombre. Según la medida de fe en vuestras oraciones, se os darán esas almas pequeñitas a quienes abristeis el cielo.


4º: AL FINAL REZAR:

 UN PADRE NUESTRO, UN AVE MARÍA Y UN GLORIA.

Jesús, María, Os Amo. Salvad Almas.

* * *

2. Otra oración de Bautismo de Deseo, más simple, por la Sangre de Cristo y sin agua, que vale para los que mueren después de nacer sin ser bautizados.


ORACIÓN

¡Padre Eterno!, Por El Inmaculado Corazón de María, Os ofrezco la Sangre Preciosísima de Nuestro Señor Jesucristo, para que sean lavados en ella; todos los niños nacidos que han muerto sin bautismo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén. 

Padre Nuestro, Ave María y Gloria. 

"Jesús, María, Os Amo. Salvad Almas".



DOCUMENTO

Hace poco, nos escribió una señora, madre de seis hijos, un alma heroica y muy sufrida, lo siguiente: “Yo iba en autobús, sentada junto a la ventana y rezando el Santo Rosario. De repente brilla una luz y veo junto a mí a Jesús, que me dice: ¡Mira la cueva de asesinos!


DOCUMENTO

Hace poco, nos escribió una señora, madre de seis hijos, un alma heroica y muy sufrida, lo siguiente: “Yo iba en autobús, sentada junto a la ventana y rezando el Santo Rosario. De repente brilla una luz y veo junto a mí a Jesús, que me dice: !Mira la cueva de asesinos!

Miro por todas partes y digo: Señor, por la derecha no hay sino campo. Quizás, ¿será esto aquí donde se puede leer Clínica Ginecológica?, y dice Jesús: “¡Sí, esta es! de tales hay varias y habrá más todavía. Reza por los médicos y por todos los que están colaborando, sobre todo por las madres que matan a sus hijos y los hacen matar antes de dar a luz. Hoy por la noche te diré más a este respecto.”

Durante la noche el Señor me mostró un cuadro espantoso: Vi la tierra cubierta de pequeñísimos cadáveres de niños. Era tan horripilante el espectáculo, que escribí en mis apuntes: “Veo la matanza de los niños de Belén, pero mil y millones de veces más grande”. Lloré al ver este cuadro terrible.

El Señor me dijo: “El espíritu de impureza ha llegado a todas las puertas, y casi todas les dieron entrada. !Ay! de los que le escuchan. De la noche a la mañana se hundirán juntamente con sus casas en el abismo del pecado. Están visitando los cementerios para rezar en la tumba del hijo único… que Dios se llevó, siendo su propiedad, pero no lloran por los otros cruelmente asesinados. Al contrario, llegará un tiempo en que crean que están haciendo un favor a Dios y a los hombres, matando a esos pequeños. !Benditas todas las casas en que vive un alma víctima que se entrega a Dios en expiación por tantos pecados!”

Después vi en el firmamento innumerables cabecitas de niños. Dije: ¿Señor, estas no son cabezas de ángeles? Jesús contestó: “No, son aquellos pequeñitos que fueron asesinados. Ellos serán los acusadores en el Juicio.”

Pregunté: ¿Señor, por qué me dijisteis esto a mí y me lo dejasteis ver? Sé que estos niños nunca van a ver a Dios.

Jesús me dijo: “María, tú tendrás que cumplir una gran misión. Esos pequeños, sí pueden llegar a la visión beatífica de Dios. Propaga lo que voy a Decirte. Dilo también a mis sacerdotes, van a contradecirte, pero en el transcurso del tiempo, lo reconocerán y lo practicarán para la felicidad de los niños.”

Durante la noche el Señor me mostró un cuadro espantoso: Vi la tierra cubierta de pequeñísimos cadáveres de niños. Era tan horripilante el espectáculo, que escribí en mis apuntes: “Veo la matanza de los niños de Belén, pero mil y millones de veces más grande”. Lloré al ver este cuadro terrible.

El Señor me dijo: “El espíritu de impureza ha llegado a todas las puertas, y casi todas les dieron entrada. ¡Ay! de los que le escuchan. De la noche a la mañana se hundirán juntamente con sus casas en el abismo del pecado. Están visitando los cementerios para rezar en la tumba del hijo único… que Dios se llevó, siendo su propiedad, pero no lloran por los otros cruelmente asesinados. Al contrario, llegará un tiempo en que crean que están haciendo un favor a Dios y a los hombres, matando a esos pequeños. !Benditas todas las casas en que vive un alma víctima que se entrega a Dios en expiación por tantos pecados!”

Después vi en el firmamento innumerables cabecitas de niños. Dije: ¿Señor, estas no son cabezas de ángeles? Jesús contestó: “No, son aquellos pequeñitos que fueron asesinados. Ellos serán los acusadores en el Juicio.”

Pregunté: ¿Señor, por qué me dijisteis esto a mí y me lo dejasteis ver? Sé que estos niños nunca van a ver a Dios.

Jesús me dijo: “María, tú tendrás que cumplir una gran misión. Esos pequeños, sí pueden llegar a la visión beatífica de Dios. Propaga lo que voy a Decirte. Dilo también a mis sacerdotes, van a contradecirte, pero en el transcurso del tiempo, lo reconocerán y lo practicarán para la felicidad de los niños. 

La misma señora cuenta: “Cuando estuve otra vez en cinta (ya era el sexto mes), el médico me dijo que mi hijo iba a nacer muerto. Angustiada pensé ¿cómo voy a Bautizar a mi hijito? Y me vino la idea de echar agua sobre mi vientre diciendo: “Rafaelito yo te bautizo en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” y añadí “Señor haz llegar el agua sobre la cabeza del niño.”

Un año más tarde, tuve que sufrir una grave operación, al despertar de la narcosis, vi junto a mi cama un niño bellísimo. Le pregunté: ¿Quién eres tú, mi angelillo? Me contestó: Soy tu hijo Rafael, pues con el Bautismo, me abristes el cielo. He rezado por ti para que te cures. Dios me dio el permiso de aparecerte para consuelo tuyo y para confirmarte mi salvación. Adiós, mamaíta ¡adiós!

A un alma privilegiada llamada Mamá Vogl, le dijo el Señor: “¿Oíste hablar del BAUTISMO DE DESEO? Siempre puedes mantener el deseo de que todos los niños que nacen queden bautizados. Con tu voluntad puedes administrarles el Bautismo de emergencia. Además, puedes ofrecer en cada momento al Padre Celestial Mi Sangre preciosa por todos los niños que murieron sin Bautismo, a fin de que sean lavados en Mi Sangre. ¡Hija mía, he prodigado todo Mi Amor, sin retener nada para Mí!”

En otra oportunidad, volvió el Señor a hablarle del BAUTISMO DE DESEO, aplicable a todos los niños que nacen. “Tú puedes, -dijo el Señor- amarme con mi Amor, que no tiene límites por todos los humanos. ¡Hazlo por todo mi Amor! ?Oíste hablar del BAUTISMO DE DESEO? Siempre puedes tener el deseo de que todos los niños que nacen, reciban el Santo Bautismo. Tú puedes administrarles, con tu voluntad, el Bautismo de emergencia.”  (Con la oración siguiente):


ORACIÓN

¡Padre Eterno!, Por el inmaculado Corazón de María, Os ofrezco la Sangre Preciosísima de Nuestro Señor Jesucristo, para que sean lavado en ella; todos los niños nacidos que han muerto sin bautismo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén. 

Padre Nuestro, Ave María y Gloria. 

Hace pocos años murió una religiosa anciana en un convento de Alemania. Ya estaba agonizando. De repente, se iluminó su rostro y mirando con ojos maravillados a lo lejos, exclamó: “¡Oh, tantos niños negritos, tantos niños negritos! Me están buscando para llevarme al cielo.” Las otras hermanas que presenciaron el hecho, no vieron nada, pero sí oyeron sus palabras y vieron el rostro radiante de la moribunda.

Después recordaron que la anciana tenía la costumbre de dar todas las noches, antes de acostarse, el agua bendita a los niños negritos no bautizados en el África. Habían venido estos mismo niños bautizados de lejos a buscar a su bienhechora. Es en verdad una maravillosa confirmación de lo antes expuesto.

Comentario

Cuando llegó a mí este documento, por la gracia actual de Dios, creí inmediatamente en la comunicación y enseñanza de Nuestro Señor, la cual no tiene nada en contra de la Revelación ni añade nada a lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica sobre las tres clases del Bautismo cristiano.


·        El Bautismo de agua: el más usual (1256, 1257).

·        El Bautismo de sangre: quien muere por la fe de Cristo sin haber recibido el Bautismo, (mártires).

·        Este Bautismo, como el Deseo del Bautismo, produce los frutos del Bautismo sin ser sacramento (1258). “A los catecúmenos que mueren antes de su Bautismo, el deseo explícito de recibirlo… les asegura la salvación que no han podido recibir por el sacramento” (1259). “Cristo murió por todos… y ofrece a todos la posibilidad de que, de un modo conocido sólo por Dios… todo hombre que ignorando el Evangelio de Cristo y su Iglesia… puede ser salvado, pues se puede suponer que habrían deseado el Bautismo si hubiesen conocido su necesidad” (1260).

* En cuanto a LOS NIÑOS MUERTOS SIN BAUTISMO, la iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia divina… que quiere que todos los hombres se salven (1Tm. 2,4) y la ternura de Jesús con los niños que le hizo decir: “Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis” (Mc. 10,14), nos permite confiar en que haya un camino de salvación para los niños que mueren sin Bautismo.” (1261).

Y ese “camino de salvación” ¿no podrá ser la presente oración que Nuestro Señor nos enseña en este documento, cuando hay 80 millones al año, de niños que son abortados, y otros (x) millones que mueren de hambre, guerras, enfermedad y eventos? ¿No podrá ser esta revelación privada una ayuda que Nuestro divino Redentor le ofrece a estas víctimas mártires de estes últimos tiempos, como justicia y compensación a no haber podido llegar a nacer, y morir injustamente, procurándoles la unión beatífica con Dios directamente en el cielo, con estas oraciones que “producen los frutos del Bautismo sin ser sacramento?” (1258).

R. P. Rahner, teólogo del Vaticano II, dice: “Las revelaciones privadas no son un lujo para la iglesia, son un imperativo que dice cómo debe comportarse la iglesia en una situación histórica dada”: lo cual está de acuerdo con el Catecismo I.C.: “La revelación privada no mejora o completa la Revelación definitiva de Cristo, sino que la ayuda a vivir más plenamente en una cierta época de la historia.” (67).

Al Magisterio de la Iglesia y al sentir de los fieles (sensus fidelium) les corresponde discernir… pero mientras sí y mientras no, aquí está el documento para quien desde la fe, quiera tomar y practicar estas oraciones a modo de Bautismo de deseo y emergencia.


TESTIMONIO

Desde 1988 hago a diario estas oraciones para bautizar a los niños que mueren sin Bautismo, haciendo lo que dice Nuestro Señor en el documento; y al decir el nombre, tomo el contador del Santo Rosario y digo o pienso tres nombres de corta pronunciación por cada cuenta, por ejemplo: Jesús, María,l José, y paso una cuenta, Jesús, María, José, y paso otra cuenta, etc…, así paso un contador entero de Rosario (55 cuentas) en un minuto, que multiplicado por tres, son 165 nombres. De esta forma doy varias vueltas al contador del Rosario según  el tiempo que puedo dedicar a esta oración, con lo que consigo que cientos y miles de niños (as) que han muerto sin ser bautizados ese día, vayan sus almas al cielo a gozar de Dios y Nuestra Bendita Madre, la cual en algunos momentos me ha animado a perseverar en estas oraciones, a saber:

Una vez que dejé de practicarlas por falta de tiempo y tener demasiadas oraciones que hacer, la Madre me avisó a través de una persona en éxtasis (17-1-96) diciéndome: “Hijo mío, escucha mis Palabras porque quiero que lleguen a tu corazón… Hay muchos hermanos que necesitan Bautismo, Bautismo no sólo hijo mío, de agua, también de Amor y de Fe”. Esto fue para mí una confirmación más de la autenticidad de este documento, pues tal persona no me conocía de nada y nadie sabía si yo hacía esta oración o no.

En otra ocasión, el (29-1-97) del mismo modo, me dijo: “!Sigue hijo mío! !Sigue haciendo la corona de ángeles a Mi alrededor …, sigue formando esa corona de almas pequeñas que tú atraes hacia Mí, y que forman Mis delicias! !Sigue caminando y no te canses!”.

El (11-12-99) un sacerdote, le recomendó a una tercera persona que practicaba estas oraciones, no las hiciera, (lo cual causó en tal sujeto, una pérdida de la fe en esta revelación privada, además de los muchos niños que se quedaron sin recibir el Bautismo por este medio y persona). Hablando con Nuestra bendita Madre en la oración y sobre este punto, entendí que me dijo: No te escandalices de la fe de ese sacerdote, hijo mío, por el juicio gratuito que ha hecho de ese documento, pide por él y tantos como él; y tú sigue en la fe que Yo te ha dado, y sigue practicando esas oraciones por los niños que han muerto sin ser bautizados de todas las religiones y de todo el mundo, porque a Dios nadie le debe decir cómo debe actuar con los hombres. Ora por ese sacerdote para que Mi divino Hijo le de la luz”.

Esto recuerda lo que dice Nuestro Señor en el documento: “Dilo también a mis sacerdotes, que van a contradecirte...” y además confirma, que esas oraciones de Bautismo, no son sólo por los niños de los cristiano, sino de todas las religiones y de todo el mundo. Dice Jesús: “Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y discretos y las revelaste a las gentes sencillas”. (Mt. 11,25)

Últimamente redactando este folleto entendí que nuestra bendita Madre me dice: “Hijo mío, quiero que sepas que las almitas de esos niños muertos sin bautizar están esperando en el Limbo, que alguien con fe les dé el Bautismo de deseo para poder pasar a la Bienaventuranza del Padre Eterno en la Santísima Trinidad”. El que quiera creer que crea, pero con estas oraciones podemos ganar el Cielo para miles de almas, a las que Jesús les podrá decir como al buen ladrón: !Hoy estarás conmigo en el Paraíso! (Lc. 23,43).

Nota: En el documento se recomiendan dos oraciones distintas:

1. Una oración de Bautismo de deseo y emergencia, con agua bendita y diciendo nombres además… que vale para los nacidos ya muertos.

2. Otra oración de Bautismo de Deseo, más simple, por la Sangre de Cristo y sin agua, que vale para los que mueren después de nacer sin ser bautizados.

 


jueves, 12 de agosto de 2021

Oración por la Asunción de la Virgen



 

Oración por la Asunción de la Virgen

 

Alégrate y gózate Hija de Jerusalén

mira a tu Rey que viene a ti, humilde,

a darte tu parte en su victoria.

 

Eres la primera de los redimidos

porque fuiste la adelantada de la fe.

 

Hoy, tu Hijo, te viene a buscar, Virgen y Madre:

“Ven amada mía”,

te pondré sobre mi trono, prendado está el Rey de tu belleza.

Te quiero junto a mí para consumar mi obra salvadora,

ya tienes preparada tu “casa” donde voy a celebrar

las Bodas del Cordero:

 

• Templo del Espíritu Santo

• Arca de la nueva alianza

• Horno de barro, con pan a punto de mil sabores.

 

Mujer vestida de sol, tu das a luz al Salvador

que empuja hacia el nuevo nacimiento

Dichosa tú que has creído, porque lo que se te ha dicho

de parte del Señor, en ti ya se ha cumplido.

 

María Asunta, signo de esperanza y de consuelo,

de humanidad nueva y redimida, danos de tu Hijo

ser como tú llenas del Espíritu Santo,

para ser fieles a la Palabra que nos llama a ser,

también como tú, sacramentos del Reino.

 

Hoy, tu sí, María, tu fiat, se encuentra con el sí de Dios

a su criatura en la realización de su alianza,

en el abrazo de un solo sí.

 

Amén.



TRIDUO A LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

 

 

TRIDUO A LA ASUNCIÓN DE

 LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

Se dará principio con la señal de la cruz 


Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Criador, Padre y Redentor mío, en quien creo, en quien espero, a quien amo más que a mi alma, más que a mi vida y más que a todas las cosas: por ser Vos quien sois, y por vuestra bondad infinita, a mí me pesa, pésame mi Dios de todo corazón de haberos ofendido: propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Os ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados; y así como os lo suplico, así confío en vuestra divina bondad y misericordia infinita me los perdonaréis por los merecimientos de vuestra preciosísima Sangre, Pasión y Muerte, me daréis gracia para enmendar mi vida y para perseverar en vuestro santo servicio hasta la hora de mi muerte. Amén.

ORACIÓN PREPARATORIA

¡Oh Reina de los ángeles y dulce encanto de los serafines! ¡Oh Madre amabilísima de mi alma y tierno objeto de mi amor! Aquí me tenéis ante vuestras soberanas plantas. Atraído dulcemente de los más vivos deseos de honraros y glorificaros con todo mi corazón en la próxima solemnidad de vuestra preciosa muerte y gloriosisima Asunción a los cielos; para que entrando de este modo en el espíritu que anima a la Santa Iglesia al tributaros en estos días tan solemnes cultos, merezca ser participante de aquellas gracias que tan copiosamente derramáis sobre vuestros devotos en el día de vuestro triunfo.

Ea, pues, Madre mía; alumbrad mi entendimiento y encended mi voluntad para que, contemplando devotamente la inefable alegría que sintió vuestro corazón y los dulces sentimientos que enajenaron vuestra Benditísima alma al anunciaros un ángel de parte de vuestro Hijo el fin de vuestro destierro, me prepare y disponga para celebrar dignamente vuestra festividad. Y pues también ha de llegar un día para mí en el que he de abandonar este miserable mundo, desde ahora os pido me amparéis en aquella hora decisiva de mi eterna suerte.

Esta es la gracia, Madre mía, que espero alcanzar de vuestra misericordiosa liberalidad en el día de vuestro más glorioso triunfo, y a este fin dirijo y ordeno todos los ejercicios y actos de piedad con que en estos días os honrare. Y ya que la mejor disposición para una buena muerte es una vida santa y virtuosa, dignaos, Madre de mi alma, adornar mi corazón con las virtudes de que Vos conocéis tengo mayor necesidad.

 Alcanzadme sobre todo una fe viva, una esperanza firme y una caridad ardiente, el desapego de los bienes terrenos, el espíritu de oración, un grande amor a Vos y tierna confianza en vuestra protección y perseverancia final. No desechéis ¡oh Madre de Dios! mis humildes súplicas, antes bien atendedlas favorablemente. Amen.


DIA PRIMERO

CONSIDERACIÓN:

Considera, alma mía, los ardientes deseos que tendría la Santísima Virgen de salir de este mundo y de gozar para siempre de la dulce compañía de su amantísimo Hijo. Estaría exclamando continuamente con David: « ¡Oh cómo se alarga mi destierro! ¡Cómo se prolonga mi habitación en este mundo!» ¡Qué suspiros, pues, exhalaría esta inocente paloma desde su retiro para ver y gozar de su Amado! 

Y, en verdad, ¿qué cosa podía entretener y divertir en este valle de lágrimas el purísimo corazón de esta Señora, estando destinada para ser Reina de los cielos? ¿Qué consuelo podía tener en este destierro viéndose privada de la dulce compañía de su amado Hijo? El amor que tenía a la Iglesia recién nacida podía en alguna manera detenerla en este mundo; pero como la veía establecida y extendida por todo el universo, deseaba ya partirse de este destierro, y mucho más sabiendo que desde el cielo podía socorrerla aún mejor.

¡Qué largos, pues, le parecerían sus días y cuán prolongada su habitación en este mundo! Llegábase entre tanto el momento dichoso y feliz en que el Señor había determinado premiar a su bienaventurada Madre; y así tres días antes la envió un ángel que la anunciara su cercana muerte, trayéndola una palma en señal de la victoria. ¿Y quién podrá explicar la alegría que entonces inundó su corazón? ¿Qué gozo tan grande no se apoderaría de su Benditísima alma? Trasportada en un éxtasis amoroso, y arrebatada en vivísimos deseos de poseer a su Dios, exclamaría mejor que David: «Mi corazón se ha alegrado con esta nueva celestial; iré a la casa de mi amado Hijo, y gozaré de su presencia por toda una eternidad.»

 Anegada quedó la Santísima Virgen en un mar de dulzuras al recibir esta noticia, y su corazón purísimo abrasado en amor divino se encendía más y más al considerarse tan cercano de ser morador de la Jerusalén celestial. Dios era el único objeto de su amor, y este amor era proporcionado al altísimo conocimiento que de Él tenía.

Si pues el amor tiende a unir al amante con el objeto amado, haciendo que en esta unión encuentre el que verdaderamente ama su dicha y felicidad, ¿quién podrá ponderar y comprender la alegría que sintió la Santísima Virgen en este paso? ¡Ah! considéralo, alma mía, y confúndete al mismo tiempo de ver que tus deseos sean tan diferentes de los de la Santísima Virgen. Mira bien lo que te enseña con su ejemplo, y aprende de esta divina Maestra á no amar los bienes vanos y perecederos de la tierra, y a suspirar únicamente por los eternos del cielo.


ORACIÓN

¡Oh Madre de Dios y Reina de los ángeles! Si tan grandes eran los deseos que teníais de trocar este destierro por la patria celestial, ¿quién será capaz de comprender el torrente de dulzura que inundó vuestro Santísimo Corazón cuando os fue revelada la hora de vuestra cercana muerte?

¡Oh cuán gozosa y alegre estaríais viendo que se acordaba el fin de vuestro destierro, y que se llegaba el momento de uniros para siempre con vuestro dulcísimo Hijo! Y en verdad, ¿qué cosa os podía tener atada en este mundo? ¡Ah! Vos conocíais la vanidad y mezquindad de los bienes terrenos, y no podíais, por consiguiente, encontrar en ellos consuelo alguno, y así todas vuestras ansias se dirigían a gozar cuanto antes de la compañía de vuestro dulcísimo Hijo.

¡Ah Madre de mi alma! Confúndame y me avergüenzo al verme tan apegado a las cosas de la tierra y tan descuidado de los bienes del cielo. Pero si hasta ahora me he dejado llevar del falaz atractivo de los placeres y riquezas que este mundo me ofrece, propongo firmemente de hoy en adelante mudar de vida, y dirigir todos mis pensamientos, afectos y deseos a la consecución de la eterna gloria.

 ¡Sí, Madre de mi alma! De hoy en adelante quiero tener mi corazón más en el cielo que en la tierra. Alcanzadme, pues, esta gracia de vuestro Santísimo Hijo, y haced que use de tal modo de los bienes terrenos, que no poniendo en ellos el afecto, solo suspiro por el gozo eterno del Señor. Amen.


GOZOS

Pues sois Ave que, hasta el cielo,

María, voláis ansiosa;

Dadnos alas, Ave hermosa,

para seguir vuestro vuelo.


Lleno de celestial luz

vuestra muerte os anunció

un ángel que os envió

vuestro amado Hijo Jesús:

logrando el mayor consuelo

en nueva tan misteriosa.


Los Apóstoles que acaso

en vuestra muerte asistieron,

devotos se enternecieron

al ver tan cerca el ocaso

de ese sol, que al mismo cielo

supo dar luz tan copiosa.


Sin achaque de dolor

os ponéis en una cama,

y viendo a Jesús que os llama,

espirais fénix de amor:

rindiéndole vuestro anhelo

el alma más prodigiosa.


Del pecado y de su muerte,

del infierno y su adalid,

divina y bella Judit,

triunfó vuestro valor fuerte:

y a pesar de su desvelo

os aclaman victoriosa.


Tomás que aún no sabía

de vuestra muerte, llegó

a Getsemaní, y abrió

el sepulcro al tercer día:

más solo halló vuestro velo,

y vestidura preciosa.


En premio de la victoria

que en este mundo alcanzasteis,

desde el sepulcro volasteis

en cuerpo y alma a la gloria;

como lo confiesa el celo

de la religión piadosa.


Al ver tantas perfecciones,

pasmados los querubines,

ángeles y serafines,

dicen con admiraciones:

¿Quién es esta, que del suelo

se remonta tan gloriosa?

En los brazos recostada

de vuestro Hijo querido,

sobre el trono más lúcido

sois María colocada:

cual iris que con desvelo

anuncia la paz dichosa.


Mejor que Betsabé vos

del Hijo al lado os sentáis,

tan hermosa, que os lleváis

la atención del mismo Dios:

sí sois el mejor modelo

de su mano poderosa.


Allí con celeste canto

por Hija os corona el Padre,

el Hijo por dulce Madre,

por Esposa el Amor Santo:

Reina sois de tierra y cielo,

y Abogada portentosa.


Salve, Virgen pura y bella,

salve, sagrario divino,

salve, espejo cristalino,

salve, sol, luna y estrella:

salve, universal consuelo,

salve, en fin, Madre amorosa.


ANTÍFONA: Hoy la Virgen María ascendió a los Cielos, alegraos, Ella reina con Cristo eternamente.

. Exaltada es la Santa Madre de Dios.

. Sobre los coros angélicos como Reina celestial.

ORACIÓN: Perdona misericordiosamente, Señor, las faltas de tus servidores, y, dada la impotencia en que nos encontramos de agradarte por nuestros propios méritos, concédenos la salvación por la intercesión de Aquella que elegiste para que fuera la Madre de tu Hijo, Nuestro Señor, que, siendo Dios, vive y reina contigo en unidad con el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

Omnipotente y sempiterno Dios, que llevaste a la gloria celestial a la Inmaculada Virgen María, la Madre de tu Hijo: Suplicámoste nos concedas que, siempre atentos a las cosas del cielo, merezcamos ser participantes de su gloria. Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

. Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar.

. Sea por siempre bendito y alabado Jesús Sacramentado.

 

DIA SEGUNDO

CONSIDERACIÓN

Acercábase ya la hora feliz en que María Santísima había de salir de este valle de lágrimas para ir a gozar de la compañía de su amantísimo Hijo en el cielo. ¡Con qué ansias deseaba esta Señora tan dichoso momento, y cuán alegre estaba esperando la venida de su dulce Jesús, en cuyos brazos, como en ligeras y suaves alas, debía subir a la gloria! ¡Cuán preparada, pues, estaría para salir de este mundo! Y así, toda unida y ocupada con Dios, todas sus ansias y deseos serían verle cara a cara y poseerle para siempre.

Cada momento, cada respiración se encendía más y más en amor de su divino Esposo, y cuanto más crecía la llama de su amor, tanto más vehementes eran los impulsos que sentía de verse libre de los lazos de la carne y volar al seno de su Criador. Considera también, alma mía, el sentimiento de todos los fieles y Apóstoles cuando supieron la cercana muerte de su Señora y Maestra. Cuán grande seria su desconsuelo viendo que perdían de vista a la que amaban como a su tierna y cariñosa Madre, a la que recorrían en sus dudas y con la que se consolaban en los trabajos de su predicación. Considera bien todo esto, alma mía, y arrancando de tu corazón todo afecto y afición a las cosas vanas y perecederas de la tierra, entra en espíritu en la humilde habitación de María Santísima, y mezclando tus sentimientos y afectos con los de los Santos Apóstoles, suplícale humilde te dé su santa bendición, y que te dispensa su favor y amparo desde el cielo.

 ¡Ahí Mañana recordamos el glorioso triunfo de María, y celebramos aquel momento feliz en que se le dió la debida recompensa que merecían sus altísimas virtudes! Feliz, pues, el alma que sepa pedir en este día a las puertas de su misericordiosa liberalidad: alcanzará sin duda el remedio de sus necesidades y encontrará el camino de la salvación; porque escrito esta que quien la hallare, hallará la vida y alcanzará salud del Señor.


ORACIÓN

¡Oh María, templo sagrado del divino amor! ¿Quién podrá comprender la alegría de vuestro corazón al ver tan cercana la hora de uniros perpetuamente con vuestro divino Hijo, y los ardentísimos deseos en que os abrasabais de que llegase la hora de que esta unión se consumase?

¡Ah! Madre de mi alma, no es esto para entendimiento humano; porque si, según doctrina de vuestro tierno amante San Bernardo, era necesario un milagro continuo para que no murierais a la fuerza del divino amor en que estuvisteis abrasada desde el primer instante de vuestra Inmaculada Concepción, mucho más necesario fue este milagro en los últimos momentos de vuestra vida.

Y naciendo, pues, los deseos que teníais de gozar de Dios de este amor, ¿qué habremos de decir, Madre mía, ¿sino que era necesario un milagro para que la vehemencia de estos deseos no rompiera los lazos que unían vuestra alma con el cuerpo?

Adoro, pues, este milagro de la divina Omnipotencia, y entre tanto, Madre mía, permitid que una mis sentimientos con los que tenían los Apóstoles y demás fieles cuando postrados a vuestras plantas soberanas derramaban tiernas lágrimas porque os ausentabais de ellos, y que os diga con todo mi corazón: No me dejéis, Madre mía, solo en este mundo a la merced de mis enemigos.

Dadme vuestra santa bendición, y con ella vendrá la paz del Señor a mi alma, y la caridad y gozo del Espíritu Santo. Y de esta manera, desapegado mi corazón de los bienes terrenos, volará en alas de amor a lo alto de la perfección hasta posarse algún día a vuestras plantas soberanas. Amen.

 

DIA TERCERO

CONSIDERACIÓN

Considera, alma mía, cómo se prepararía la Santísima Virgen para su cercano fin. En aquellos tres días que mediaron desde la revelación de su próximo tránsito hasta que este se efectuó, no pensaría ya en otra cosa sino en el cielo.

 ¡Oh cuán olvidada estaría de todo del mundo, arrebatada en un continuo éxtasis de amor! ¡Cuán bien empleados pasaría los últimos momentos de su vida, y con cuánto fervor se dispondría para morir, sabiendo cuán cercana estaba la hora dichosa en que había de trocar este destierro por la patria celestial!

 Por qué, aunque es verdad que su purísimo corazón nunca estuvo apegado a las cosas de la tierra, y que jamás estuvo distraída del objeto de todas sus atenciones y deseos, que era Dios; pero a la manera que el movimiento de un grave hacia su centro es más rápido cuanto más se acerca a él, así también crecerían por momentos los deseos en que se abrazaba de ver a Dios; y como su santidad fue siempre creciendo, multiplicándose al infinito, por decirlo así, todo el tiempo que vivió sobre la tierra crecería también su devoción y fervor según la misma medida. 

Y si fue perfectísima en todas sus obras, ¿cómo lo podía dejar de ser en los últimos instantes de su vida?

¡Mira, pues, alma mía, cómo se prepararía y dispondría para salir de este mundo y entrar triunfante en la Jerusalén celestial! ¡Ah! ¿Y te preparas tú también para la hora de la muerte? Tus gustos, inclinaciones y modo de vivir dicen que no.

¿Cómo, pues, vives tan descuidada en un negocio de tanta importancia, y más cuando sabes que a cualquier hora puede asaltarte la muerte y encontrarte desprevenida? Prepárate, pues, para morir bien, a imitación de la Santísima Virgen; y ya que la mejor disposición para la muerte es una vida santa y virtuosa, trabaja ahora para adquirir las virtudes, de que tanto necesitas, y desprende tu corazón de los bienes y demás objetos que en aquella hora necesariamente has de dejar.


ORACIÓN

¡Oh dulcísima Madre de nuestras almas y Maestra soberana de la más alta perfección! ¡Qué lección tan admirable me dais de lo que debo hacer durante mi vida con lo que Vos practicasteis en los últimos momentos de la vuestra! Porque si Vos, que siempre estuvisteis tan íntimamente unida con Dios, os preparasteis para salir de este mundo con nuevos fervores, ¿qué debo hacer yo, miserable criatura, tan lleno de defectos como me encuentro y tan apasionado por los bienes de la tierra?

 ¡Ah Madre mía! Confúndame de haber sido tan negligente en cosa que tanto me importa, y ya que me precio de ser hijo y devoto vuestro, quiero imitaros, y hacer que toda mi vida sea una preparación continua para mi muerte.

 Si, Madre mía; tal es la resolución que formo en este día ante vuestras plantas soberanas; y pues Vos os preparasteis para morir, no porque antes hubieseis vivido distraída en lo más mínimo y ocupada en las cosas terrenas, sino porque, deseando siempre amar más y más a vuestro Dios y Señor, este amor iba aumentándose continuamente, y tomó mayor incremento con la noticia de vuestro cercano fin; encended en mi corazón este divino fuego, que abrasaba vuestro santísimo pecho, y haced que, consumiendo en mi todo afecto y amor desmedido a las criaturas, me levante su fuerza a lo alto de la perfección, para que, no buscando ni deseando sino gozar cuanto antes de Dios y de Vos en el cielo, esté siempre dispuesto para la muerte que me hade llevar allá. Amen.



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