Imagen original de Ntra. Sra. Nazareth que se venera en la Basílica de la Anunciación de Tierra Santa |
María de Nazaret (Madre de
Jesús)
Theotokos ("Madre de
Dios")
Bienaventurada Virgen
María
Nuestra Señora
Se la contempla en todos
los momentos de su vida mortal y pidiendo su intercesión sobre una localidad o
cosa concreta, con numerosos títulos adaptados a tal fin.
Nacimiento: Fecha
desconocida; se celebra el 8 de septiembre. Si Jesucristo nació en el 7 a. C.,
ella habría nacido entre el 30 y el 20 a. C.
Lugar desconocido, suele
citarse Séforis, aunque existen muchas tradiciones.
Dormición o Fallecimiento
y Asunción: Fecha desconocida; se celebra el 15 de agosto, Asunción de María en
Jerusalén, o Éfeso, según diversas tradiciones.
María (en arameo, מרים,
'Mariam') es el nombre que se usa en los evangelios para referirse a la madre
de Jesús de Nazaret. Para los cristianos católicos, ortodoxos, coptos,
anglicanos y otros grupos cristianos orientales, son más usadas las expresiones
«Santísima Virgen María», «Virgen María», «Madre de Dios» o simplemente «la
Virgen». En el islam se usa el nombre árabe Maryam.
El nombre de María
Para los hebreos el nombre
no era un simple apelativo; estaba íntimamente ligado a la persona. Por ello
usaban nombres que describirían la personalidad, el carácter; así, era muy
usada la expresión "su nombre será tal" cuando se quería designar una
misión o carácter especial al niño por nacer.
María es un nombre
conocido en el Tanaj o Antiguo Testamento por haber sido nombre de la hermana
de Moisés y Aarón, originalmente escrito como Miryām. La versión de los Setenta
lo menciona como Marián (Mαριαμ); el cambio en la primera vocal refleja la
pronunciación corriente, la del arameo que se hablaba en Palestina antes del
nacimiento de Cristo. Al igual que con los nombres de Moisés y Aarón, que
fueron tomados con sumo respeto, el de María no se usó más como nombre común,
pero la actitud cambió con el tiempo y fueron puestos como señal de esperanza
por la era mesiánica. En el texto griego del Nuevo Testamento, en la versión de
los Setenta, el nombre usado era Marián. María sería probablemente la forma
helenizada de la palabra.
Aunque en la Edad Media se
le buscó significados más piadosos que exactos, bajo los actuales
descubrimientos arqueológicos, "Alteza" o "Ensalzada" son
los significados más cercanos al nombre de origen hebreo.
María es asimismo conocida
como "Estrella de los Mares" o "Estrella del Mar" (Stella
Maris). Dicho nombre procede de la interpretación de un pasaje del Antiguo
Testamento, del primer Libro de los Reyes 18:41-45.
Vida de María según la
tradición cristiana
María es mencionada por su
nombre por primera vez al escribirse el evangelio más antiguo, el evangelio
según san Marcos, pero de forma tangencial. En el evangelio según san Mateo se
la menciona con motivo de la narración de la "concepción milagrosa"
de Jesús y de su nacimiento y huida a Egipto.
Aquí el evangelista Mateo
menciona que es María aquella de quien habló el profeta Isaías al decir:
«la Virgen concebirá y
dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que traducido
significa: "Dios con nosotros».
El evangelio según san
Lucas es el que más datos da sobre María, al desarrollar con más detalle los
temas de la infancia de Jesús, algunos de los cuales se amplían más abajo: la
Anunciación, la Visita a Isabel, el Nacimiento de Jesús, la Presentación de
Jesús en el Templo (aquí el anciano Simeón le profetiza: «a ti misma una espada
te atravesará el corazón», aludiendo al dolor de María durante la Pasión de su
Hijo) y la pérdida de Jesús y su hallazgo en el templo. También es el
evangelista Lucas quien dice que María conservaba estas cosas y las meditaba en
su corazón. En el evangelio según san Juan, Jesús hace su primer milagro a
petición de ella, en Caná. Y en la cruz, la entrega como madre al discípulo
amado, y él es entregado a María como hijo. Las teologías católica y ortodoxa
destacan, a raíz del milagro de Caná, la eficacia de la intercesión de María
ante su Hijo; y en la entrega al pie de la cruz, la proclamación simbólica de
María como '«Madre de la Iglesia», es decir, «de todos los cristianos»,
figurados en la persona del discípulo amado. También se la menciona en los
Hechos de los Apóstoles como miembro destacado de la comunidad cristiana
primitiva.
Padres y familia
La tradición cristiana ha
considerado a Joaquín y Ana como los progenitores de María. Estos nombres están
tomados del Protoevangelio de Santiago, uno de los evangelios apócrifos más
famosos y antiguos. Esta asunción ha sido punto de referencia para muchos datos
piadosos sobre la vida de la Virgen María.
No se tiene seguridad de
si María tuvo hermanas. Aunque algunos toman por ciertos datos del evangelio de
San Juan y San Mateo quienes mencionan a una "hermana de su madre",
la cual sería María de Cleofás, Hegesipo menciona a esta María como esposa de
Cleofás, hermano de José y por tanto concuñada de María: un matrimonio hebreo
no colocaría el mismo nombre a dos de sus hijas carnales.
En el Nuevo Testamento,
aunque en algunos pasajes se habla de hermanos de Jesús sólo dice que María es
la madre de Jesús. La Iglesia Católica, la Iglesia Ortodoxa, la Iglesia Copta y
la Comunión Anglicana, basadas en el uso del lenguaje hebreo de aquella época y
en la tradición eclesial, interpretan este término como "parientes",
y declara que María permaneció "siempre virgen". Por su parte, la
mayoría de las confesiones protestantes, con excepciones entre los luteranos,
dicen que María, después de la concepción virginal, tuvo otros hijos.
Los que afirman que María
tuvo otros hijos, basan su argumentación en la interpretación literal de los
textos bíblicos en los que se habla expresamente de hermanos de Jesús. En el
idioma arameo así también en el hebreo no existe un término para indicar primo
o un familiar cercano. La Biblia de los Setenta, al traducir la Biblia del
hebreo al griego, cada vez que encuentran el término hermano (בן),
usan el término ἄδελφος, de manera que este
término indica a parientes incluso no muy cercanos. Así se comprende entonces
que Asaía tuviera “doscientos veinte hermanos” (1ª Cró 15:6 –ver también Gén.
11:27; 12:5 y comparar con Gén. 13:8; 14:14,16).
Aunque en el griego koiné
sí existe el término ἀνέψιος para indicar primo,
no implica que su uso estuviera generalizado entre los hebreos.
Matrimonio de María
Los evangelios hacen
aparecer a María cuando narran la concepción de Jesús. Según lo que narran se
puede ver que María en ese momento era prometida de José de Nazaret, quien era
carpintero. Los relatos evangélicos se inician después de los desposorios de
María con San José.
El evangelio según san
Lucas dedica dos capítulos a la concepción e infancia de Jesús. Es en Lucas
también donde es llamada "llena de gracia", "bendita entre todas
las mujeres", "madre del Señor". El apelativo κεχαριτωμένη, que
se lee kecharito̱méni̱ y
que es participio perfecto pasivo de χαριτον
(chariton), es traducido por las versiones protestantes como "muy
favorecida", mientras que en las católicas
se suele traducir como "llena de gracia" (siguiendo el "gratia
plena" de la Vulgata). La Nueva Biblia de Jerusalén, por ejemplo, detalla
en el Evangelio según San Lucas (1,28) que este saludo en forma literal
significa: "tú que has estado y sigues estando llena del favor
divino". Esto se debe a que en griego un verbo factitivo como χαριτόω en
perfecto indica completamiento del acto que indica el verbo.
Según la tradición judía
de aquel momento, los jóvenes varones se desposaban entre los dieciocho y
veinticuatro años, mientras que las jóvenes mujeres a partir de los doce años
eran consideradas doncellas (na'arah) a partir de esa edad podían desposarse.
El matrimonio judío tenía dos momentos, desposorio y matrimonio propiamente
dicho: el primero era celebrado en la casa de la novia y traía consigo acuerdos
y obligaciones, aunque la vida en común era posterior. Si la novia no había
estado casada antes se esperaba un año después del desposorio para llegar a la
segunda parte, el matrimonio propiamente dicho, donde el novio llevaba
solemnemente a la novia desde la casa de sus padres a la de él.
Anunciación
La presencia de María en
los relatos bíblicos comienza con la narración de la aparición del Arcángel
Gabriel a María, según lo relata el evangelista Lucas:
Y al sexto mes, el ángel
Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una
virgen desposada con un hombre que se llamaba José, de los descendientes de
David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel, le dijo: «¡Alégrate,
llena de gracia! El Señor está contigo.»
Lucas 1:26-28
Lucas puso empeño en
anotar las reacciones de María ante las revelaciones divinas que se irán
sucediendo: su turbación y su dificultad, al igual que posteriormente mostraría
su asombro ante el oráculo de Simeón y su incomprensión de la palabra de Jesús
en el templo. En presencia de un misterio que rebasa su inteligencia,
reflexiona sobre el mensaje (Lucas 1:29; Lucas 2:33), piensa sin cesar en el
acontecimiento y lo guarda en su corazón.
Desde el momento de la
Anunciación, cuando el proyecto inicial de vida de María parece trastocarse,
comienza una secuencia de riesgos y de inseguridades señalada por los
evangelios de Lucas y de Mateo. La primera inseguridad se presenta en relación
al origen de su concepción. En efecto, la incertidumbre parece atacar el
corazón de su prometido José, y lo conduce a su intención de repudiar a María
en secreto para no ponerla en evidencia. Así lo tiene planificado José cuando
Dios le hace conocer sus designios por un sueño: «José, hijo de David, no temas
tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu
Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará
a su pueblo de sus pecados.» A partir de entonces, José coparticipa de los
riesgos que se presentan en la vida de María, como se detalla más adelante.
La visita de María a
Isabel
María, ya embarazada,
visita luego a su prima Isabel, ya que el ángel Gabriel le había anunciado que
también ella, aunque ya anciana, estaba encinta, señal de que para Dios no hay
imposibles. Viaja María a una población de la montaña de Judea, que actualmente
se conoce como la ciudad de Ain Karim situada a seis kilómetros y medio al
oeste de Jerusalén.
Al llegar María, el
evangelio narra que el niño que tenía Isabel en su vientre dio un salto, que
fue interpretado como de alegría. Isabel reconoce luego a María como la
"Madre de su Señor" y la alaba. María responde a Isabel con un canto
de alabanza, ahora llamado "Magníficat", inspirado en el cántico de
Ana, en varios salmos y en otros pasajes del Antiguo Testamento que,
seguramente, eran del conocimiento de María. El "Magnificat" incluye
una profecía: "Todas las generaciones me llamarán bienaventurada". La
"Anunciación" y el "Magnificat" son, sin dudas, los dos
pasajes de los evangelios canónicos en que María explicita verbalmente con más
detalle su pensamiento, que no es otro que un anticipo de la misma vida y
mensaje de Jesús.
Nacimiento de Jesús
Lucas, al narrar las
circunstancias que rodean el nacimiento de Jesús, describe con sencillez el
riesgo que sigue impregnando la vida de María. Ante un edicto de César Augusto
que ordena un censo, José y María deben emprender la travesía desde Nazaret en
Galilea hacia Belén en Judea, cuando ella está por dar a luz. Como no hay sitio
para hospedarse, debe dar a luz en un pesebre.28 El relato del evangelio de
Lucas parece resaltar de forma creciente la fe de María, quien se fía de Dios a
pesar de no comprender plenamente lo que sucede: ella guarda "estas
cosas" y las medita en su corazón.
María y una profecía de
sufrimiento
Con motivo de la
presentación de Jesús en el Templo para dar cumplimiento a la ley que ordena
que todo varón primogénito ha de ser consagrado al Señor, se produce un nuevo
signo de inseguridad para María. Un hombre justo y piadoso llamado Simeón, a
quien le es revelado que no verá la muerte antes de ver al Cristo, reconoce en
el hijo de María la salvación, luz para iluminar a los gentiles y gloria del
pueblo de Dios, Israel. Pero a continuación, una profecía realizada por Simeón
atraviesa la figura de María:
Su padre y su madre
estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo y dijo a María,
su madre: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para
ser señal de contradicción –– ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! ––
a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.»
Lucas 2:33-35
María en la huida a Egipto
Tiempo más tarde, unos
magos de Oriente se presentan en busca del «Rey de los judíos que ha nacido».
Cuando entran en la casa, ven al niño con María su madre y, postrándose, le
adoraron. Pero esta visita de los magos atrae la atención de Herodes el grande
que ordena matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca.
El riesgo se cierne
nuevamente sobre María y el niño. Pero el Ángel del Señor se aparece en sueños
a José y le dice: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a
Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño
para matarle.» Él se levanta, toma de noche al niño y a su madre, y se retira a
Egipto; y permanece allí hasta la muerte de Herodes. Un autor contemporáneo
remarca la ausencia casi constante de toda seguridad humana en el destino de
María: «Quédate allí hasta nuevo aviso: tal era la fecha que Dios había
señalado. ¿Cuándo será la vuelta? ¿Pronto, dentro de un mes, de un año? ¿Se
instalarán, vivirán allí provisoriamente?...»
Cuando mueren los que
buscaban la vida del niño, José toma consigo al niño y a su madre, y entra en
tierra de Israel. Pero se entera de un nuevo riesgo: Arquelao reina en Judea en
lugar de su padre Herodes, y por eso tiene miedo de ir allí. Y, avisado en
sueños, se retira a la región de Galilea, a una ciudad llamada Nazaret.
María, durante la
adolescencia de Jesús
El único episodio de Jesús
adolescente narrado por los evangelios canónicos es referido por Lucas con
motivo de la fiesta de la Pascua.
Después de sufrir la
pérdida de su hijo en el Templo y de haberlo buscado durante tres días, al
encontrarlo María le pregunta: «Hijo, ¿por qué te has portado así con nosotros?
¡Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando!» La expresión deja traslucir
el dolor y la preocupación de una madre diligente, que incluso habla en nombre
de José, lo que remarca la gran personalidad de María. Jesús le responde a
María con otra pregunta, que ella no comprende.
María: la que guardó y
cumplió
las palabras de Jesús
De acuerdo con las
Sagradas Escrituras, María no fue lo que la Epístola de Santiago llamó «un
oidor olvidadizo». El Evangelio de Lucas nos lega una frase que se repite dos
veces casi literalmente, forma de poner énfasis en el asunto. En la escena del
nacimiento de Jesús, después que los pastores relatan a José y María lo que se
les había dicho del niño, el evangelista agrega que «María conservaba todas
esas cosas y las meditaba en su corazón». Y un poco más adelante, al relatar el
episodio del hallazgo del Jesús, de doce años, entre los doctores del templo,
el evangelista repite casi textualmente la frase antes citada: «Y su madre
conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón».
Es de notar que esta
segunda frase no sólo se refiere a la respuesta dada por Jesús en el templo a
los doce años, sino que es razonable extenderla a todo lo que Jesús le dijo en
los diálogos que con ella tendría durante los años que pasó «sujeto a sus
padres». También es claro que el evangelista señala que María conservaba esas
palabras a pesar de que ni ella ni José habían entendido la respuesta de Jesús
en el templo: que «convenía que él se ocupara de las cosas de su Padre». Juan
de Maldonado comenta que no podía María dejar de comprender que Jesús llamara a
Dios «su Padre», ni tampoco podía resultarle extraño que él se considerara
obligado a ocuparse de las cosas de Dios. Lo que María aún no comprendía era «a
qué cosas llamaba Jesús las cosas de su Padre: de enseñar primero a los
hombres, y luego de morir por ellos».
A pesar de que, bajo este
aspecto, las palabras de Cristo quedaron de momento envueltas en el misterio
para la mente de María, ella las guarda como una reliquia, lo que forma parte
de la psicología profunda de María. De allí que haya autores que hagan
referencia a ella dándole el título de «Señora del Silencio». Y es también por
ello que algunos exégetas han llegado a considerar a María misma como una de
las fuentes primarias del Evangelio de Lucas. En cualquier caso, aún cuando
María no fuese una fuente oral del Evangelio de Lucas, es razonable al menos
admitir la existencia de un testimonio mediato: las palabras de María pueden
haber llegado a Lucas a través de Juan el Apóstol o de mujeres que convivieron
con ella.
María durante el
ministerio público de Jesús
Durante el ministerio
público de Jesús, María aparece mencionada en los Evangelios como "su
madre", una situación especial que no pertenece a ningún otro miembro de
la comunidad. «Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron»,
exclamó una voz entre la muchedumbre, y siguen ahora exclamando los cristianos.
Como se señalará más adelante, se suele poner particular relieve en la
virginidad de María, en su concepción inmaculada o, sobre todo, en su
maternidad divina. Jesús respondió: «Dichosos más bien los que escuchan la
palabra de Dios y la cumplen». Cristo no dice que haya otros seres más dichosos
que su madre. Lo que sí afirma es que la razón principal de la bienaventuranza
de María consiste, no sólo en haber concebido al Hijo de Dios, sino en haber
escuchado su palabra y haberla puesto en práctica, en haber creído en él, de la
misma forma que lo había señalado antes Isabel: "Feliz de ti por haber
creído".
En el evangelio según san
Juan, toda la vida pública de Jesús está encuadrada por los dos únicos pasajes
en los que aparece su Madre, y que son propios de este evangelio. Se trata de
las "bodas de Caná" y la "muerte del Señor", que forman
parte del inicio y del final del ministerio público de Jesús.
Las bodas de Caná tienen
lugar cuando, según lo expresa Jesús, todavía no ha llegado "su
Hora". Sin embargo, y a pedido de María, Jesús realiza su primer signo,
para que sus discípulos crean en él. María reaparece al llegar "la
Hora", que no es otra que la de la glorificación de Jesús, su muerte y
resurrección. En la cruz, es Jesús el que llama a su Madre. Como en Caná, María
es llamada por Jesús “Mujer”, y le encomienda que sea “Madre” del discípulo
amado que está con ella junto a la cruz.
María adquiere un valor
simbólico porque en ese momento pasa, en la figura del discípulo amado, a ser
la madre de los discípulos de Cristo. Se la llama "Mujer", y esta
palabra hace alusión a la primera mujer del comienzo del Génesis, "Eva,
madre de todos los vivientes". Muchos Padres de la Iglesia (san Jerónimo
de Estridón, san Agustín de Hipona, san Cirilo de Alejandría, san Juan
Crisóstomo, san Juan Damasceno) señalan al respecto que "si la muerte vino
por Eva, la vida vino por María". Ahora que comienza una nueva creación,
hay una nueva "Mujer" que es la Madre de la Iglesia, madre de todos
los que viven. Las teologías católica y ortodoxa destacan que, en virtud de
esos dos pasajes, son discípulos del Señor aquéllos que –tal como pide María–
hacen lo que Él dice, que permanecen al pie de la cruz del crucificado junto a
María y los que la reciben como madre propia, al igual que hizo "el
discípulo a quien Jesús amaba". Otras interpretaciones se discuten más
adelante
María en el Cristianismo
María, durante las
primeras persecuciones y en la Patrística
Con el paso de los siglos,
la atención sobre la persona de María se acrecentó de forma notable. Ya en el
siglo II, San Ireneo de Lyon denominaba a María "nuestra más eminente
abogada" y su figura aparecía representada en las catacumbas de Priscila
en Roma. También en el siglo II, se decía de Ella: "Y en Ti, hasta el
último día, el Señor hará ver la redención por Él concedida a los hijos de
Israel" (Protoevangelio de Santiago). De modo que llegaron a surgir en las
reflexiones sobre ella todo tipo de virtudes y cualidades. Sin embargo, se debe
mencionar que en los orígenes del cristianismo, es decir, en el Siglo I, y en
el Nuevo Testamento, no existen demasiados indicios acerca de María. Cabe mencionar
que algunos ven en la veneración a María similitudes con la veneración de
mujeres en otras culturas paganas.
María en las iglesias
católica, ortodoxa y copta
Como la doctrina de la
Trinidad considera a Jesús una de las personas divinas (Padre, Hijo y Espíritu
Santo), se le da a María el título de theotokos, 'Madre de Dios'. Isabel había
dicho: «¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron
dichas de parte del Señor!» (Lc 1,45). Aquí "el Señor" es
indudablemente Dios. Por lo tanto cuando a continuación la llama: "la
madre de mi Señor", la referencia es muy clara: la consideraba 'Madre de
Dios'.
Según la teología ortodoxa
y también católica, es correcto denominarla de esta forma pues Jesús unía en
una misma persona dos naturalezas (la humana y la divina), y cuando se habla de
María como Madre de Dios se refiere a María como madre de Jesús en toda su
persona. La ortodoxia encuentra correcto el referirse a María como Hija de Dios
Padre, Madre de Dios Hijo, y Esposa del Espíritu Santo. Su razonamiento lógico
es el siguiente; "Si Jesús es Dios y María es madre de Jesús, entonces
María es Madre de Dios". La encarnación significa que en un instante la
segunda Persona de la Trinidad, el Verbo, de naturaleza divina, asumió
plenamente la naturaleza humana -sin menoscabo de su condición divina- al ser
concebido milagrosamente en María. Como fue instantánea y esencial, María en
ese momento empezó a ser madre de Jesús: hombre-Dios.
Para los cristianos y, con
mayor énfasis, en la teología católica, ortodoxa y anglicana, se ponen de
manifiesto un conjunto de "paradojas marianas" que sólo pueden ser
contempladas en el marco de la fe, ya que forman parte del "misterio mismo
de Dios, que quiso hacerse niño". Esas paradojas fueron recopiladas por
Castán Lacoma, y hacen referencia a las gracias extraordinarias de las que fue
depositaria María, en orden a su maternidad. Por ser la madre de Cristo
–considerado el Verbo encarnado, Dios mismo–, María es:
la que "dio el ser al
creador de todo",
la que "engendró al
mismo que la había creado a ella",
la que existía antes que
Dios... se encarnara,
la que encerró en su seno
al Inmenso e Infinito,
aquella que encerró en sus
entrañas a quien no cabe en todo el mundo,
la que sostuvo en sus
brazos al que todo lo sustenta,
la que tuvo obligación de
ejercer vigilancia materna sobre el que todo lo ve,
la que tuvo a su cuidado
al Dios que cuida de todos,
la que tocó los confines
de quien no tiene fin.
En la iglesia ortodoxa
también existe la creencia de la "Santísima dormición de la Virgen
María"; en Jerusalén se encuentra la benedictina Abadía de Hagia Maria o
de la Dormición, en cuya cripta se dice descendió María y fue dormida antes de
su asunción al cielo. Por otro lado también se cree lo dicho por los padres de
la Iglesia desde San Melitón de Sardes en el siglo II después de Cristo de que
María fue coronada en el cielo después de su asunción, basándose esto en el
relato del libro del Apocalipsis en el capítulo 12. En la iglesia católica, la
Coronación de María es el 5to. Misterio glorioso del Rosario.
Cuestiones teológicas
Mientras la Reforma
disminuía la posición de María, en el catolicismo ésta seguía creciendo. El
pasaje del evangelio según San Juan 19:27 ha dado lugar a interpretaciones que
aún hoy no concuerdan: Muchas versiones traducen: “Y desde aquella hora el
discípulo la recibió en su propia casa”. Mientras que otras [como Sagradas
Escrituras (1569) y Reina Valera (1909)] traducen: “Y desde aquella hora el
discípulo la recibió consigo”.
Según el catolicismo, la
diferencia de lo que se transmite no es menor, ya que "para Jesús era el
momento más trascendental de toda su existencia terrenal". Para saber si
estaba dejando a su madre al cuidado de su amado discípulo Juan, es conveniente
verificar el texto original (griego):
καὶ ἀπ’
ἐκείνης
τῆς ὥρας
[y desde aquella hora]
ἔλαβεν
ὁ
μαθητὴς
αὐτὴν
εἰς
τὰ ἴδια
[(aquél discípulo la tomó a su propiedad) ]
En cualquier caso se
traduce al español como: “y desde aquella hora el discípulo la tomó como
propia” (es decir, como su propia madre).
En 1854, se produjo la
proclamación, por parte del papa Pío IX del dogma de la Inmaculada Concepción:
María fue liberada del pecado original en su propia concepción, de manera que
vivió una vida completamente sin pecado, cuestión que tampoco es aceptada por
los protestantes. Por tanto, la Iglesia Católica considera dogma de fe que
"la Santísima Virgen, en el primer instante de su concepción, por singular
gracia y privilegio concedido por Dios omnipotente, en previsión de los méritos
de Jesucristo Salvador del género humano, fue preservada inmune de toda mancha
de pecado original".
Por medio de la
Constitución Apostólica "Munificentíssimus Deus", el papa Pío XII
proclamó el dogma de la Asunción de la Virgen el 1 de noviembre de 1950:
"Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz
del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la
Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de
los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la
misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad
de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y
con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente
revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el
curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del
cielo".
Al definir este dogma, Pío
XII no hizo más que definir solemnemente lo que los fieles siempre habían
creído, es decir que la carne de la mujer que había dado carne al Hijo de Dios
escapó a la corrupción de la carne humana. Las confesiones protestantes niegan
esta proposición.
Apariciones de María
Según la Iglesia Católica,
la Iglesia ortodoxa y la Iglesia Copta, es posible que María y los santos
puedan comunicarse privadamente con los hombres. Los mensajes revelados a los
videntes son consideradas por la Iglesia como revelaciones privadas (mensajes
que pueden ayudar a la salvación). Sin embargo, aunque la Iglesia Católica
llegue a aprobar una aparición como auténtica manifestación sobrenatural y diga
que los mensajes están de acuerdo con la doctrina y tradición cristiana, estas
revelaciones no son consideradas como una verdad de fe, lo que deja en libertad
a los creyentes de aceptarlas o no. Las apariciones de María son indicadas en
la teología católica con el término mariofanías.
La historia del catolicismo
recuerda numerosas apariciones, de las cuales sólo algunas han sido aprobadas
oficialmente. Entre las más conocidas podemos citar: Nuestra Señora del Pilar
(España, 40 DC), Guadalupe (México, 1531), La Milagrosa (Francia, 1830),
Lourdes (Francia, 1858), Fátima (Portugal, 1917); la que se refiere a
Medjugorje (1981) todavía es objeto de estudio (en 2010) por parte de las
autoridades católicas.
Estos fenómenos no han
ocurrido solo en el catolicismo. Durante la historia de casi todos los países
de la cristianidad ortodoxa, tales apariciones se manifestaron en gran número
con la consiguiente construcción de santuarios. Algunas de esas apariciones se
reflejaron en los calendarios litúrgicos de las iglesias ortodoxas
En los últimos años se han
producido diversas apariciones marianas en Egipto, algo que la Iglesia Copta
interpreta como una consolación en tiempos de persecución. Ha habído varias
apariciones como la del Zeitún en 1968, Asiut en 2000, y más recientemente en
el barrio cairota de El Warrak en diciembre de 2009. La mayoría de estas
apariciones tienen lugar en las cúpulas de iglesias coptas. El papa copto,
Shenouda III aprobó tales apariciones como verdaderas manifestaciones de la
Virgen María.
Oraciones marianas
La oración mariana de más
antigüedad conocida es el Sub tuum praesidium (español: Bajo tu protección o
amparo).
Sagrada Faz de Ntra. Sra.
de Nazareth
Texto griego
Texto Latín
Traducción
Ὑπὸ τὴν
σὴν
εὐσπλαγχνίαν,
καταφεύγομεν, Θεοτόκε.
Τὰς ἡμῶν ἱκεσίας,
μὴ
παρίδῃς ἐν
περιστάσει,
ἀλλ᾽ ἐκ
κινδύνων
λύτρωσαι ἡμᾶς,
μόνη Ἁγνή,
μόνη εὐλογημένη.
Sub tuum praesidium
confugimus,
sancta Dei Genitrix.
Nostras deprecationes ne
despicias
in necessitatibus,
sed a periculis cunctis
libera nos semper,
Virgo gloriosa et
benedicta
Bajo tu amparo nos
acogemos,,
Santa Madre de Dios
no deseches las súplicas
que te dirigimos
en nuestras necesidades;
antes bien, líbranos
siempre de todo peligro,
Oh Virgen gloriosa y
bendita
El papiro Rylands 470
descubierto en Egipto, datado del siglo III y publicado por Roberts en
Manchester en 1938, contiene la muy conocida oración Sub Tuum Praesidium.66 El
original se conserva en la Biblioteca Universitaria John Rylands.67 Cabe
destacar en el texto la presencia del término Theotokos (en este caso,
Theotoke, en vocativo), es decir, “Madre de Dios”. Dos siglos después, en el
Concilio de Éfeso, se reconoció de forma solemne este título para la Virgen
María, contra el parecer de Nestorio. Está considerada, por tanto, como la
oración mariana más antigua de las que tenemos noticia.
La Iglesia Católica conoce
muchas otras oraciones marianas para venerar o pedir la intercesión de María;
entre ellas se encuentran la más popular de todas ellas, el Ave María, el
Angelus, el Regina Coeli (que se reza en el tiempo litúrgico de Pascua en lugar
del Angelus), la Salve, el Memorare y también el Bendita sea tu pureza:
Bendita Sea Tu Pureza
Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A Ti Celestial Princesa,
Oh, Virgen Sagrada María,
Yo te ofrezco en este día,
alma, vida y corazón.
Mírame con compasión,
no me dejes Madre Mía.
Amén.
María en la Reforma
protestante
El protestantismo acepta
la concepción milagrosa de Jesús por obra del Espíritu Santo como una verdad
bíblica, pero además, cuando las Escrituras se refieren a los "hermanos de
Jesús", o cuando el apóstol Pablo escribe "Santiago el Menor, el
hermano del Señor", lo interpretan literalmente, por lo que niegan la
virginidad perpetua de María (así como interpretan en ese mismo sentido el
texto de Mateo 13:55-56). Su razonamiento es que en aquella época no tener
hijos era una afrenta y ninguna mujer deseaba ser vista como estéril, lo que
más anhelaban era tener un hijo y ofrecerlo a Dios. Además de apoyarse en el
texto original en griego.
Sin embargo, el iniciador
de este movimiento, Martín Lutero, dijo entre otras cosas:
María es la Madre de Jesús
y Madre de todos nosotros aunque Cristo solamente fue quien reposó en su
regazo... Si Él es nuestro, debieramos estar en su lugar; ya que donde Él está
debemos estar también nosotros y todo lo que Él tiene debe ser nuestro, y su
madre es también nuestra madre.
Sermón, Navidad, 1529
(Ella es) la mujer más
encumbrada y la joya más noble de la cristiandad después de Cristo... ella es
la nobleza, sabiduría y santidad personificadas. Nunca podremos honrarla lo
suficiente. Aún cuando ese honor y alabanza debe serle dado en un modo que no
falte a Cristo ni a las Escrituras.
Sermón, Navidad 1531
Sobre la Maternidad
Divina:
... ella con justicia es
llamada no solo madre del hombre, sino también la Madre de Dios... es cierto
que María es la Madre del real y verdadero Dios".
Ref: Sermon on John 14. 16: Luther‘s Works (St. Louis, ed. Jaroslav,
Pelican, Concordia. vol. 24. p. 107)
Sobre la Inmaculada
Concepción:
Es dulce y piadoso creer
que la infusión del alma de María se efectuó sin pecado original, de modo que
en la mismísima infusión de su alma ella fue también purificada del pecado
original y adornada con los dones de Dios, recibiendo un alma pura infundida
por Dios; de modo que, desde el primer momento que ella comenzó a vivir fue
libre de todo pecado.
Sermón: "Sobre el día
de la Concepción de la Madre de Dios", 1527.
Y sobre la virginidad
perpetua de María:
Cristo... fue el único
Hijo de María, y la Virgen María no tuvo otros hijos aparte de Él... Me inclino
a aceptar a quienes declaran que los "hermanos" realmente significan
"primos" aquí ya que el escritor sagrado y los judíos en general
siempre llamaban hermanos a los primos.
Luther‘s Works, eds. Jaroslav Pelikan (vols. 1-30) & Helmut T.
Lehmann (vols. 31-55), St. Louis: Concordia Pub. House (vols. 1-30);
Philadelphia: Fortress Press (vols. 31-55), 1955, v.22:23 , v.22:214-15 /
Sermons on John, chaps. 1-4 (1539)
Otra importante figura del
Protestantismo, Juan Calvino, escribió sobre este punto:
Helvidius mostró excesiva
ignorancia al concluir que María debe haber tenido muchos hijos porque el
término "hermanos" de Cristo es mencionado varias veces"
Harmony of Matthew, Mark & Luke, sec. 39 (Geneva, 1562), vol. 2 /
From Calvin's Commentaries, tr. William Pringle, Grand
Rapids, MI: Eerdmans, 1949, p.215; on Matthew 13:55
(Sobre Mateo 1,25): La
deducción que él [Helvidius] hizo, de que María no permaneció virgen más que
hasta su primer parto, y que después tuvo otros hijos de su esposo... Ninguna
justa y sólidamente fundada inferencia puede ser lograda a partir de esas
palabras... como que tomara lugar después del nacimiento de Cristo. El es
llamado el "Primogénito"; pero por el solo propósito de informarnos
que nació de una virgen... lo que ocurrió después no nos es informado por los
historiadores... nadie podrá sostener este argumento obstinadamente, excepto
por un extremo apego a las disputas.
Pringle, ibid., vol. I, p. 107
Como se dice al comienzo
de la sección, los continuadores del movimiento se han apartado de la idea de
sus iniciadores -coincidente con la de la Iglesia Católica- sobre estos puntos.
Hay que recordar que los
hebreos vivían bajo la cultura de “clan” (Lev. 25:10), por lo tanto sólo solían
distinguir entre parientes cercanos (en griego: adelphe –traducido al español
como hermanos-) y parientes en general (en griego: suggens –es decir:
parentela-). Y en relación con la palabra traducida como hermano, es sabido que
entre los hebreos tenía una aplicación muy amplia, por ejemplo:
"Cuando Tobías oyó
decir esto a Rafael y supo que Sara era hermana suya, de la misma descendencia
que la familia de su padre, la amó intensamente y se enamoró de ella."
(Tobías 6:19)
Sin embargo, la no
inclusión del libro de Tobías como canónico -es decir, con autoridad normativa
o dogmática- en algunas Biblias protestantes, dificulta la aceptación de este
argumento.
La Biblia afirma que
Abraham era tío de Lot (Gén. 11:27; 12:5); no obstante a Lot y Abraham más de
una vez se los denomina “hermanos” (Gén. 13:8; 14:14,16). También Labán llama
“hermano” a Jacob, el cual para nuestra terminología actual sería su “sobrino”
(Gen 29:15). Así se comprende entonces que Asaía tuviera “doscientos veinte
hermanos” (1ª Cró 15:6)
María en la Comunión
Anglicana
Aunque la figura de María
ha estado presente en la Comunión Anglicana desde sus inicios, en el año 2005
se produjo un acercamiento teológico profundo de la Comunión Anglicana a la
figura de María. Este acercamiento se expresó en un documento publicado por la
ARCIC (Comisión Internacional Anglicano-Católica) llamado "María: Gracia y
Esperanza en Cristo", publicado el 16 de mayo del año 2005 el cual es la
primera declaración conjunta anglicano-católica sobre el papel de la Virgen
María en la doctrina y la vida de la Iglesia. Aunque no es un texto
declaratorio, se ofrece a la iglesias para su estudio y evaluación. Una de las
conclusiones del documento es que "es imposible ser fieles a las Escrituras
sin prestar la atención debida a María".
Profundizando el
acercamiento anterior, el 24 de septiembre de 2008, el arzobispo de Canterbury
y primado de la Comunión Anglicana Rowan Williams peregrinó al Santuario de
Nuestra Señora de Lourdes para honrar a la Inmaculada Concepción, predicando
ante 20.000 personas en la Eucaristía Internacional.
María en el Islam
En el Islam se llama
Maryam bint ʿImran (مريم بنت عمران),
esto es, María hija de ʿImran (Joaquín en el cristianismo), y de Hannā (حنـّا
Ana), o también Maryam bint Dāwud (María hija de David), por proceder del
linaje del rey David según la tradición. Es considerada ejemplo de mujer
virtuosa y tiene tanta relevancia como su hijo Jesús (ʿIsà عيسى),
a cuyo nombre se añade casi siempre el laqab o filiación "ibn Maryam"
(بن مريم),
esto es, "hijo de María". A María está dedicada una de las azoras o
capítulos del Corán, la que lleva por título آل عمران
Āl ʿImrān, esto es, la familia de Imran.
Según el Corán; la madre
de María, esperaba tener un hijo varón a quien dedicar al servicio del Templo,
siguiendo la tradición familiar. Dio a luz a una niña, en quien sin embargo se
cumpliría la tradición, pues fue asignada al servicio sagrado. Fue confiada a
la tutela del profeta Zacarías (necesariamente un personaje distinto al
Zacarías bíblico), quien se sorprendía, al visitar a su ahijada en el oratorio
en el que ésta se encontraba retirada, de que siempre contara con alimentos que
le eran enviados por Dios.
Como en la tradición
cristiana, a María le fue anunciada la concepción sobrenatural de Jesús por un
ángel. El Corán insiste, sin embargo, en que aunque tuvo un hijo por voluntad
de Dios sin la intervención de un varón, Jesús no era en modo alguno un hijo
del ser supremo. En el Corán no existe José: María dio a luz sola en el
desierto, al que se había retirado con este propósito y en el que se alimentaba
de dátiles y del agua de un riachuelo colocados allí por Dios. El hijo, por su
parte, tiene en el Islam la consideración de profeta o enviado de Dios (véase
el epígrafe "Jesús en el Islam" en Jesús de Nazaret).
María tiene en el Islam la
envergadura espiritual de un profeta, sin serlo. En el Corán, el mayor error de
los judíos en lo que a Jesús y María se refiere no es, como asumen los
cristianos, el supuesto hecho de haber matado al hijo (cosa que, por otra
parte, la tradición islámica niega que hicieran), sino el hecho de haber
menospreciado y dudado de la virtud de la madre.
Una tradición atribuye a
Mahoma el dicho de que cinco son las mujeres más destacadas ante Dios: Asia,
esposa del faraón, que cuidó de Moisés, y que creía en la palabra eterna de
Dios pese a la opresión de su esposo y de su entorno; María, la madre de Jesús;
Jadiya, la primera esposa de Mahoma, que fue la primera creyente y lo apoyó en
las épocas más difíciles de adversidad, su otra esposa Aisha, y Fátima, su hija
menor y madre de sus nietos, los imanes Hasan y Husain.
Repercusión de María en el
mundo actual
En 1999, una investigación
realizada por el periódico británico The Guardian en la que se efectuó un
análisis computarizado del inventario de libros de la Biblioteca del Congreso
de Estados Unidos con sede en Washington, D.C., concluyó que, «si la celebridad
de un individuo consiste en que se escriba un libro sobre él, [...] Jesucristo
es aún el personaje que goza de más fama en el mundo actual.» En efecto, se
contabilizaron 17.239 obras acerca de Jesús, casi el doble que de William
Shakespeare, quien alcanza el segundo lugar. Entre las mujeres, la Virgen María
alcanza el 7° lugar aunque, de hecho, ella es la única mujer que se ubica en
uno de los 30 primeros puestos. Con los 3.595 libros dedicados a ella, supera
en casi 5 veces a su inmediata seguidora, Juana de Arco.
Fuente: www.wikipedia.org
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