SANTO ROSARIO EN SÁBADO SANTO
Indicaciones:
· Al
inicio de cada meditación se enciende o se coloca una vela al pie de María,
como símbolo de estar en vela con Ella, esperando la resurrección del Señor.
· Se
recomienda usar una Biblia para las lecturas, designando a los lectores con
anticipación.
· Dividir
los coros antes de empezar.
· El
texto de las lecturas corresponden a la versión de la Biblia de la Conferencia
Episcopal Española.
MONICIÓN INICIAL
Nos ponemos de pie.
El
misterio del Sábado Santo nos conduce hacia el Señor Jesús muerto que yace en
el sepulcro. Hoy toda la Iglesia se encuentra en silencio por el dolor y
la ausencia. Pero, en medio de la tristeza aparece la esperanza por la
que podemos ver el horizonte último: la Resurrección.
Al
alzar la mirada reconocemos la presencia de Santa María, Madre de la Esperanza
y nos acogemos a su invitación de acompañarla en esta espera guardando en el
corazón las palabras de su Hijo.
Entra alguien y pone un cirio al pie de la
Virgen.
T: + Por la señal de la Santa Cruz, + de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios Nuestro. + En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
1ª
MEDITACIÓN:
LA «FE PRECIOSA» DE SANTA MARÍA
Se coloca una vela encendida al pie de
María.
Lector: Del Evangelio según San Lucas
1,35-38
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del
Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado
Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejes, y ya
está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay
imposible». María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según
tu palabra».
Se guarda silencio por un momento.
La
virtud de la esperanza no tendría sentido sin el don tan precioso de la fe.
Esta
fe que es confianza en Dios y en su palabra la vemos vivida de manera modélica
en María, en Ella la fe constituye la base de su fidelidad al Señor.
La
fe en la Madre es preciosa porque Ella ha aceptado la invitación de Dios
acogiendo al Señor Jesús en su seno y entrando en la Escuela de la fe, en donde
guiada por su Hijo, irá madurando y ganando una consistencia que le permitirán
responder con generosidad al Plan de Dios a lo largo de toda su vida, incluso
en los momentos difíciles.
Cantamos:
Virgen Fiel
1 Padre Nuestro… 10 Ave María...., 1 Gloria...
2ª
MEDITACIÓN:
LA
ESPERANZA EN EL DOLOR
Se coloca una vela encendida al pie de
María.
Lector: Del Evangelio según San Lucas
2,33-35
Su Padre y su madre estaban admirados por
lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre:
«Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan
y se levanten; y será como un signo de contradicción, —y a ti misma una espada
te traspasará el alma— para que se pongan de manifiesto los pensamientos de
muchos corazones».
Se guarda silencio por un momento.
Cuando
muere el Señor, quienes lo siguen pasan por un momento intenso de prueba.
Pocos de ellos son conscientes de que detrás de la muerte de Jesucristo está la
victoria y el triunfo. Para los discípulos, la muerte de Cristo donde su
fe y esperanza se ve probada.
Cuando
esto ocurre, María por su fe puede permanecer firme en el momento de mayor
dolor. Sin embargo, su dolor no es cancelado, no es anulado, éste se
envuelve en una dimensión nueva, la dimensión de la esperanza que hace que su
Amor permanezca vivo aun cuando todo parece muerto.
1 Padre Nuestro… 10 Ave María...., 1 Gloria...
3ª
MEDITACIÓN:
LA ORACIÓN, ESCUELA DE LA ESPERANZA
Se
coloca una vela encendida al pie de María.
Lector: Del Evangelio según San Lucas 1,46-55
Se
guarda silencio por un momento.
María
ha visto el cumplimiento de las promesas de Dios a lo largo de toda su vida, es
por esto que medita y espera con confianza el cumplimiento de las
profecías: “y al tercer día resucitará”.
La
Madre espera, y nutre su esperanza de la oración. Ella prevé
confiadamente lo que va a suceder, y se pone en manos del Padre, esperando la
resurrección de su Hijo el Señor Jesús, alentada por la fuerza del Espíritu que
la ilumina especialmente en los momentos de oración.
1 Padre Nuestro… 10 Ave María...., 1 Gloria...
4ª
MEDITACIÓN:
VIVIR
LA ESPERANZA DE MARÍA
Se coloca una vela encendida al pie de
María.
Lector: Del
Evangelio según San Juan 19,25
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana
de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Se guarda silencio por un momento.
Vana sería nuestra esperanza si es que no
estuviera fundamentada en el misterio más grande del Señor Jesús, en su
Resurrección. En este misterio Santa María fundamenta su existencia,
porque en él reconoce que Dios Padre cumple todas sus promesas. En Santa
María no cabe duda ni desesperación porque en su corazón está presente siempre
Jesús, en quien confía plenamente y a quien se ha ido conformando.
Así
como María vive su esperanza estamos también nosotros invitados a participar de
la confianza en las promesas de Dios, a poner a Jesús como el centro de nuestra
vida y a esperar junto con Ella la Resurrección del Señor.
Cantamos: Madre nuestra (2ª y 3ª estrofa).
1 Padre Nuestro… 10 Ave María...., 1 Gloria...
5ª
MEDITACIÓN:
DE LA
ESPERANZA A LA CARIDAD
Se coloca una vela encendida al pie de
María.
Lector: Del
Evangelio de San Juan 19,26-27
Jesús al ver a su madre y junto a ella al discípulo al
que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al
discípulo: «Ahí tienes a tu madre».
Se guarda silencio por un momento.
La
preciosa fe de María la conduce a confiar plenamente en el cumplimiento de las
promesas de Dios. Su esperanza fundada en ese encuentro profundo a través
de la oración, con Dios Padre y su Hijo, Jesucristo, la conducen a vivir una
fidelidad inquebrantable y la auténtica caridad. Estos han sido los
motivos de su conformación con Cristo, de su configuración plena con Él.
María aprende de Jesús a amar a sus hijos en la fe.
1 Padre Nuestro… 10 Ave María...., 1 Gloria...
MONICIÓN
FINAL
Alentados
por Santa María y dispuestos a seguir acompañándola en su espera: Recitemos las
letanías Lauretanas
Letanías
Lauretanas
Oración
Te
rogamos nos concedas, Señor Dios nuestro, gozar de continua salud de alma y
cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada siempre Virgen
María, vernos libres de las tristezas de la vida presente y disfrutar de las
alegrías eternas. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Por la salud del Papa y todas sus necesidades:
Padrenuestro, Avemaría y Gloria....
Terminemos
nuestro Rosario cantando LA SALVE.
Salve Regina
Salve, Regina,
Mater misericordiæ,
vita, dulcedo, et
spes nostra, salve.
Ad te clamamus exsules filii Hevæ,
Ad te suspiramus, gementes et flentes
in hac lacrimarum valle.
Eia, ergo, advocata nostra, illos tuos
misericordes oculos ad nos converte;
Et Jesum,
benedictum fructum ventris tui,
nobis post hoc
exsilium ostende.
O clemens, O pia, O dulcis Virgo Maria.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
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