ORACIÓN A LA VIRGEN DE
LOS DOLORES
Señora
y Madre nuestra: tú estabas serena y fuerte junto a la cruz
de Jesús. Ofrecías tu Hijo al Padre para la redención del mundo.
Lo perdías, en cierto
sentido, porque El tenía que estar en las cosas del Padre, pero lo ganabas
porque se convertía en Redentor del mundo, en el Amigo que da la vida por sus
amigos.
María, ¡qué hermoso es
escuchar desde la cruz las palabras de Jesús: "Ahí tienes a tu hijo",
"ahí tienes a tu Madre".
¡Qué bueno si te recibimos
en nuestra casa como Juan! Queremos llevarte siempre a nuestra casa. Nuestra
casa es el lugar donde vivimos. Pero nuestra casa es sobre todo el corazón,
donde mora la Trinidad Santísima. Amén.
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