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miércoles, 4 de septiembre de 2019

DEVOCIÓN DE LAS SIETE EXCELENCIAS DE LA SANTÍSIMA VIRGEN


DEVOCIÓN DE LAS 7 EXCELENCIAS
 DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

Los cofrades del Santo Escapulario de la Virgen del Carmen rezan cada día siete Padrenuestros y Avemarías en honor de las siete excelencias que tuvo la Santísima Virgen.
Por estas siete excelencias se ha de pedir a la Santísima Virgen santidad en el alma y pureza en el cuerpo, observancia de la Ley santa de Dios, buena muerte y verse libre del Purgatorio para gozar de la vida eterna; pues, como Ella tiene prometido en la Bula del Papa, Juan XXII, amparará y favorecerá a sus devotos y Cofrades en la vida, los asistirá en su muerte y librará de las penas del Purgatorio.

LAS SIETE EXCELENCIAS

Primera excelencia
 El haber tenido el cuerpo más perfecto y hermoso de todas las criaturas con el singular privilegio de haber sido concebida en gracia.
Después de cada excelencia se reza un Padrenuestro y una Avemaría

Segunda excelencia
El alma más santa, que Dios crió, después de la de Jesucristo, adornada de todas las virtudes y gracias del Espíritu Santo.

Tercera excelencia
 La vida más excelente que hubo en el mundo, juntando con suma perfección las tres vidas: activa, contemplativa y unitiva.

Cuarta excelencia
 La dignidad más aventajada que tuvo jamás criatura alguna, por ser Madre de su Criador.

Quinta excelencia
 La muerte más dichosa que puede haber, por haber muerto de amor a su Dios.

Sexta excelencia
 La Asunción más gloriosa que jamás se vio, acompañada de ángeles y llevada en los brazos de Cristo, su amado.

Séptima excelencia
La coronación y gloria más soberana que se puede pensar, pues fue coronada de las jerarquías angélicas.

ORACIÓN

Virgen soberana, gloriosa Madre, Templo y sagrario de la Trinidad Santísima, Gloria de los justos, Amparo y consuelo de los afligidos pecadores, Madre y blasón de los Carmelitas: por la purísima limpieza de pecado original; por la gracia y dones que adornan vuestra alma; por la vida que hicisteis para espejo de los justos; por la dignidad grandiosa de Madre de Dios, engrandecida y ensalzada entre todas las generaciones; por la muerte dichosa de amores soberanos; por la Asunción gloriosa para Reina de los cielos, y por la corona de gloria que os dieron para aventajar a los Santos y Coros celestiales: os suplico, pues lo tenéis ofrecido a los que llevan vuestro santo Escapulario y procuran ser hijos vuestros, me ayudéis en vida, para que con santidad en el alma y pureza en el cuerpo sirva a vuestro Hijo JESÚS, guardando sus santos preceptos, y me asistáis en mi muerte, para que en los peligros de ella, triunfando de mis enemigos, salga de esta vida en gracia y amor de Dios. Y, finalmente, en las rigurosas penas del Purgatorio, vuestra intercesión soberana me valga, para que el primer sábado salga a gozar de la vida eterna. Así sea.



VIRGEN DE LA CONSOLACIÓN




HISTORIA DE LA VIRGEN DE LA CONSOLACIÓN
(Táriba, Venezuela)

¿Sabía Usted?: Cuentan los historiadores que en el año 1570 llegaron a Táriba en el actual estado Táchira, los frailes agustinos, devotos de la Virgen de la Consolación, trayendo consigo una tabla donde estaba pintada la imagen de la Virgen María, a la que lograron construirle una ermita. Dados diferentes conflictos contra la evangelización española, los misioneros se vieron obligados a regresar a San Cristóbal y una indígena piadosa recogió la imagen y la conservó.

A lo largo del tiempo fue perdiendo el color y fue a parar al rincón de un granero. Un día del año 1600 que estaban jugando bolas criollas en casa del jefe encomendero de Táriba, Alonso Álvarez de Zamora, necesitaban una tabla para cubrir un boquete que tenía la cancha, y cuando la golpearon para romperla no pudieron, porque los golpes emitían un sonido como de tambor.

Según la leyenda, la esposa de Zamora se acercó y les dijo que en un tiempo, la tabla tenía la imagen de la Virgen, y la volvió a colocar en el granero. Tres horas después, “notaron que el granero ardía, pero al entrar vieron que un inmenso resplandor brotaba de la tabla, en la que aparecía muy bien delineada una imagen con vivos colores. Era la Virgen, que además su cara había tomado forma de mujer indígena”.

La renovación milagrosa, como se le conoce a ese hecho, sucedió un día como hoy, 15 de agosto del año 1600, que es la razón por la que la Iglesia lo celebra como el día de Nuestra Señora de la Consolación de Táriba. Es decir, la Virgen de la Consolación está cumpliendo 443 años de haber llegado su imagen al país y 413 años de dicha renovación milagrosa.

La historia de la Virgen de la Consolación, “la que consuela”, está ligada a la historia de la fundación de San Cristóbal, pues la villa se funda en 1561 y se establece un convento de sacerdotes agustinos, que tienen como Virgen protectora de su orden a la Consolación.

Se dice que en Latinoamérica con la espada de los conquistadores vino la cruz, pero en Táriba la historia fue muy diferente, no llegó la cruz sino la Virgen, pues la cultura del andino siempre fue más matriarcal que patriarcal.

Muchos personajes importantes de la historia venezolana le han hecho regalos a la advocación más antigua de la virgen en Venezuela, entre ellos Simón Bolívar quien la visita el 17 de abril de 1813 durante la campaña admirable.

El general Cipriano Castro le regaló la media luna que tiene dentro de su cofre. En tiempos de la colonia, el pamplonés Dionisio Velasco vio que tres lámparas decoraban la imagen e hizo que elaboraran la réplica de las mismas, que hace doscientos años fueron donadas al Libertador para la causa de la patria.

La corona de la Virgen es otro de los símbolos, y fue ofrenda del pueblo, cuando fue la imagen coronada canónicamente, lo cual es la máxima distinción que la Iglesia católica universal concede a una imagen, a una devoción. El primer cardenal venezolano, José Humberto Quintero, fue el delegado por el papa Juan XXIII para realizar dicha coronación.

En la tabla, muestran los sacerdotes los hachazos que le dieron cuando fueron a destruirla. Pero la historia de la imagen que los devotos pueden ver en la Basílica de Táriba, también está plasmada en catorce vitrales que adornan el templo, cuyas réplicas se pueden ver en la carroza que hoy transportará a la imagen.




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