Páginas: Novena Inmaculada Concepción

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MAYO MES DE MARÍA

sábado, 9 de marzo de 2019

LA HORA DE GRACIA


COMO HACER LA HORA DE GRACIA

Solicitud de nuestra santísima madre Rosa Mística para la Hora de Gracia: 

1.- Día y  Hora de Gracia: 8 de diciembre, Fiesta de la Inmaculada Concepción, inició a las 12 del medio día hasta la 1 de la tarde. 

2.- Durante esta hora en casa o en la iglesia, evitar toda clase de distracciones , no contestar el teléfono, no abrir la puerta, no hacer nada en absoluto, sino estar con el cuerpo, con el corazón y el alma  en actitud de oración y espera a recibir el torrente de gracia y bendición prometidas por nuestra Madre en esta Hora de Gracia. 

3.- Comiencen la Hora de Gracia rezando tres veces el Salmo 51 con los brazos abiertos. 

4.- Distribuir la hora entre espacios de oración, vocal o en silencio y/o frente al Santísimo, según cada cual haya dispuesto.  
- Meditando en la pasión de Jesús, 
- meditando en el Evangelio del día, 
- rezando el santo rosario en Cenáculo, 
- y/ o rosario de Lágrimas y Sangre.

Nuestra santa madre nos está dando la  oportunidad de demostrar nuestro amor y confianza en Ella y ayudándonos a hacer reparación por los inconmensurables pecados que ofenden a su amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que claman venganza del Cielo. 

Aprovechemos pues, esta Hora, para hacer descender sobre el mundo: un sano temor a Dios que nos lleve a la Paz del corazón, a un sincero arrepentimiento, a un hambre de Dios, que nos motive a la confesión y a comulgar frecuentemente, para crecer en la fe, en la esperanza y en el amor.


SALMO 51 (50) MISERERE

Ten piedad de mí, oh Dios, según tu amor,

por tu inmensa ternura borra mi delito,

lávame a fondo de mi culpa,

y de mi pecado purifícame.


Pues mi delito yo lo reconozco,

mi pecado sin cesar está ante mí;

contra Ti, contra Ti solo he pecado,

lo malo a tus ojos cometí.


Por que aparezca tu justicia cuando hablas

y tu victoria cuando juzgas.

Mira que en la culpa ya nací,

pecador me concibió mi madre.


Mas Tú amas la verdad en lo íntimo del ser,

y en lo secreto me enseñas la sabiduría.

Rocíame con el hisopo, y seré limpio,

lávame, y quedaré más blanco que la nieve.


Devuélveme el son del gozo y la alegría,

exulten los huesos que machacaste Tú.

Retira tu faz de mis pecados,

borra todas mis culpas.


Crea en mí, oh Dios, un puro corazón,

un espíritu dentro de mí renueva;

no me rechaces lejos de tu rostro,

no retires de mí tu santo espíritu.


Vuélveme la alegría de tu salvación,

y en espíritu generoso afiánzame;

enseñaré a los rebeldes tus caminos,

y los pecadores volverán a Ti.


Líbrame de la sangre, Dios, Dios de mi salvación,

y aclamará mi lengua tu justicia;

abre, Señor, mis labios,

y publicará mi boca tu alabanza.

Pues no te agrada el sacrificio,

si ofrezco un holocausto no lo aceptas.


El sacrificio a Dios es un espíritu contrito;

un corazón contrito y humillado, 

oh Dios, no lo desprecias.


¡Favorece a Sión en tu benevolencia,

reconstruye las murallas de Jerusalén!

Entonces te agradarán los sacrificios justos,

–holocausto y oblación entera–

se ofrecerán entonces sobre tu altar novillos.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

y por los siglos de los siglos.

Amén.

CONSAGRACIÓN AL INMACULADO 
CORAZÓN DE MARÍA

(Tradicional de San Luis Grignón de Montfort)

Yo, _______________, pecador infiel, renuevo y ratifico hoy en Tus manos, Oh madre Inmaculada, los votos de mi bautismo.

Renuncio a Satanás, a todas sus presunciones y a sus obras, y me entrego enteramente a Jesucristo, la Sabiduría Encarnada, para llevar mi cruz siguiendo Sus pasos, todos los días de mi vida, y serle fiel de ahora en adelante.

En presencia de la Corte Celestial, te escojo en este día como mi Madre y Señora. Me consagro a tu Corazón Inmaculado y te entrego, como esclavo, mi cuerpo, mi mente y mi alma; todos mis bienes, tanto interiores como exteriores; y aún el mérito de todas mis buenas obras pasadas, presentes y futuras. 

Particularmente te consagro a mi familia, otorgándote todo el derecho de disponer de mí y de todo lo que me pertenece según sea de tu agrado, para la mayor gloria de Dios en el tiempo y la eternidad.



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