DEVOCIÓN DE LAS 7
EXCELENCIAS
DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Los cofrades del Santo
Escapulario de la Virgen del Carmen rezan cada día siete Padrenuestros y
Avemarías en honor de las siete excelencias que tuvo la Santísima Virgen.
Por estas siete excelencias
se ha de pedir a la Santísima Virgen santidad en el alma y pureza en el cuerpo,
observancia de la Ley santa de Dios, buena muerte y verse libre del Purgatorio
para gozar de la vida eterna; pues, como Ella tiene prometido en la Bula del
Papa, Juan XXII, amparará y favorecerá a sus devotos y Cofrades en la vida, los
asistirá en su muerte y librará de las penas del Purgatorio.
LAS SIETE EXCELENCIAS
Primera excelencia
El haber tenido el cuerpo más perfecto y
hermoso de todas las criaturas con el singular privilegio de haber sido
concebida en gracia.
Después de cada excelencia
se reza un Padrenuestro y una Avemaría
Segunda excelencia
El alma más santa, que Dios
crió, después de la de Jesucristo, adornada de todas las virtudes y gracias del
Espíritu Santo.
Tercera excelencia
La vida más excelente que hubo en el mundo,
juntando con suma perfección las tres vidas: activa, contemplativa y unitiva.
Cuarta excelencia
La dignidad más aventajada que tuvo jamás
criatura alguna, por ser Madre de su Criador.
Quinta excelencia
La muerte más dichosa que puede haber, por
haber muerto de amor a su Dios.
Sexta excelencia
La Asunción más gloriosa que jamás se vio,
acompañada de ángeles y llevada en los brazos de Cristo, su amado.
Séptima excelencia
La coronación y gloria más
soberana que se puede pensar, pues fue coronada de las jerarquías angélicas.
ORACIÓN
Virgen soberana, gloriosa
Madre, Templo y sagrario de la Trinidad Santísima, Gloria de los justos, Amparo
y consuelo de los afligidos pecadores, Madre y blasón de los Carmelitas: por la
purísima limpieza de pecado original; por la gracia y dones que adornan vuestra
alma; por la vida que hicisteis para espejo de los justos; por la dignidad
grandiosa de Madre de Dios, engrandecida y ensalzada entre todas las generaciones;
por la muerte dichosa de amores soberanos; por la Asunción gloriosa para Reina
de los cielos, y por la corona de gloria que os dieron para aventajar a los
Santos y Coros celestiales: os suplico, pues lo tenéis ofrecido a los que
llevan vuestro santo Escapulario y procuran ser hijos vuestros, me ayudéis en
vida, para que con santidad en el alma y pureza en el cuerpo sirva a vuestro
Hijo JESÚS, guardando sus santos preceptos, y me asistáis en mi muerte, para
que en los peligros de ella, triunfando de mis enemigos, salga de esta vida en
gracia y amor de Dios. Y, finalmente, en las rigurosas penas del Purgatorio,
vuestra intercesión soberana me valga, para que el primer sábado salga a gozar
de la vida eterna. Así sea.